Fechner, el diputado alemán que duerme en una tienda de campaña
El parlamentario, que desde que se convirtió en miembro del Bundestag se ve obligado a pasar varias noches en Berlín, prefiere los 'camping' a los apartamentos: «Los hoteles son baratos y mohosos o demasiados caros y sin alma»
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Fechner, junto a su tienda de campaña
La virtud del ahorro de los alemanes es de dominio público, pero a menudo no somos conscientes de hasta qué punto son capaces de aplicarla. Un ejemplo de esta diligencia es el diputado socialdemócrata Johannes Fechner. Fue elegido en la circunscripción de Emmendingen- ... Lahr, en la Selva Negra, y se desplaza a Berlín para asistir a las sesiones del Bundestag (el Parlamento Federal alemán). Eso le obliga a pernoctar en la capital alemana al menos 80 noches al año.
Entre 2013 y 2019 hizo lo mismo que la mayoría de sus compañeros, que suelen alquilar un apartamento. Pero cuando el sector inmobiliario de Berlín se volvió más y más loco, optó por la tienda de campaña. Como parlamentario gana unos 10.000 euros al mes, pero prefiere pagar los 72 euros por semana que le cuesta el 'camping' y «disfrutar más de la naturaleza». Cuando aprieta el invierno, cambia la tienda plegable por el Strand Club, donde disfruta de una cabaña con calefacción de cuatro metros cuadrados. Pero el resto del tiempo, hace cada mañana la cola de la ducha, en la que a menudo oye despotricar contra las medidas que él mismo ha votado. «Me he llevado a Berlín un poco de la sensación de estar de vacaciones«, comenta al respecto.
En el 'camping', Fechner es para los demás un usuario anónimo. Al menos lo era hasta que el diario 'Bild' apareció delante de su tienda de campaña y publicó las fotos. Es capaz de montarla en sólo dos minutos, con la ayuda de un mazo de goma y una bolsa de clavijas metálicas. Después cuelga en el interior un par de perchas con los trajes de chaqueta, camisas y corbatas que deja después en su despacho del Bundestag. Acude vestido con ropa informal y se cambia allí para el horario laboral. «Sólo duermo en Berlín 80 noches al año», sugiere lo llevadero de la situación, y argumenta que «los hoteles son baratos y mohosos o demasiado caros y sin alma». También alega: «No quiero ocupar un apartamento que otra gente necesita mucho más que yo«.
Pero está claro que la austeridad conlleva sacrificio: «Este año he tenido bastantes compañeros roncando, así es en el 'camping'», admite resignado. Y a menudo surgen contratiempos que hay que resolver con creatividad: «Si llueve un viernes, no puedo plegar la carpa porque de lo contrario se enmohecería... alguna vez la he puesto a secar en una terraza del Reichstag durante el día y los turistas le hacían fotos».
«Salir de la burbuja gubernamental»
También cabe anotar que la frugalidad puede acarrear experiencias relativamente aterradoras: «Una noche, un zorro mató a un pato justo al lado de la tienda, serían las dos de la mañana y, claro, hubo muchos gritos». Y en el mes de junio, durante una tormenta eléctrica, una rama de un árbol cayó encima de su ascética morada, prueba de que el rigor no está exento de peligro. Pero sigue mereciendo la pena.
En invierno cambia la tienda de campaña por una cabaña con calefacción de cuatro metros cuadrados
Según su experiencia, «salir de la burbuja gubernamental« es muy enriquecedor para cualquier político. Aprecia especialmente el ambiente en el campamento, donde todos se tutean y se tratan por el nombre de pila, al mismo tiempo que guardan un exquisito respeto por la intimidad de los demás. Si algún diputado decidiese seguir sus pasos y le pidiese un consejo, le diría que «lo verdaderamente importante es reservar con suficiente antelación una taquilla en el 'camping'» y tener en cuenta que «sólo aceptan dinero en efectivo».