Estados Unidos intenta contrapesar la influencia china y rusa en África
Biden invita a Washington a 49 líderes africanos, incluidos varios acusados de graves crímenes
Al Pentágono le preocupa la posible implantación militar del régimen chino en Guinea Ecuatorial
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La primera gran cumbre mundial convocada por Joe Biden en la capital de Estados Unidos tiene como objeto contener la creciente pujanza económica y militar de China y Rusia en África, y durante su transcurso, el presidente norteamericano planea apoyar a la Unión Africana para que logre asiento en el grupo del G–20, foro de gobernantes y presidentes de bancos centrales en el que hasta ahora sólo ha tenido presencia Sudáfrica.
Durante el encuentro, que comienza hoy y dura tres días, la Casa Blanca espera renovar y forjar alianzas, preocupada como está no sólo por el nivel de préstamos e inversiones de China en el continente, sino también por la implantación de milicias armadas rusas, rodeadas de campañas de desinformación del Kremlin para erosionar los lazos del continente con EE.UU. y Europa.
El primer paso de Biden es llegar a la cumbre mañana con la promesa de apoyar a la Unión Africana, que concita a 55 países, en su solicitud de entrar en el G–20. Judd Devermont, coordinador de la política africana en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, lo anunció el viernes en una conversación con periodistas. «Necesitamos más voces africanas en los foros internacionales sobre economía mundial, democracia y gobernanza, cambio climático, sanidad y seguridad», dijo este funcionario, «ya es hora de que África tenga asientos permanentes en la mesa de las organizaciones e iniciativas internacionales».
En el G–20 están Rusia y China, y también la UE, con España como país invitado permanente. Sin embargo, el apoyo de EE.UU. no significa un ingreso automático, y no hay un protocolo establecido para ampliar los asientos de ese organismo, que no cuenta con una secretaría general o unos estatutos. En realidad, Biden llega tarde al cortejo del continente africano.
En 2019, los líderes africanos fueron invitados por Vladímir Putin a Rusia y por Xi Jinping a China. Este último tuvo reuniones bilaterales con ellos, y les prometió 60.000 millones en inversiones. Tras los estragos de la pandemia, Biden pone la alfombra roja, con la cumbre en el centro de congresos de Washington y una cena de gala en la propia Casa Blanca. Los organizadores quieren que esta cumbre sea un contrapunto absoluto a la de las Américas, que se celebró en julio en Los Ángeles y estuvo plagada de problemas: el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se ausentó; uno de los oradores destacados fue el peruano Pedro Castillo, detenido tras intentar un golpe, y no hubo grandes acuerdos migratorios o económicos.
Intercambio comercial
En años recientes, y a pesar de la pandemia, el comercio de China con las naciones africanas ha ido en aumento, alcanzando un récord absoluto el año pasado: 261.000 millones de dólares. En comparación, la compra y venta de bienes de EE.UU. con África se ha reducido a apenas 64.000 millones de dólares, lo que a duras penas representa más de un 1% del comercio global norteamericano. Es más, la deuda externa pública y privada de los estados africanos se ha quintuplicado en una década, hasta los 696.000 millones de dólares, un 12% de los cuales se deben a China, según un informe del grupo Debt Justice con datos del Banco Mundial.
Algo incluso más alarmante en Washington, y que ha llevado hasta a debatir una ley al respecto, es el auge militar del Kremlin y sus adeptos. Según la inteligencia estadounidense, Rusia ha pasado a ser el mayor traficante de armas en África. El Grupo Wagner, un consorcio de seguridad mundial que dirige un socio de Putin, Evgueni Prigozin, se ofrece además para apuntalar a regímenes en situación precaria, a menudo a cambio de derechos para extraer materiales valiosos.
Recientemente dos informes elaborados en Reino Unido y Francia acusaron a individuos vinculados al Grupo Wagner, implantado en Ucrania, de crear una empresa fantasma en la República Centroafricana para conseguir diamantes. En 2017, el presidente Faustin–Archange Touadéra recurrió a Rusia en busca de ayuda para afianzarse.
En otra conversación con periodistas organizada por la Casa Blanca sobre la cumbre, un alto funcionario norteamericano que solicitó anonimato dijo que el presidente Biden y los 49 jefes de estado y de gobierno analizarán el impacto negativo que la invasión rusa de Ucrania ha tenido en la economía mundial. «Muchos países del continente, por desgracia, se han visto afectados por la agresión rusa en Ucrania y el impacto que ha tenido en las exportaciones de fertilizantes y trigo de Ucrania. Así pues, estamos tratando de mantener conversaciones con nuestros socios sobre esta cuestión y sobre el fortalecimiento de los sistemas alimentarios, no solo para hacer frente a la crisis inmediata, sino también para buscar soluciones a medio y largo plazo con nuestros socios africanos», dijo ese funcionario.
Preocupan bases militares
Sin embargo, y aunque la Casa Blanca se resista ahora a hacer de las injerencias de China y Rusia un punto central de la cumbre, hay asuntos irresueltos que provocan una profunda preocupación en Washington. Por ejemplo, en marzo el Pentágono reveló que la dictadura china busca una base naval militar en la costa atlántica africana, lo que supondría una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU. El general Stephen J. Townsend, jefe del Comando África, dijo en el Capitolio que la base podría ubicarse en Guinea Ecuatorial. «Como gran prioridad, debemos prevenir o disuadir un espacio chino en la costa atlántica de África», dijo el general, quien también alertó del refuerzo de los milicianos rusos del Grupo Wagner, los cuales, dijo «no obedecen ninguna regla, no responden ante gobiernos».
Aun así, el presupuesto del Comando África es apenas un 0,3% del de todo el departamento de Defensa de EE.UU. En la Cumbre de las Américas, la Casa Blanca se enredó en una polémica que ensombreció el encuentro por su negativa a invitar a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En esta ocasión, el equipo de Biden no ha mostrado los mismos escrúpulos. Guinea Ecuatorial fue invitada a pesar de que la diplomacia norteamericana ha puesto en duda la legitimidad de las elecciones recientes, que el partido de Teodoro Obiang ganó con un 95%. Tres mandatarios africanos invitados presiden gobiernos acusados de graves crímenes de guerra o contra la humanidad: el egipcio Abdel Fattah Al Sisi, el sursudanés Salva Kiir y el primer etíope Abiy Ahmed.
Estas invitaciones han sido criticadas por organizaciones humanitarias. Según Nicole Widdersheim, de Human Rights Watch, «cuando uno se asocia con líderes no democráticos... les está dando más poder y legitimidad en la escena mundial». Para la Casa Blanca, sin embargo, el pragmatismo manda. Según la portavoz, Karine Jean-Pierre, «esta cumbre es una oportunidad para profundizar en las alianzas que [EE.UU. ya tiene] en el continente africano, en una amplia gama de sectores, que van desde las empresas a la sanidad».
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