La dimisión, un fantasma que persigue a los primeros ministros portugueses
António Costa se suma a la lista de dirigentes lusos, cinco de los últimos seis, que han interrumpido sus legislaturas antes de tiempo
El primer ministro de Portugal, António Costa, anuncia su dimisión
António Costa dimitió ayer como primer ministro de Portugal, tras conocerse el proceso penal que la Fiscalía lusa ha abierto contra él, en el ámbito de la investigación por un presunto delito de corrupción vinculado al sector del litio y el hidrógeno verde. Un ... año después del inicio de la legislatura, el presidente de la República, Marcelo Rebelo Sousa, debe decidir si disuelve el Parlamento y convoca elecciones, o si encomienda la tarea de nombrar un nuevo primero ministro al Partido Socialista (PS), que goza de mayoría en la cámara.
La dimisión de un máximo dirigente político se trata de una situación excepcional, aunque en el caso de Portugal, no tanto. La población lusa se ha acostumbrado a ver desfilar a sus primeros ministros antes de que finalicen sus legislaturas.
José Sócrates fue el último dirigente socialista portugués hasta la llegada al poder de Costa. Ocupó el cargo de primer ministro entre 2005 y 2011. A pesar de salir vencedor en las elecciones legislativas, perdió la mayoría absoluta de la que gozaba. La cámara perdió la confianza en Sócrates y tras no aprobarse en el Parlamento sus medidas de ajuste económico, dimitió. Posteriormente, la corrupción le persiguió –fue detenido en 2014 por presunto fraude fiscal–, una vez abandonada la esfera pública.
Siete años antes, fue un primer ministro conservador quien abandonó el barco de la política portuguesa. José Manuel Durão Barroso, miembro del Partido Social Demócrata (PSD) fue primer ministro entre 2001 y 2004. En su caso, fue la persona elegida por el Consejo Europeo para presidir la Comisión Europea. Razón por la cual dio el salto de la política nacional al ámbito comunitario. El sucesor de Barroso, Pedro Santana Lopes, también líder del PSD, no fue capaz de formar un Gobierno estable y apenas duró unos meses como primer ministro.
El actual secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, también dejó su impronta en forma de dimisión como primer ministro luso. Llegó al poder en 1995 de la mano del PS y fue capaz de encadenar dos victorias electorales consecutivas. A pesar de ello, el desastroso resultado que obtuvo su partido en 2001 le llevó a dejar su puesto. «Dimito para que el país no caiga en un pantano político», sentenció.
Entre los últimos seis primeros ministros, únicamente Pedro Passos Coelho –quien lideró a Portugal entre 2011 y 2015–, predecesor de António Costa en el cargo, agotó su legislatura sin necesidad de dimitir o convocar unas elecciones anticipadas. El único caso entre los últimos dirigentes cuya salida no ha sido abrupta. Además, se trata de una situación que no se ve reflejada entre los presidentes de la República, un cargo que goza de una mayor estabilidad.
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