Scholz se hace con el control de la negociación para formar gobierno
Laschet, que no ha obtenido respaldo para esta aventura de la ejecutiva, ha escuchado incluso peticiones de dimisión
El presidente de la CDU y máximo candidato a las elecciones federales, Armin Laschet
Después de una noche electoral confusa, en la que el segundo candidato más votado coqueteó con la idea de liderar una negociación de coalición paralela a la del vencedor, el socialdemócrata Olaf Scholz tomó ayer el control , tanto del liderazgo de la negociación ... como del éxito de su partido. A primera hora, en la Casa Willy Brandt, dejó claro que «veo un claro mandato de los votantes para formar un gobierno de los partidos que han ganado en estas elecciones , fundamentalmente este, porque nuestro resultado nos ha lanzado hacia arriba, junto a los verdes y los liberales». Orientaba así los primeros contactos la denominada 'coalición semáforo', para la que sus potenciales socios se apresuraban a prepararse.
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Desde el Partido Liberal (FDP), Christian Lindner sugirió una reunión de liberales y verdes previa a la primera conversación con Scholz y los verdes vieron con muy buenos ojos ese sindicato de los pequeños. Desde la directiva del SPD, sin embargo, comenzaron a llover críticas a ese movimiento de ficha y Scholz volvió a pronunciar una palabra de autoridad. «No es mi estilo», dijo, «hablar mal los unos de los otros no es una opción». El socialdemócrata, plenamente instalado ya en su papel de hombre de Estado, calmó a la ejecutiva afirmando que «está completamente bien que aquellos con los que queremos trabajar también se hablen entre sí. Queremos un gobierno basado en la confianza». La palabra «amigos» asociada a lo liberales debió caer como un golpe en el estómago a los dos líderes del partido, Saskia Esken y Walter-Borjans , a los que además tapaba la boca. Fue un primer toque de atención y liderazgo de cara a los suyos que marca una línea roja y que tendrá consecuencias programáticas si Scholz no permite cruzarla durante las negociaciones, porque los suyos se sitúan bastante más a la izquierda que el candidato.
Un Laschet sin respaldo
Pero si en la directiva socialdemócrata hubo estas sutiles tensiones, en la reunión de la directiva de la CDU volaron los cuchillos. Laschet, que unas horas antes hablaba de formar gobierno, no solo no obtuvo respaldo para esta aventura de la ejecutiva sino que escuch ó incluso peticiones de dimisión a causa de la pérdida del 9% del electorado. Su cabeza, de hecho, quedó en el aire. No se le permitirá siquiera liderar el grupo parlamentario y el único cargo que tiene atado en estos momentos es el de presidente regional de Renania Norte Westfalia y ni siquiera esto está claro del todo. Las juventudes regionales del partido pedían ayer abiertamente la sustitución de Laschet por el actual ministro de Transporte, Hendrik Wüst, al que consideran solvente sucesor.
«Necesitamos un nuevo comienzo»
El triunfalismo inicial de Laschet recibió el primer jarro de agua fría por parte del presidente regional de Sajonia, Michael Kretschman , que afirmó antes de entrar en la reunión en la que la directiva debía valorar los resultados, que «no veo en el resultado un mandato para que la CDU forme gobierno». Desde Renania-Palatinado, Ellen Demuth pedía su retirada y la «Unión de Valores», el ala más a la derecha dentro del partido y con gran influencia, se exigía un «reposicionamiento integral del personal». «La junta directiva y los líderes de partido de la CDU y CSU (Armin Laschet y Markus Söder) tienen que sacar las conclusiones del debacle electoral y renunciar con efecto inmediato», sentenció el grupo. «Necesitamos un nuevo comienzo. Esto solo puede tener éxito si nuestro presidente federal y candidato a canciller, Armin Laschet, saca las conclusiones de esta pérdida de confianza y renuncia», dijo por su parte el presidente de la Junge Unión de Sajonia, Marcus Mündlein.
Autocrítica y responsabilidad
Cuando compareció en rueda de prensa, después de haber escuchado todo esto, visiblemente afectado, Laschet habló de autocrítica y responsabilidad, pero no descartó la posibilidad de una gran coalición e insistió en que «estoy de acuerdo en que el resultado no es un mandato para formar gobierno, pero en esta situación, en la que uno tiene el 25% y otro el 24%, ninguno de los dos puede decir automáticamente que será el canciller de Alemania, porque primero hay que hablar con los pequeños». Esta es la hora en que el candidato de la CDU no ha felicitado a Scholz como vencedor de las elecciones, una falta grave de etiqueta según el protocolo político alemán.
Markus Söder, presidente de Baviera y de la CSU, que la noche anterior también había dejado entrever esperanzas de un gobierno Jamaica, se cuadró de inmediato, cambió de discurso y se comprometió a «una revisión exhaustiva y un análisis de errores». El secretario general de la CDU, Paul Ziemiak , anunció un «análisis claro y despiadado» y el mensaje al resto de los partidos es que los conservadores quedan a disposición de cualquier conversación con ánimo constructivo, pero de momento en segundo plano.
Merkel , ausente durante toda la jornada, asistió solamente por la tarde a la recepción con motivo de la festividad de San Miguel Arcángel en la sede de la Conferencia Episcopal alemana, donde evitó pronunciarse o hacer valoraciones. En pequeño círculo, no mostró sorpresa por el resultado electoral y asintió a la posibilidad de que verdes y liberales terminen entendiéndose para entrar en el gobierno con los socialdemócratas. Al fin y al cabo, esa fue su primera opción en 2017 y, si acabó optando por otra gran coalición, fue porque los liberales se levantaron de la mesa.