La lenta resurrección de Notre Dame
Las dudas sobre el origen del incendio que se produjo hace 3 años se prolongaron hasta que se descubrió un fallo en el sistema eléctrico de las campanas. El Covid paralizó los trabajos de reconstrucción tras una catástrofe que ahora se ve como una premonición apocalíptica

A las pocas horas del estallido del gigantesco e histórico incendio que destruyó parte de la catedral de Notre Dame de París, entre el 15 y el 16 de abril de 2019, Emmanuel Macron declaraba: «Reconstruiremos juntos nuestra catedral: es una parte esencial de ... nuestro destino francés ».
El incendio estalló a última hora de la tarde. Un equipo de bomberos tardó más de quince horas en extinguir completamente el fuego. Las llamas destruyeron partes esenciales de uno de los grandes monumentos de la civilización europea, amenazado de derrumbe si no se tomaban medidas excepcionales con rapidez. Antes siquiera que el incendio fuese definitivamente controlado, Macron se presentó en Notre Dame para lanzar un mensaje a la nación : reconstruir la catedral era una tarea colectiva del pueblo francés, sin duda, y de los pueblos europeos, quizá, tratándose, con otras catedrales y monumentos, de Escocia a Grecia, de Hamburgo o Kiev a Sevilla , de una pieza esencial de la construcción espiritual, cultural, social y política de Europa.
Veinticuatro horas después del estallido del incendio, Macron nombró a un militar, el general Jean-Louis Georgelin, como representante especial del jefe del Estado, responsable directo de vigilar el avance de los procedimientos y trabajos consagrados a la salvación y restauración de Notre Dame, con una ambición intacta: la catedral debía estar completamente restaurada, abierta al público, consagrada a su doble misión religiosa y secular , cinco años después del incendio, el 15 de abril de 2024. Jubilado desde 2010, antiguo jefe de Estado Mayor de los Ejércitos (JEME), la máxima autoridad militar del Estado después del presidente de la República, Georgelin tenía fama de enérgico, sin miedo a usar un lenguaje crudo con mucha franqueza. Asumió su tarea con un rigor marcial.
Presidente del ente público responsable de la reconstrucción de Notre Dame, Georgelin inició una tarea única en su género, por su complejidad: dialogar y tranquilizar a las familias y comerciantes del barrio , hacer de puente entre el Ministerio de Cultura y muy diversas instituciones o canalizar la gestión de los fondos financieros que comenzaron a recolectarse a través de una gran suscripción nacional e internacional.
Grandes grupos multinacionales, particulares afortunados y menos afortunados, grandes, pequeñas y medianas empresas, se apresuraron a donar u ofrecer dinero a fondo perdido. En muchos comercios y grandes superficies, cualquier particular podía hacer una pequeña donación. En menos de un semestre se consiguieron más de 800 millones de euros. Un año después, las donaciones y promesas oscilaban entre los 900 y los mil millones de euros.
En pocas semanas, la Presidencia de la República, el Ministerio de Cultura y el ente público dirigido por el general Georgelin consiguieron articular los trabajos de más de 200 empresas, más de 10.000 obreros especializados en quince oficios distintos o más de 1.200 restauradores . Todo parecía funcionar a paso de carga, con una dirección muy marcial al frente de las brigadas de obreros tomando por asalto el corazón de Notre Dame. A los ocho meses del estallido del incendio, el general Georgelin declaró a ABC: «Estoy convencido que cumpliremos la promesa del jefe del Estado . Los trabajos siguen su curso. Avanzan bien. Es un gran proyecto nacional. El Te Deum que se oficiará dentro de cinco años está llamado a celebrar la resurrección de Notre Dame».
Fallo en el sistema eléctrico
Antes de que comenzaran los primeros trabajos fue necesario responder a una pregunta, esencial: «¿ Cuál fue el origen de un fuego devastador e inquietante? ». La fiscalía del Tribunal de París abrió una investigación el mismo día del incendio. La Prefectura de la capital nombró un equipo consagrado a esa tarea. Se fijó un primer perímetro de seguridad, más allá de los muros de la catedral. Los expertos de varios laboratorios especializados se sumaron a los trabajos. A las 48 horas del incendio, un portavoz de la Fiscalía del Estado declaró: «Nada parece apoyar la hipótesis de un acto voluntario». Quedaba privilegiada la pista del accidente, ¿de qué tipo?
Dos meses después del incendio, el fiscal Rémy Heitz presentaba las primeras conclusiones de la investigación, que seguía su curso: más de mil páginas redactadas por un equipo de veinte policías llegaban a una primera conclusión. La catástrofe había sido provocada por una «disfunción del sistema eléctrico o un cigarrillo mal apagado». La investigación terminaría meses más tarde. Parecía definitivamente claro que el incendio de Notre Dame pudo ser consecuencia del mal funcionamiento del sistema eléctrico de parte de las campanas de la catedral. La electrificación de estas había sido modernizado en 2011, pero el sistema de seguridad había quedado mal instalado provisionalmente, precipitando la inmensa catástrofe de la primavera de 2019. Las dudas sobre el origen del incendio se habían prolongado durante muchos meses, coincidiendo con otros problemas de gran calado.
El incendio había propagado nubes de polución tóxica. Los servicios de la meteorología nacional decretaron un rosario de evacuaciones. Estallaron infinidad de tensiones y conflictos entre organizaciones ecologistas, asociaciones de vecinos y el Estado. Curtido en misiones militares internacionales, el general Georgelin tuvo que convertirse en comandante en jefe de negociaciones diplomáticas multilaterales para intentar acotar la propagación de nuevos conflictos.
Resueltas esas tensiones, mal que bien, la crisis del Covid-19 se convirtió en fuente de nuevos problemas. La pandemia obligó a paralizar los trabajos varias semanas, antes de poder relanzarlos a un ritmo mucho más lento de lo previsto durante varios meses. A finales de 2020, año y medio después del incendio, la salvación de Notre Dame no estaba definitivamente asegurada. Continuaban los trabajos de consolidación, previos a la reconstrucción propiamente dicha, hasta que, a mediados de septiembre de 2021, el general Georgelin declaró: «La catedral está definitivamente a salvo. Su reconstrucción podrá comenzar este invierno». Hace apenas siete meses.
Año tras año, entre los escombros, grúas y andamios, el arzobispo de París continuó celebrando misas y oficios religiosos, en Navidad, fin de año y Semana Santa. Las misas diarias o semanales oficiadas en la catedral durante siglos fueron trasladadas a otras iglesias parisinas, comenzando por Saint-Sulpice, a dos pasos de la abadía de Saint-Germain-des-Prés, donde, según Menéndez Pidal, comenzaron las relaciones hispano-francesas, hacia el año mil.
'Made in France'
En su día, el presidente Macron había declarado: «La catedral de Notre Dame de París expresa e ilumina la continuidad de la Nación francesa, inscrita en la historia universal. Florón del gran arte de la civilización europea, espacio sagrado y literario, lugar de la memoria histórica y liberación de nuestra capital, nuestra catedral, su restauración, debe ser un motivo de encuentro y celebración de nuestras artes, oficios y culturas». Manos a la obra.
Las maderas, los materiales básicos, las artesanías de la restauración de la catedral, son siempre de origen francés. Notre Dame está siendo reconstruida siguiendo su último modelo clásico, el de l a catedral reconstruida por Eugène Viollet-le-Duc , a mediados del siglo XIX. Emmanuel Macron sugirió «algunos detalles modernos». Sin excesos.
El inicio de la invasión rusa de Ucrania no debiera influir en la marcha, a paso de carga, al fin, de la reconstrucción de Notre Dame. Pero ha introducido nuevos factores de imprevisible incertidumbre confiriéndole nuevas dimensiones 'proféticas' al incendio. En su día, monseñor Michel Aupetit, antiguo arzobispo de París, la máxima autoridad religiosa de Francia, comentó el incendio de Notre Dame de este modo: « Debiéramos preguntarnos qué nos dice Dios con este incendio … entre mis oraciones, cada día me hago esa pregunta, que me atormenta». Desde una óptica apocalíptica, las llamaradas del incendio de Notre Dame 'anticiparon' acontecimientos milenaristas nacionales e internacionales. El movimiento de los chalecos amarillos propagó una suerte de incendio social que perduró muchos meses en 2019, el año del accidente, con muchos fuegos callejeros y un costo social grave: once muertos, más de 4.000 heridos, 400 condenas a prisión firme. Apagado mal que bien ese incendio social, comenzó a propagarse la pandemia del Covid-19. Inconclusa la crisis sanitaria mundial, estalla en el corazón de Europa una guerra con mucho derramamiento de sangre.
Siempre optimistas, Macron y el general Georgelin confían en que podrá celebrarse un nuevo Te Deum en una catedral definitivamente restaurada la primavera de 2024 , cumpliendo el calendario previsto. Amén.
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