Ferrer-Dalmau y el destino final del navío español que revolucionó la Armada española del siglo XVIII
El cuadro del pintor de batallas que rememora la construcción del navío San Ildefonso recalará en Cartagena tras un mes expuesto en el Museo Naval de Madrid
Ferrer-Dalmau reflota el San Ildefonso, el revolucionario navío español que aterraba a la Royal Navy en el siglo XVIII

El coloso regresa a casa, y lo hace, viento en popa y a toda vela, más de dos siglos después de que fuese botado en el Arsenal de Cartagena el 22 de enero de 1785. El lunes por la tarde, Antonio Piñeiro Sánchez, el ... Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), desveló la buena nueva: el cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau que representa la construcción del navío San Ildefonso, orgullo de la España del XVIII, recalará en el Museo Naval de la ciudad murciana. Un panteón privilegiado que, en palabras del marino, «está ligado desde siempre a la construcción marítima mediterránea».
La noticia, de buen calado, se dio a conocer en el Museo Naval de Madrid durante la entrega oficial del lienzo a la Armada. Un lugar idóneo, pues será en el Patio de Modelos de Arsenal del siglo XVIII de este centro donde se expondrá el cuadro durante un mes, hasta que suelte amarras de forma definitiva en dirección a Cartagena. «Ha sido un trabajo arduo. Hemos dedicado muchas horas a esta obra para ser históricamente precisos: hemos arreglado imprecisiones iniciales, cambiado detalles... Queríamos que no fallara nada y que fuese una ventana al pasado», explicó a los presentes Ferrer-Dalmau.
La 'Preparación de la botadura del navío San Ildefonso', como ha sido bautizado el lienzo, supone la culminación de un trabajo mano a mano entre el Instituto de Historia y Cultura Naval y el Taller de la Fundación Ferrer-Dalmau.
La escena fue encargada en el marco del 250 aniversario del Cuerpo de Ingenieros de la Armada (alumbrado en 1770) y, en palabras del contralmirante Antonio González García, Director de Infraestructura de la Armada y asesor histórico del lienzo, esconde una gran importancia: «A través de ella nos adentramos en una época fascinante en la que España buscaba consolidar su posición en los mares y pugnaba por disponer de navíos de línea avanzados técnicamente que le dieran la ansiada ventaja táctica».
Envidia británica
Ferrer-Dalmau, con el apoyo de uno de los alumnos de su taller, nos traslada a la grada del Arsenal de Cartagena en enero de 1785. Ese año, José Joaquín Romero y Fernández de Landa, por entonces Ingeniero General de la Armada en funciones, trabajaba a destajo para alumbrar el que sería el mejor navío de su era: el San Ildefonso, de 74 cañones. «Este supo conjugar de forma magistral las estrategias constructivas de sus antecesores y mejorarlas de forma significativa para diseñar un navío sin igual», explicó González.

El resultado, según el Director de Infraestructura de la Armada, fue un alumno aventajado de la época que superó a sus predecesores en todos los ámbitos: «Las cualidades del San Ildefonso eran sobresalientes y quedaron demostradas durante las pruebas de mar comparativas con el navío San Juan Nepomuceno, realizadas por Mazarredo en el mismo año de la botadura».
En los test, que González ha consultado en los archivos para documentar este cuadro, queda claro que el bajel mejoraba a sus hermanos mayores en «maniobrabilidad y velocidad». Tanto fue así que dio lugar a la posterior construcción de siete buques adicionales, según los mismos planos, que fueron conocidos como 'Ildefonsinos'.
Pero el cuadro no evoca tan solo la grandeza de un bajel que combatió en Trafalgar contra cinco enemigos a la vez y acabó en poder de la 'Royal Navy'. «El maestro Ferrer-Dalmau ha sabido reflejar la minuciosa actividad de los astilleros de la Armada en el siglo de Oro de la construcción naval. En este siglo se produjo un florecimiento e impulso en este ámbito», corroboró el AJEMA. Y, por si fuera poco, el lienzo también representa las cuatro misiones asignadas al Cuerpo por Carlos III en 1770. «Estas eran la construcción y carena de buques, la edificación de edificios civiles, la construcción de infraestructuras hidráulicas y la gestión de la madera de los montes aledaños», finaliza González.
Desde aquí, tan solo nos queda desear un buen viaje al San Ildefonso.
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