La IIGM estalló por un atentado de falsa bandera: un agricultor drogado, la primera víctima de Hitler
Ni los descendientes de la víctima ni Angela Merkel han querido hablar nunca de este crimen cometido por miembros de las SS disfrazados de civiles, la noche del 1 de septiembre de 1939, en la que arrastraron a un desconocido elegido al azar y le dispararon en la cabeza cerca de la frontera de Polonia

Cuando se cometió el asesinato que les vamos a contar, tan solo un día antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial , ninguno de los dos bandos quiso responder a las muchas dudas que planteaba. ¿Quién se molestó en arrastrar hasta una estación de ... radio a un desconocido agricultor polaco drogado para pegarle un tiro en la cabeza? ¿Era realmente un terrorista? ¿Por qué dejaron su cadáver a la vista de todos y cerca de la frontera de Polonia? ¿Sabía algo Hitler o se enteró después?
Lo más curioso de los 85 años transcurridos desde el crimen es que muchos historiadores lo han pasado por alto. La misma canciller alemana, Angela Merkel , no hizo referencia a él en su reunión con los primeros ministros ruso y polaco, en el verano de 2019, para recordar el 70 aniversario del comienzo de la guerra más devastadora de la humanidad. Y eso que se trata del crimen que dio la excusa a la Alemania nazi para que sus tanques cruzaran la frontera de Polonia y comenzaran la invasión.
Tampoco los descendientes de la víctima han querido hablar públicamente del hecho hasta hace relativamente poco. Su sobrino y único superviviente de la familia, Pawel Honiok , comentó lo siguiente a ‘The Telegraph’ en 2009: «Nadie ha querido hablar nunca de lo que sucedió. Siempre ha sido secreto. Los alemanes nos controlaron hasta 1945 y luego los rusos se hicieron cargo. No tenían ningún interés en investigar la verdad sobre lo que había pasado al comienzo de la guerra. Incluso los miembros de mi familia tuvieron miedo de hablar cuando eran niños. Pasaron muchos años antes de que empezáramos a escuchar algo sobre aquel suceso».
El crimen silenciado
Aquel asesinato es como la pequeña pieza del puzzle de la que todos los investigadores han tendido a olvidarse cuando intentaban explicar cómo y cuándo comenzó la Segunda Guerra Mundial y cuáles fueron los detonantes. Otros acontecimientos más reseñables y que ponen en contexto la tensión que se respiraba en los momentos previos han recibido más atención, como los acuerdos que Hitler firmó en Munich, un año antes, con Francia y Gran Bretaña. Los primeros ministros Neville Chamberlain y Édouard Daladier estaban convencidos de que habían frenado las aspiraciones bélicas de los nazis y regresaron a casa triunfales. Al igual que ocurrió con el pacto sellado por la URSS de Stalin y el Tercer Reich, el 23 de agosto de 1939, en el que prometieron no agredirse.
Muchos dirigentes debieron pensar que habían logrado imponer la paz , pero Hitler tenía otros planes en mente y los puso en marcha una semana después de este último acuerdo mediantes un atentado de falsa bandera. Fue cometido al atardecer del 31 de agosto de 1939 en la estación de Radio Breslau , en Gliwice, una ciudad que por entonces pertenecía a Alemania y que se encontraba muy cerca de la frontera con Polonia. El lugar había sido escogido a conciencia, con el pretexto del conflicto diplomático que el líder nazi mantenía desde hacía años con el Gobierno polaco por unas reclamaciones territoriales.
La acción fue obra de un comando de las SS bajo las órdenes directas de Reinhard Heydrich , la cual formaba parte de la llamada Operación Himmler ordenada por el ‘Führer’ para calentar el ambiente. ¿Cómo? Simulando un ataque a la mencionada emisora que le sirviera como pretexto para declarar la guerra a Polonia, el primer episodio de la Segunda Guerra Mundial.
El atentado de Tarnow
Media docena de soldados nazis muy bien armados y vestidos de civiles asaltaron las instalaciones a las 20.00 horas. Redujeron a tres empleados y a un policía para leer después en polaco una violenta proclama contra el Hitler y el Tercer Reich. Estos iban disfrazados, además, con patillas y bigotes al estilo polaco para que no les asociaran al comando nazi al que pertenecían y con el que habían comenzado, unos meses antes, una campaña de atentados en Polonia para desestabilizar el país.
Un ejemplo fueron las dos bombas de relojería que colocaron en la estación ferroviaria de Tarnow, con las que murieron 20 personas y 35 resultaron heridas. El edificio quedó prácticamente en ruinas, pero la masacre pudo haber sido mucho mayor si el tren procedente de Cracovia no hubiera llegado con ocho minutos de retraso y otro del mismo tamaño y lleno de pasajeros no se hubiera marchado antes de tiempo.
El ataque a la radio el 31 de agosto se produjo cuando uno de los programas de la tarde emitía en directo. El periodista se encontraba en medio de una alocución cuando el comando de las SS irrumpió por la fuerza y obligaron a conectar un micrófono para que un intérprete emitiese consignas patrióticas en polaco y críticas contra los nazis. Además, entraron disparando al aire y dando gritos para que las falsos mensajes se escucharan de fondo. Uno de ellos decía: «¡Atención! Este es Gliwice. La emisora está ahora en manos polacas».
Franz Honiok, la primera víctima
Para dramatizar aún más la escena, los miembros de la SS llevaron hasta allí a un pobre agricultor local, católico y con pasado nacionalista, llamado Franz Honiok . Lo habían detenido el día anterior y arrastrado hasta la emisora, absolutamente drogado, para pegarle un tiro en la cabeza y abandonar su cadáver a la vista de todos. La víctima, además, iba vestida con un uniforme del Ejército polaco que los nazis habían robado previamente para que no hubiera confusión.
La operación duró solo 15 minutos, aunque un fallo técnico hizo que solo se llegaran a emitir nueve palabras del supuesto discurso rebelde. Entre ellas ni siquiera estaban las del anuncio de la invasión de Alemania, pero las demás fueron suficientes para que Hitler encontrara su deseado pretexto. Después subieron el cadáver de Honiok a la sala de retransmisión para hacerle las fotos que al día siguiente saldrían publicadas en todos los periódicos.
Este agricultor de 43 años era la primera víctima mortal de la Segunda Guerra Mundial. Había sido despiadadamente seleccionado después de participar en varias revueltas locales contra el dominio alemán en Silesia, con el único objetivo de que sirviera de anzuelo en la fingida agresión. El 'Führer' puso al mando de aquella unidad de élite al comandante de Alfred Naujocks , que no encontró ninguna resistencia por parte de los guardias de la emisora. Cuenta el historiador Michael Burleigh en «El Tercer Reich: Una nueva historia» , que para producir el efecto esperado en la población, añadieron otro muerto más a la escena. Se cree que fue un preso sacado directamente de un campo de concentración al que asesinaron allí también y del que nunca trascendió el nombre.
«Los gamberros del ejército polaco»
Un cuarto de hora después de que los asesinos huyeran del lugar, las radios alemanas ya estaban informando de lo sucedido siguiendo un guión perfectamente trazado por los mandos nazis. Al día siguiente, un Hitler absolutamente furioso utilizaba el incidente como excusa para declarar la guerra a Polonia. «Esta violación del territorio alemán por parte de estos gamberros del ejército polaco ha agotado, finalmente, nuestra paciencia», declaró en el Reichstag, echando la culpa a sus vecinos de haber iniciado el conflicto y recibiendo el aplauso unánime de los parlamentarios.
Aunque el hecho fue tratado en los juicios de Nüremberg de 1945, lo cierto es que no fue hasta 1958 cuando se revelaron todos los detalles a raíz de una entrevista del escritor británico Comer Clarke a Naujocks. «Sí, yo empecé todo. No creo que nadie se preocupe por mí ahora», confesó el antiguo jefe nazi en un artículo en el que era calificado como «el hombre que comenzó la última guerra».
Este ex comandante de las SS murió en 1960 y nunca fue juzgado. En su charla con Clarke contó: «En 1939, Heydrich me dijo: ‘Dentro de un mes estaremos en guerra con Polonia. El Führer está decidido. Sin embargo, primero tenemos que ir a la guerra y para ello hemos organizado incidentes en Danzig y en toda la frontera alemana, pero para ello tiene que suceder algo grande y obvio"».
«Nadie ha querido hablar de lo que sucedió»
Después continuó citando las palabras de Heydrich, quien le dijo: «Aquí es donde entra usted, Naujocks. La idea es que seis hombres y usted mismo irrumpan en la estación de radio de Gliwice, eliminen al personal y emitan un discurso en polaco en el que ataquen a Alemania y a Hitler. También anunciarán la intención de Polonia de conquistar por la fuerza los territorios disputados». Y reveló que, efectivamente, Honiok fue drogado y arrastrado inconsciente hasta la estación de radio antes de recibir el disparo.
Pocas horas después de aquello, a las 4.45 del 1 de septiembre de 1939, el buque de guerra alemán Schleswig-Holstein disparó contra la base militar situada en la península de Westerplatte, en Polonia. Fue, oficialmente, el primer disparo de la Segunda Guerra Mundial. La muerte de Honiok, sin embargo, nunca se ha incluido en ninguna conmemoración.
La ansias expansionistas del ‘Führer’ eran inabarcables. Gran Bretaña reaccionó a la agresión firmando un pacto de colaboración con los polacos para la defensa mutua y consiguieron frenar momentáneamente la invasión , pero no duró mucho. El plan secreto de los nazis había surtido efecto y las consecuencias son de sobra conocidas : 42.500 campos de concentración, guetos y factorías de trabajos forzados que provocaron entre 15 y 20 millones de muertos o internados por parte de los nazis, según estableció en 2017 el Holocausto Memorial Museum de Washington a través del proyecto «Enciclopedia de Campos y Guetos».
El cómputo de la mayoría de estudios hechos desde 1945 es de seis millones. Ese mismo año, el Instituto de Asuntos Judíos de Nueva York ya situó los fallecidos entre 5.659.600 y 5.673.100. Una cifra similar a la que fue revelada poco antes por William Höttl, antiguo miembro de las SS, que declaró que fue usada por Adolf Eichmann, el arquitecto de la solución final, en 1944.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete