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El «star system» hollywoodiense se tambalea

El «star system» hollywoodiense se tambalea

Colocar el nombre de una estrella como Julia Roberts, Russell Crowe o Will Ferrell en el cartel de una película garantizaba el éxito de taquilla... hasta ahora. Los grandes ejecutivos de Hollywood han comenzado a replantearse el negocio después de que algunas de sus grandes apuestas de 2009 se hayan pegado el batacazo, no sin por ello dejar de engordar las cuentas bancarias de los actores que las protagonizaban.

Así ocurrió, por ejemplo, con «Duplicity», el thriller dirigido por Tony Gilroy que trataba de rescatar la buena química que Julia Roberts y Clive Owen demostraron tener en «Closer» y que consiguió unos exiguos 40 millones de dólares en la taquilla estadounidense que no cubrían ni de lejos los costes de producción -unos 60 millones, incluyendo la cuantiosa minuta de la que fuera «novia de América»-.

Tampoco le fueron mucho mejor las cosas a Russell Crowe, quien únicamente logró 37 millones de dólares con «State of play», una cinta de Kevin Macdonald que aparentemente contaba con bazas tan sugestivas como Ben Affleck o la oscarizada Helen Mirren.

Otro tanto le ha ocurrido a Tom Hanks, quien rompió todos los récords al asegurarse unos 50 millones de dólares por seguir encarnando al profesor de simbología Robert Langdon en «Ángeles y demonios». El filme ha amasado unos 133 millones de dólares en la taquilla estadounidense, una cantidad nada desdeñable pero notablemente inferior a los más de 217 millones de dólares que consiguió «El Código da Vinci» en el país de las barras y las estrellas hace tres años.

Por el lado cómico no hay mejores noticias para las «stars» hollywoodienses. Will Ferrell apenas ha conseguido 50 millones de dólares con «El mundo de los perdidos» , justo la mitad de lo que costó su producción. Adam Sandler tampoco le ha sacado demasiado rédito a «Funny people», una película que ha recaudado unos 50 millones de dólares cuando su presupuesto rondaba los 75 millones.

Honrosas excepciones

En medio de tanto fracaso, apenas dos rayos de esperanza emergen en el horizonte. Se trata de Johnny Depp, cuya encarnación de John Dillinger ya ha elevado a casi 100 millones de dólares la recaudación de «Enemigos públicos», y Brad Pitt, que ha conseguido que «Malditos bastardos» se convierta en el mejor estreno de toda la filmografía de Quentin Tarantino.

Ellos, junto a Will Smith y Sandra Bullock, son de los pocos cuyo nombre aún es sinónimo de éxito en una industria que parece sentir con especial virulencia los embates de la crisis económica que asola el mundo y en la que los superhéroes salidos del cómic han pasado a ocupar el lugar privilegiado que otrora correspondiera a los más elegantes de la alfombra roja.

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