El recién nombrado arzobispo de Varsovia colaboró con la Policía secreta
REUTERSStanislaw WielgusJOSÉ GRAUMADRID. Estamos ante el escándalo más grande que se recuerda en la Iglesia polaca en los últimos años. El recién nombrado arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus

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Stanislaw Wielgus
JOSÉ GRAU
MADRID. Estamos ante el escándalo más grande que se recuerda en la Iglesia polaca en los últimos años. El recién nombrado arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, admitió ayer que había colaborado con la policía secreta de la época comunista, la temida SB (por sus siglas en polaco). Wielgus dijo que respetaría cualquier decisión del Papa sobre su futuro y no se descarta que, efectivamente, sea destituido.
A pesar de todo, Wielgus tomó posesión de la diócesis de Varsovia, en la que sustituye al retirado cardenal Józef Glemp, un símbolo, junto con el fallecido Papa Juan Pablo II, de la lucha contra el comunismo. Benedicto XVI designó a Wielgus sucesor de Glemp el pasado 6 de diciembre.
En un comunicado hecho público ayer y que hoy se leerá en los templos católicos polacos, Wielgus confesaba: «Con este enredo he dañado a la Iglesia», y añadía: «He dañado a la Iglesia también recientemente, pues, dentro de esta agitada campaña de los medios de comunicación, negué el hecho de la colaboración».
Situación insólita
La situación es insólita. Si Wielgus no dimite, tendríamos en Varsovia a un obispo que colaboró con la SB, y a un posible mártir, el padre Jerzy Popieluszko, al que esa misma SB asesinó.
En conversación telefónica con este periódico, un sacerdote de Varsovia, gran conocedor del panorama eclesiástico en su país, de ninguna manera quitaba importancia a lo ocurrido. «¡Estamos supercabreados!», exclamó, y comentaba: «Es necesario un cambio generacional en la Iglesia de Polonia. No se necesitan obispos que hayan hecho carrera científica (aludiendo a Wielgus), sino gente normal y que no mienta. Los polacos son muy pacientes y pueden mirar para otro lado si un cura se emborracha, pero no con mentiras sobre si colaboró con la SB».
Poco después del nombramiento, diversos medios polacos, entre ellos el diario «Rzeczposzpolita», empezaron a publicar que Stanislaw Wielgus, durante 20 años a partir de finales de los 60, había colaborado con la policía secreta. El nuevo arzobispo, que fue profesor de Filosofía en Lublín, se defendió, tras negarlo al principio, aduciendo que lo había hecho para que le dejaran viajar al extranjero a completar su carrera científica.
Una comisión de la Iglesia, formada «ad hoc» para estudiar los documentos sobre Wielgus, ha llegado a la conclusión de que había «evidencia suficiente de que informó voluntariamente». Wielgus sostiene que con esos «dossieres» no ha dañado a nadie. Pero esto ya no convence, pues no se descarta que sigan saliendo más papeles comprometedores.
En los años 80, la Iglesia apoyó al movimiento Solidaridad, lo que fue crucial, junto con el papel del Papa Juan Pablo II, para que en 1989 cayera el régimen comunista. Pero antes y durante la situación era tal que algunos clérigos, sabiéndolo o sin saberlo, espiaron para el régimen. Algunos historiadores calculan que hasta el 10 por ciento de los sacerdotes.
El historiador Tadeusz Isakiewicz está preparando un libro sobre la colaboración del clero que, se comenta en Varsovia, puede ser una auténtica bomba de relojería.
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