La fusión en Yugo: versátil, amena y asentada
Dentro del género, Dairon y Adolfo, los hermanos Alexander, han sellado su identidad a una propuesta bastante libre y que rezuma confianza, temple y conocimiento. Y todo ello en un clima de bendita calma

Camino a su cuarto año de vida, podemos dar fe de la evolución de Yugo Restaurant; ha solidificado su estilo en el cada vez más demandado género de la fusión. Tras mucho tiempo de observación y ajustes, el local, la carta y la clientela ya están donde los hermanos Alexander los querían para dejar fluir su talento, de indiscutible formación, y así crear un sello propio y aportar su particular valor diferencial en este tipo de cocina. Y lo han logrado de sobras.
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El local cuenta con una sala mucho más agradable que la terraza, y recomendamos la experiencia itamae en barra, también para palpar la divertida y fraternal relación entre Dairon y Adolfo, dos tipos que hacen cosas fuera de lo común con su tangible aura de normalidad.
Y queremos destacar algo fundamental: la calma que destilan tanto los hermanos como el personal, consecuencia de tener dominado lo que se traen entre manos y ser exigentes con el número de mesas disponibles, una particular obsesión de Dairon para que el servicio no flaquee.


Su carta es de las ingobernables, que te hacen paladear una experiencia distinta en cada visita, aunque D&A se mueven por ella con diligencia. Ello hace difícil fijar sus indispensables, si bien hay paradas obligatorias. Como la explosión en boca de sus croquetas de ramen, producto estrella. O sus patatas bravas con espuma kimchi que nos recuerdan su conexión con Óleo de la mano de Rui Junior. Los amantes de las ostras saciarán su paladar con ellas.

La secuencia de piezas de sushi, de extensa tipología, evidencia el cariño que se le pone a la elaboración del arroz y un género atractivo. De los nirigirs, destacamos, entre otros, el nigiri de quisquillas, el de anguila (fresquísima), el de salmonete soasado, el de caballa o el de toro sellado con carbón de encima en vivo y un wasabi puro que seduce hasta a los que rehuyen del picante.

Las elaboraciones más complejas también constatan la buena mano y el temple de los Alexander. Como en su trilogía de atún (akami, chutoro y toro) o una langosta de Tristán que probamos con caviar y sisho en tempura.


De su bodega, recomendamos redondear la experiencia con su sake. Y mucho ojo entre sus postres al coulant de cheesecake, notable variante de la tarta. Pero si uno se va saciado y contento de Yugo, también lo hace con una alarma interna: regresar para probar todo lo que no da tiempo en una sola visita.
CRÍTICA DE YUGO RESTAURANT
Valoración
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Comida: 4/5
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Servicio: 4/5
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Ambiente: 4/5
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