Las vacaciones secretas de la Reina Letizia y sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía

Daniella Bejarano

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17/08/2024
Actualizado a las 04:32h.

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El verano de la Familia Real española ha sido todo menos tranquilo. La combinación de deberes institucionales, eventos de alta visibilidad y una serie de decisiones personales han marcado las últimas semanas para el Rey Felipe VI, la Reina Letizia y sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Mientras el resto del país se sumerge en la calma estival, los Reyes han vivido un verano cargado de actividad, manteniéndose en el foco de la atención pública, aunque han intentado preservar su privacidad en cada paso que han dado.

Este verano, la actividad de la Familia Real comenzó con la despedida de la Princesa Leonor de la Academia Militar, un momento simbólico que la coloca en el camino de futuras responsabilidades. A este evento le siguió su nombramiento como alférez alumna, un título que destaca su compromiso con la formación militar, siguiendo los pasos de su padre.

Estos acontecimientos, sumados a la presencia de Felipe y Letizia en los Juegos Olímpicos de París, donde ambos mostraron su apoyo incondicional a la delegación española, pusieron a la realeza bajo los reflectores internacionales. Además, estos compromisos no solo acapararon la atención mediática, sino que también dejaron poco espacio para el descanso.

Tanto el Rey como la Reina, junto a sus hijas, vieron sus días de ocio reducidos, con la agenda llena de compromisos que cumplían de manera impecable. Sin embargo, la presión constante de las apariciones públicas y las exigencias oficiales crearon una atmósfera de tensión que, sin duda, afectó sus planes de vacaciones.

Tradicionalmente, la Familia Real ha utilizado el Palacio de Marivent en Palma de Mallorca como su refugio estival. Sin embargo, este año han optado por un destino diferente para disfrutar de un merecido descanso, alejado del escrutinio público. Aunque Mallorca sigue siendo su base de operaciones para ciertos compromisos oficiales, las verdaderas vacaciones de los Reyes se desarrollaron lejos de los ojos curiosos.

El destino elegido fue Grecia, un país con un significado especial para la realeza española, incluida para la Reina Letizia, dado su vínculo con la familia de su esposo, que tiene raíces helénicas. Según fuentes cercanas, un avión despegó de Madrid con destino a Grecia, con Letizia y sus hijas a bordo, mientras que Felipe partió hacia la República Dominicana el 15 de agosto para asistir a la investidura del nuevo presidente del país. Esta elección de destino no es sorprendente; en el pasado, la familia ha demostrado su predilección por destinos discretos pero significativos, como Miconos en 2018, donde disfrutaron de unas vacaciones en un entorno privado y alejado de las cámaras.

La partida del Rey Felipe hacia la República Dominicana coincidió con un momento triste para su familia: la muerte de Juan Gómez-Acebo, primo del monarca y miembro cercano de su familia. Esta pérdida se sumó al reciente fallecimiento de Fernando Gómez-Acebo, otro primo del Rey, lo que ha dejado a la familia profundamente afectada. Aunque Felipe y Letizia han mantenido una relación distante con los Gómez-Acebo, especialmente la Reina, estos acontecimientos han puesto a prueba los lazos familiares.

La muerte de Juan no solo fue un golpe emocional para Felipe, sino que también planteó un dilema para la Reina Letizia. Con el funeral programado para el mismo día en que el Rey debía estar en República Dominicana, la decisión de asistir o no al acto fúnebre en ausencia de su esposo recayó sobre ella. La relación de Letizia con la familia de su marido ha sido siempre complicada, marcada por tensiones y desplantes que han sido públicos en varias ocasiones. Este funeral representaba una oportunidad para Letizia de suavizar las tensiones, pero su decisión de asistir en solitario, si es que lo hizo, ha generado aún más especulaciones.

Más allá de Grecia, la Familia Real ha mostrado una predilección por otros destinos de vacaciones a lo largo de los años. Estados Unidos, especialmente Nueva York, y Países Bajos son algunos de los lugares que han elegido en el pasado, en parte debido a las relaciones cercanas que mantienen con los monarcas neerlandeses. También han disfrutado de cruceros por el mar Adriático, como lo hicieron en 2016, o de estancias en la Costa Azul y el cabo de Gata en España.

En ocasiones anteriores, han preferido destinos más cercanos y discretos, como Portugal, donde en 2010 y 2012 se alojaron en el castillo Sao Joao do Arade, propiedad de un amigo del Rey Juan Carlos. Estos destinos han sido cuidadosamente seleccionados para garantizar la privacidad, un aspecto que la Reina Letizia ha defendido con firmeza desde su llegada a la Monarquía española, quien además ha insistido en mantener la vida privada de su familia alejada del escrutinio público, especialmente durante las vacaciones, un tiempo que considera esencial para desconectar y recargar energías.

Con la inminente reincorporación de la Princesa Leonor a su formación militar y el inicio de un nuevo curso para la Infanta Sofía, se espera que la familia regrese a Madrid en breve. Sin embargo, la falta de información clara sobre sus movimientos ha generado una ola de especulaciones entre los medios y el público.

Este verano ha sido un reflejo de la complejidad que rodea a la Familia Real española. Entre la necesidad de cumplir con sus deberes oficiales y el deseo de mantener una vida privada, Felipe y Letizia han navegado un mar de responsabilidades y decisiones difíciles. El futuro próximo, con la vuelta a las obligaciones regulares y los desafíos que esto conlleva, pondrá a prueba nuevamente su capacidad para equilibrar su vida pública con la privada, en un contexto que no siempre es favorable para la tranquilidad que tanto anhelan.