Del suicidio del padre de sus hijas a la ruptura con Bigote: los golpes amorosos de María Teresa Campos
Seis hombres han pasado por la vida de la presentadora
El enfado de Edmundo 'Bigote' Arrocet tras la muerte de María Teresa Campos: «Debería haberme pedido perdón ella a mí»
Última hora sobre la muerte y funeral de María Teresa Campos

Esta mañana hemos amanecido con la triste noticia del fallecimiento de María Teresa Campos a los 82 años en la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), donde permanecía ingresada desde el pasado domingo debido a una grave insuficiencia respiratoria que acabó con su vida.
La periodista y presentadora de televisión era una experta en el amor. Lo ha sido toda la vida, aunque le hayan hecho sufrir. Su última relación sentimental fue con el humorista chileno Edmundo 'Bigote' Arrocet, con protagonizó una polémica ruptura después de seis años de noviazgo.

Antes de él, seis hombres pasaron por su vida. Aunque el último la elevó a las cuotas de popularidad más altas de toda su carrera profesional.
Todo el mundo hablaba de María Teresa y Edmundo, tándem inseparable, aunque pareja atípica. Su noviazgo la encumbraron a las portadas de las revistas, a ser 'trending topic' de Twitter y a convertirse (a pesar de su veteranía) en una imagen comercial al alza. Con él, la malagueña atravesó una de sus mejores épocas, tras una enfermedad que la mantuvo apartada un tiempo. El amor la salvó pero, tras su mediática ruptura, el desamor la hundió en lo más profundo.
En el año 2014, la comunicadora escribió un libro titulado 'Amar, ¿para qué?'. Una reflexión sobre el amor romántico, al que desmitifica, que sale a la venta en diez días. Lo escribió antes de empezar a salir con el humorista. En el escrito, Campos se preguntaba para qué perdió el tiempo con algunas personas y, sobre todo, con algunos hombres. ¿Mereció la pena?
Su pasado sentimental da para más de un tomo. Se echó novio a los 16 años, José María Borrego, con el que se casó a los 23. Formaban una pareja muy convencional y propia de su época. Una oferta laboral en Madrid fue la coartada perfecta que permitió a la comunicadora cambiar su vida y recuperar su libertad. «Para mí era casi como un hermano. Yo ya estaba asentada en Madrid y veía a José María cada vez que iba a Málaga. Nunca le pude decir que me quería separar legalmente, porque eso no era posible. Así que, bueno, vivíamos una situación de hecho, que no de derecho».

Tres años después de vivir en la capital, allá por el 84, María Teresa recibió por teléfono la desagradable noticia de que su todavía marido, José María, se había suicidado pegándose un tiro. Fue el final de 24 años juntos, siete de noviazgo y 17 de matrimonio. Entonces, a pesar de la inmensa tristeza inicial, comenzó a vivir una libertad plena y a disfrutar de la vida. Aunque al principio todos los hombres le parecieron muy carcas. La educaron para casarse y siempre se ha sentido culpable por trabajar, pero no ha vuelto a pasar por el altar. Siempre ha reconocido que para ligar no es favorable la fama. «Hay hombres a los que no les sienta nada bien que te feliciten por tu trabajo y a ellos les ignoren». Quizás por eso, cruzarse con el arquitecto vasco Félix Arechavaleta fue lo mejor que el destino le pudo ofrecer.

Lo conoció casualmente gracias a una avería en el coche y desde aquel día no se separaron durante 12 años. «Era un desconocido que detuvo su vehículo para auxiliarnos y se quedó esperando a que llegara la grúa. En ese momento éramos dos extraños unidos por una simple casualidad», contó la presentadora. Él fue como un segundo padre para sus dos hijas, Terelu y Carmen. Falleció en 2006 y, a pesar de que hacía cinco años de la ruptura sentimental, todo el clan Campos lloró su pérdida.
A partir de entonces, ninguna pareja le ha durado más de dos años. Salió mucho a cenar y se dejó ver en actos con el empresario sevillano Felipe Maestro, con fama de dandi. No pasó del año.

Hasta que un amigo en común, le hizo de celestina y le presentó en 2005 al periodista José María Hijarrubia, ocho años menor que ella, divorciado y con dos hijas. El idilio duró apenas dos años. Entonces, apareció en su vida el empresario químico Santiago García, aficionado a las motos. Con él pasó el verano de 2007 en Marbella y la convirtió en motera. Éste declaró en una ocasión que «todos los días le pido matrimonio, pero nada».
Casi un año después, ella misma, muy afectada, anunciaba la ruptura, sin entrar en detalles íntimos. A los dos meses, conoció al abogado argentino Gustavo Manilow. Él la apoyó durante la dura enfermedad pero la cosa tampoco cuajó. «Lo que María Teresa diga en su libro sobre nosotros, está bien», declaró entonces.
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