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El esfuerzo de María Jiménez para cumplir su última voluntad antes de morir

La artista falleció el pasado 7 de septiembre rodeada de toda su familia

La emotiva despedida de Lichis a María Jiménez por 'La lista de la compra': «Hicimos juntos algo muy hermoso»

María Jiménez gtres

F. B.

Madrid

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Fue el pasado 7 de septiembre cuando falleció la cantante, bailaora y actriz María Jiménez a los 73 años de edad en su casa de Triana (Sevilla) y rodeada de sus seres queridos. «Con profunda tristeza y dolor en nuestros corazones, despedimos hoy a María Jiménez, mujer amada y respetada por su compromiso inquebrantable con su familia, amigos y admiradores. Un espíritu indomable, una personalidad arrolladora, una mujer fuerte y valiente que luchó contra todas las adversidades más allá de lo imaginable», rezaba el escrito firmado por su hijo, Alejandro Jiménez.

España entera se despidió de la artista con un funeral muy flamenco en Triana. Sus restos mortales fueron expuestos en una parroquia abarrotada. Sevillanas como 'Triana contigo vida mía' o 'Tiempo detente' acompañadas por la guitarra se escucharon en la iglesia provocando grandes aplausos del público. La salve rociera y un paseo póstumo a caballo por las calles sevillanas pusieron punto y final a esta emotiva ceremonia.

Poco más de diez días después de su muerte, su hermana Isabel ha visitado el plató de 'Y ahora Sonsoles' para revelar cómo fueron sus últimas horas de vida. «No se fue» hasta que su hijo -que vive en Toledo- llegó a Sevilla para despedirse de él: «Fue empeorando, empeorando... Y ahí se quedó. A las 00:47 fue. Parece que estaba esperando a que llegara su hijo. Su hijo llegó, la vio y 10 minutos después ya se fue. Esperó a Alejandro para morirse», confesó.

«Ella nunca dijo cómo quería morir ni nada, no quería morirse, pero las fuerzas le fallaron al final», explicó Isabel ante la atenta mirada del resto de colaboradores. «Ingresó y me fui por la noche a mi casa, regresé a las 7:00 horas de la mañana y ya estuve todo el día con ella hasta que se fue. Tuve mucho tiempo para despedirme. Veía como se iba... Ella me miraba... Pero creo que ya no veía. Creo que ella no se daba cuenta. Estaba despierta pero inconsciente», añadió.

Isabel describió a su hermana como una persona «brava, fuerte y nunca lloraba. Fue consciente de todo, pero nunca se quejó». Y recordó uno de los sucesos que más le marcó en su vida, la muerte de su hija: «Eso la hundió, jamás se repuso de eso. Le costó más de dos años levantar un poco la cabeza. Se vino a Sevilla conmigo y con el niño. Se refugiaba en Alejandro, que era chico, y en sus amigos porque era rica en amigos. Era incapaz de hablar de la niña y me pedía a mí que le pusiera flores porque ella no podía. Mirábamos una foto, pero nunca hablamos de ella», sentenció. Y también tuvo unas palabras para Pepe Sancho, su marido: «Maldita la hora que se cruzó con Pepe. Me da pena que aguantara lo que aguantó. El mismo día de la boda le dio la primera guantada. A mí nunca me gustó. Aquello era un sinvivir... Era violento y le gustaba machacarte psicológicamente. María aguantaba porque estaba muy enamorada y él le lloraba lo más grande para que lo perdonara, pero delante de mí nunca le puso la mano encima. A María la vida la hizo dura y no lloraba».

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