Blanca Suárez: «Necesito que me den cariño»
La actriz, que presenta 'La huella del mal' en el Festival de Málaga, recuerda su infancia y nos habla de su carácter, de sus fortalezas y debilidades
El motivo por el que Dani Martín y Blanca Suárez cortaron: «Fue acoso y derribo y fue ilegal»

Cada lector tiene una visión de los personajes del libro que tiene entre sus manos. Blanca Suárez tenía la suya de Silvia, protagonista de 'La huella del mal', que ahora encarna en el cine: «Da respeto proponer tu opinión al director cuando es quien ha escrito la novela, pero Manuel Ríos San Martín ha sido generoso y ha aceptado mi granito de arena. Hay cosas en la película que no estaban en el papel, ahora es más intensa, con menos momentos policíacos y más motivaciones para mi personaje, como sus traumas del pasado o su conflicto con la maternidad». Una de las experiencias más curiosas de este 'thriller' es que, por primera vez, se ha rodado en Atapuerca: «Uno de los privilegios de mi profesión es que te abre puertas a nuevos mundos. Ha sido un lujo trabajar en esa excavación, cerrada, de noche, solos», reconoce la actriz.
Si tuviera que elegir uno de los rasgos que mejor la definen, Blanca no duda: «La templanza. Creo que intento manejar las situaciones más peliagudas desde la calma. Y me manejo bien, lo reconozco». Pero hay detalles de su forma de ser que cambiaría si pudiera: «Soy perezosa, admiro a la gente que tiene fuerza de voluntad extra para hacer mil cosas a la vez. Me fascina». Tiene claro donde se refugiaría para hallar la paz: «Lejos del ruido, de las multitudes. Cuando hay caos me agobio. Realmente estoy a gusto, relajada, cuando estoy con gente que me conoce bien. Y esa es la misma gente que me da cariño, porque yo necesito que me den cariño». Por eso, Blanca evita «a todos esos que no escuchan, que avasallan con la palabra, con la actitud, y te pasan por encima. Esas personas me sacan de quicio».
Es una mujer inconformista y exigente consigo misma: «Creo que encontrar mi mejor versión es una búsqueda eterna». Si hay un halago que le gusta es que le digan 'no has cambiado': «Creo que no hay nada como ser tú mismo y ser fiel a lo que eres y quieres ser». También disfruta cuando fantasea, aunque lo haga con los pies en la tierra: «Me divierte soñar, visualizar lo que deseo, pero no vivo ahí. Lo proyecto, pero no me anclo, ni lo coloco como una meta. Dirijo mis energías sin obsesionarme».
Tiene la cabeza bien ordenada, lo transmite con su forma de expresarse, pero en su vida reina cierta locura: «Me encantaría tener mis rutinas, pero tengo que improvisar constantemente. Cada día es como una montaña rusa. Es la realidad de mi trabajo, ahora mismo no sé nada de lo que voy a hacer en abril, por ejemplo. Intento cerrar la agenda, pero no sé qué va a ser mi vida porque toda ella depende de los proyectos, de los horarios de cada rodaje… Las rutinas me dan calma, por eso las echo de menos, pero he aprendido a no frustrarme por tener que sacrificarlas».
Blanca se reconoce «una romántica, pero porque es mi carácter. Me gustan los pequeños gestos de amor, cosas como crear momentos bonitos con la gente que quiero, no solo con mi pareja, para poder recordarlos después». Por eso los cuida con mimo, alejándolos de las miradas curiosas y ajenas a esa burbuja en la que se siente cómoda compartiendo sus sentimientos.
La niña que jugaba a hacer fotos
Blanca tiene bastantes recuerdos de esta foto realizada cuando iba con su tío al parque: «Tenía tres años y llevaba mi vestido favorito».

La cámara no es un detalle banal: «Mi familia era muy de grabar vídeos y de sacar fotos. A veces me asaltan 'flashes' inesperados de mi infancia y no tengo claro si son reales, son fruto de lo que me han contado mis padres o están provocados por las imágenes que conservo. Porque lo tengo todo guardado, no solo ese material, también ropa o cosas insignificantes que tienen valor para mí».
De niña era «tranquila, nada revoltosa, muy alegre, curiosa, feliz de contar con unos padres entrando y saliendo, haciendo excursiones». Blanca no tenía problemas en el colegio, «nunca he tenido malas notas», pero no era un lugar que le inspirase: «Sentarme a estudiar me aburría, pero me obligaba para sacar el curso dignamente». Luego, como a todos, la adolescencia vino a trastocarlo todo: «En esa época fui más rebelde. Ya era sociable, abierta agradable y comunicativa, pero se abría en mi interior un mundo que solo comparto con aquellos que son más cercanos. Es un círculo pequeño, es el mismo desde siempre».
Blanca tiene muy presentes a los suyos: «Ni somos perfectos, ni somos una tribu, pero todos en mi familia estamos pendientes los unos de los otros. Estamos muy presentes en las vidas de todos». Es probable que les sorprendiera verla convertirse en actriz porque no fue una de esas niñas empeñadas en cumplir el sueño de ser actriz: «Lo mío no nace de una vocación absoluta sino de un conjuntos de casualidades, aunque provocadas en cierto modo, porque iba a clases de teatro, me movía en un círculo de artistas, hice una prueba y todo se desencadenó. Pero no, nunca sentí la llamada. Para mí, todo eso de disfrazarme para salir en los vídeos familiares no era más que un juego».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete