Educar sin dejarse a nadie: «Aquí cabemos todos»

Coral Elizondo, maestra, psicóloga y autora de varios libros pedagógicos y ponente en 'Aquí cabemos todos. Educar sin dejarse a nadie', dentro del ciclo de conferencias de Fundación Botín'La educación que queremos', apuesta por que la educación no se deje a ningún alumno en la cuneta. Pero, ¿por qué resulta tan difícil conseguirlo? Asegura que «tendemos a homogeneizar las aulas, cuando lo cierto es que cada vez hay más diversidad por lo que es necesario ajustar las respuestas a cada necesidad. En educación no puede haber talla única. Hay que personalizar el aprendizaje».

Advierte a ABC que «la educación inclusiva no es la educación especial del siglo XXI, es un proyecto ético. El matiz es no segregar a los estudiantes en el aula o la sociedad porque implicaría que no están excluidos. El problema es que la sociedad es indiferente a las diferencias, perpetuamos la segregación, y ahí hay que poner el foco».

Añade que actualmente también hay ciertos errores porque muchas veces se confunde igualdad y equidad. «Se cree que la igualdad es sinónimo de justicia social, cuando no hay mayor injusticia que tratar igual a los que son diferentes y requieren más apoyo. Hacen falta propuestas didácticas equitativas y accesibles para todos».

En su opinión, para lograr una educación más justa es necesario trabajar sobre varios ejes:

Valores inclusivos. Con el objetivo de promover en los centros de enseñanza valores que impliquen la justicia social, la equidad, la honestidad, el respeto, la convivencia y el bienestar emocional. El propósito es reducir toda forma de discriminación.

Humanismo. Para asumir que todos los estudiantes pueden aprender, que debe tomarse en cuenta su punto de vista y que tiene que garantizarse su voz y su participación.

Prácticas inclusivas. Hace falta implementar prácticas didácticas que permitan aprender juntos en el aula diversa, respaldadas por un diseño universal y los ajustes razonables.

Redes de apoyo. Crear redes naturales de apoyo que favorezcan y movilicen oportunidades para todos y el desenvolvimiento pleno de la persona.

No obstante, considera que para que todo esto sea posible es «imprescindible apoyar al profesorado, figura clave para lograr la educación inclusiva, un asunto que es de justicia y democracia social», añade Elizondo.

Adriana Yépez de Dominicis, directora del área de Educación de Fundación Botín, reconoce abiertamente que en educación hay una gran diversidad de necesidades, «pero sí, cabemos todos». Apunta que en el año 2000 crearon el programa 'Educación Responsable' con una experiencia piloto en Cantabria para potenciar el desarrollo emocional y social en niños y jóvenes de 3 a 16 años mediante un plan de formación y recursos educativos para los docentes. Hoy están presentes en 900 centros de 9 países de América Latina.

«Se trata de un programa preventivo, no pretende la intervención cuando hay un problema, sino que ayuda a desarrollar habilidades para evitar situaciones de riesgo en el futuro en relación a la salud mental, el acoso, adicciones a sustancias, violencia... El propósito es que los docentes puedan dotar a sus alumnos del aprendizaje necesario para que tengan capacidad de conectar, de relacionarse con los demás, manejar sus emociones, tener seguridad, crear un clima de confianza, apertura e inclusión. De esta manera no se deja espacio a situaciones de bullying, agresividad...», puntualiza la directora del área de Educación de Fundación Botín,

Explica que han percibido que los profesores tienen un gran deseo de fortalecer el vínculo con su alumnado, conociendo tanto las fortalezas como las debilidades, lo que enriquece mucho la educación. «Por ello, insistimos en que hay que dotar de herramientas a los docentes y acompañarles en el proceso porque sintiéndose solos y asilados es muy difícil que cumplan con las expectativas de llegar a todo su alumnado».

En este acompañamiento dotan al personal docente de instrumentos que les ayudan a trabajar la parte emocional para que sus estudiantes sepan identificar emociones, expresarlas, ser empáticos, aumentar su autoestima, potencialidad...

En la parte social se profundiza en las habilidades propias de las relaciones con los demás, la predisposición a acercarse a los compañeros, en cómo iniciar una conversación, desarrollar técnicas de comunicación, escucha activa, el lenguaje verbal, no verbal... Los docentes se apoyan en vídeos, cuentos, música, videojuegos o, incluso, en el arte para motivar a su alumnado en este área.

El programa también cuenta con un espacio destinado a trabajar la asertividad «que es clave en la inclusión -advierte Adriana Yépez De Dominicis- porque se trabaja bajo el paraguas de 'me respeto y te respeto' y puedo transmitir mi manera de pensar o sentir sin caer en la presión social. Es decir, asumen que hay que aceptar las diferencias de los otros».

El pensamiento crítico es también un punto clave, «pues se fomenta que el alumnado se plantee preguntas, se haga cuestionamientos, conozca la verdad, el asombro, investigue, descubra cómo afrontar problemas, tomar decisiones, asumir responsabilidades...».

Yépez De Dominicis explica que Educación Responsable es un programa que se imparte durante un periodo de tres años. «Los centros se van sumando y van implantando lo aprendido".