SPECTATOR IN BARCINO
La lengua que secuestró el nacionalismo
Josep Maria Flotats recordaba en el Círculo del Liceo, al hablar de su defenestración en el Teatre Nacional de Catalunya, que en 1985 había representado en el teatro Pavón de Madrid su 'Cyrano' en catalán con subtítulos el castellano. No fue una experiencia aislada; llevó ... también a la capital de España otras producciones en catalán como 'Àngels a Amèrica'. Después de la defenestración, con la complicidad del mundo teatral barcelonés que le hizo el vacío, Flotats tuvo que irse a Madrid. Allí ha podido trabajar las tres últimas décadas porque «es una ciudad muy grande y nadie te pregunta nada». La pregunta de marras es si eres un buen catalán que es lo mismo que ser, en la neolengua de la tribu, nacionalista.
Sí. Flotats es un catalán «de soca-rel». Tanto, que en tan largo periodo de extrañamiento no pudo resistirse a volver a Barcelona, siempre que hubiera un teatro dispuesto a acoger sus obras, lo que no era fácil. Flotats tenía muchas ganas de hacer teatro en su tierra y por eso encargó a Salvador Oliva que vertiera al catalán 'Voltaire y Rousseau, La disputa'.
A Oliva –el mejor traductor de Shakespeare a la lengua catalana– le ocurre algo parecido a Flotats. En su caso, las críticas al nacionalismo y el acercamiento a Ciudadanos le condujeron al apartamiento de la cultura oficial nacionalista. Tampoco le ayuda haber recordado su época de profesor de Filología cuando suspendió cuatro veces al mediocre alumno Puigdemont: «Es burro. O mejor dicho, muy burro», recordaba.
¿Por qué Flotats podía representar su 'Cyrano' en catalán con subtítulos en castellano en Madrid hace cuarenta años y ahora no? Porque el nacionalismo y su deriva separatista instrumentalizó la lengua hasta hacerla antipática. Todo empezó en el Tripartito con Carod-Rovira («me llamo Josep Lluís»); persiste en esos diputados que excretan, ahora en catalán, su ponzoña hispanofóbica. Cada vez que Míriam Nogueras abre la boca eleva otro ladrillo en el muro divisorio entre la Cataluña de la que se cree representante exclusiva y la nación española. Los diputados de Junts y Esquerra encarnan esa jactancia a la que Sánchez pone buena cara para no salir de la Moncloa antes de tiempo. La misma buena cara de Salvador Illa al crear una consejería de la Lengua en la que no cree para contar con el apoyo de Esquerra y presidir la Generalitat.
Mientras se siga multando en Cataluña por no rotular en catalán; se financien plataformas que espían a los niños en el patio a ver en qué lengua se expresan; se niegue el veinticinco por ciento de clases en castellano y se confunda la promoción de la lengua con la imposición va a ser muy difícil que el catalán recobre el prestigio de cuando Raimon y Llach hacían conciertos en Madrid con los aforos a rebosar y Flotats ponía su 'Cyrano' en catalán con subtítulos en castellano.
A juzgar por las palabras de Illa en el debate del Parlament, la lengua catalana, secuestrada por el nacionalismo, seguirá siendo antipática.
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