Sánchez convierte su investidura en un alegato contra Feijóo
El presidente centra el grueso de sus intervenciones en una diatriba contra la oposición y eclipsa a sus socios
El líder del PP acusa al candidato de «comprar» su reelección y asegura que él no «vendería» a los españoles
Podemos decide investir a Sánchez pero asume la ruptura con Sumar en las próximas citas electorales

Pedro Sánchez será investido hoy presidente del Gobierno, salvo sorpresa mayúscula, con el apoyo de 179 'síes' del Congreso de los Diputados, lo que abarca a los dos partidos que volverán a formar una coalición de izquierdas, PSOE y Sumar, y a las formaciones ... del nacionalismo y el independentismo vasco y catalán, además de Coalición Canaria. Entre ellas Junts per Catalunya, después de que esta misma semana el Grupo Socialista haya registrado en solitario el proyecto de ley de amnistía negociado en el extranjero con un prófugo, el expresidente catalán Carles Puigdemont, que concederá el olvido legal a él mismo y a todos los encausados por delitos relacionados con el 'procés, incluidos quienes protagonizaron graves incidentes violentos en 2019 en Barcelona, después de la sentencia del Tribunal Supremo que condenó por sedición a varios de los cabecillas del golpe secesionista.
Sin embargo, la amnistía ocupó ayer un lugar secundario en las intervenciones de Sánchez durante la primera jornada del debate de investidura, que se abrió con un largo discurso suyo de casi dos horas y siguió por la tarde con las réplicas a los grupos políticos, en una sesión en la que el candidato no tiene límite de tiempo ni de intervenciones. El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno -ahora en funciones- desde 2018 decidió convertir su discurso en un duro alegato contra el Partido Popular y Vox, las dos siglas que encabezarán la oposición en esta legislatura, sumando 170 de los 350 diputados de la Cámara Baja.
Así, Sánchez acusó a Alberto Núñez Feijóo de haber efectuado un «cambio radical» en el PP en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28 de mayo. «Aquella noche, el señor Feijóo pudo elegir ser como Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron o Donald Tusk», en referencia a la presidenta de la Comisión Europea, el de Francia y el futuro primer ministro de Polonia tras las recientes elecciones en ese país.
«Pero no lo hizo. Se adentró en el camino de la perdición que había iniciado unos meses antes, en Castilla y León. Unió su destino a la ultraderecha», sentenció Sánchez, quien hilvanó a partir de ahí una larga retahíla de ataques contra su oposición. Les acusó de negar el cambio climático, de querer «a las mujeres en las cocinas, a los homosexuales en los armarios y a los migrantes en campos de internamiento», de haber dejado «a miles de niños sin educación» -una acusación que repitió en varias ocasiones, provocando la indignación de la bancada popular-, les afeó la supresión de carriles bici en algunos ayuntamientos que cambiaron de color tras los comicios de mayo y concluyó que «la única igualdad que peligra es la de las mujeres como consecuencia de los acuerdos del PP con Vox».
La sesión vespertina comenzó con el discurso de Feijóo, en el que denunció que la investidura «nace de un fraude», dado que «lo que se trae hoy a la cámara no se votó en las urnas». El líder de los populares se refirió a la negociación que ha terminado con la amnistía como aquella en la que «las ganas de comer del independentismo se han juntado con el hambre de poder del señor Sánchez». El candidato había dicho por la mañana sobre la amnistía -muy al final de un discurso centrado en el ataque frontal a la derecha y también en el anuncio de medidas como la prórroga hasta el verano de la rebaja del IVA para muchos productos, la extensión del transporte público gratuito para niños y jóvenes o el compromiso de aumentar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta el 60% del sueldo medio- que «las circunstancias son las que son y hay que hacer de la necesidad virtud», repitiendo las mismas palabras que pronunció el 28 de octubre ante el Comité Federal del PSOE.
Feijóo le contestó proclamando su «no a la amnistía, no a ignorar las víctimas del separatismo, no a mediadores, no a la injerencia en nuestros asuntos, no a Bildu, no a amnistiar delitos de corrupción, no a la desigualdad de los españoles, no a Pedro Sánchez para seguir diciendo sí a un país de ciudadanos libres e iguales», remató su diatriba el popular.
Feijóo se refirió a lo que el pacto con los independentistas supone para el Partido Socialista: «Si todo el PSOE quiere dejar huérfana a esa mayoría, es su decisión» y prometió que él no se esconderá porque puede «mirar a los ojos a los españoles». Tras observar a un Sánchez impasible en su escaño azul, el presidente del PP lo quiso destacar: «Para inmutarse haría falta un pudor que usted no tiene», dijo, antes de aseverar que con Sánchez «no hay límites éticos, no hay límites políticos, no hay límites legales y no tiene reparos en acudir a la mentira». Ante lo que recomendó «encender todas las alertas democráticas».
La convivencia
Feijóo se refirió de manera recurrente a los cambios de criterio respecto a la amnistía: «Ni siquiera puede hablar en nombre del Pedro Sánchez de hace tres meses», le espetó. En la parte final de su discurso, cuestionó que con la política del Gobierno haya mejorado la convivencia. «Ya la vemos. Está España encantada con su convivencia», ironizó, en una sesión que se celebró entre fuertes medidas de seguridad y con centenares de manifestantes en las inmediaciones del Palacio de las Cortes. Ese será, aseguró, el «legado» de Sánchez: «Mientras usted siga en la escena política, España estará dividida», sentenció.
Antes, Sánchez había vuelto a reiterar su idea fuerza de que la ruptura del año 2017 en Cataluña ha mejorado notablemente con su Gobierno. El candidato constató que hay «ciudadanos» en Cataluña y el País Vasco que no se sienten parte de España y, tras decir que esa no es la postura que defiende «el Gobierno de coalición» con Sumar, argumentó que «grosso modo» existen dos formas de intentar convencerles para que cambien de opinión. Una, la de la derecha, «la vía de la imposición y de la crispación social». Y otra, la suya, «la del diálogo, el perdón y el entendimiento». También denunció Feijóo que el PSOE haya pactado con Junts un verificador internacional para seguir negociando: «La soberanía nacional no necesita mediadores. Nos rebelamos contra la idea de asumir que España es un Estado opresor».
El líder de los populares trató de hacer hincapié en las divergencias que adornan a la mayoría sobre la que se sustentará Sánchez. «¿Qué hacemos con Podemos? ¿Les damos un ministerio? ¿Es usted el Gobierno más feminista de la historia y va a cesar a la ministra de Igualdad?» Irene Montero, desde su escaño y en la que muy probablemente era su penúltima sesión parlamentaria como ministra, se encogía significativamente de hombros con media sonrisa. También hizo hincapié en el señalamiento a la Monarquía. Y denunció que lo que se pretende es «un cambio de nuestro modelo autonómico por la puerta de atrás para sustituirlo por otro asimétrico e insolidario». Feijóo también se preguntó por el pacto con Bildu, que al contrario que el resto se desconoce. «¿Cuál es el pacto encapuchado?», preguntó.
Feijóo concluyó que «no hay esperanza en el actual PSOE», que con el acuerdo en torno a la amnistía «liquida la propia historia del PSOE». Y le advirtió que, «cuando el independentismo le falle, y ocurrirá, no me busque. Yo me quedo con la mayoría de españoles que usted considera de segunda». Y alertó también a los independentistas: «Tengan cuidado, que no está claro quién acabará siendo víctima de quién».
La larga réplica de Sánchez, de aproximadamente una hora de duración y bastante preparada de antemano, como quedaba de manifiesto según iba pasando folios de discurso, no distendió el ambiente. Antes al contrario, el presidente del Gobierno en funciones y candidato, el día de su investidura, aludió veladamente en varias ocasiones a las viejas fotografías de hace décadas de Feijóo con el narco Marcial Dorado, le acusó de haber hecho el camino inverso al de Manuel Fraga, para tildarle de franquista, y una y otra vez le dijo que es «un falso ganador y un real perdedor», y que «ni es experto, ni es moderado, ni es transparente», tras aseverar que había presumido de esas tres cualidades. Feijóo, en la dúplica, le reprochó haber arremetido contra sus antecesores en Génova, incluso «los muertos», como el expresidente de la Xunta de Galicia, además de a José María Aznar y Mariano Rajoy y a los presidentes autonómicos del PP, que escuchaban en la tribuna de invitados.
Sánchez negó que les hubiera insultado. Y en medio de una sonora risotada, ridiculizó al líder del PP por haber dicho durante su debate de investidura en septiembre que podría haber sido presidente, pero que no quiso ceder ante el separatismo. «Usted no es presidente porque la mayoría han votado en contra de que forme Gobierno con Abascal, asúmalo», concluyó.
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