El PP ensaya en la calle una oposición dura ante una semana crucial: ley de amnistía e investidura
El PP desborda toda España contra las cesiones de Sánchez. Los populares cifran la asistencia en cerca de dos millones y el Gobierno lo deja en más de medio millón
Feijóo eleva el tono ante la investidura: «Lo que se votará será lo contrario de lo que hemos votado en las urnas»
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La gran pregunta era si todo esto iba a servir para algo. Un sentimiento de orgullo recorría ayer el PP, sin poder despojarse del todo del abatimiento ante lo que consideran un momento de enorme gravedad para el que no se atisba una solución a ... corto plazo. «Pedro Sánchez lo va a hacer. La cuestión es si lo hace con nuestro silencio o sin él. Será sin nuestro silencio», explicaba al término de la concentración de Madrid un habitual de la planta séptima de Génova 13.
Las 52 concentraciones simultáneas del PP en las capitales de provincia de toda España reunieron este domingo a cerca de dos millones de personas, según los cálculos del partido. Según todas las Delegaciones del Gobierno la suma global se quedó en 570.800 asistentes. El epicentro estuvo en Madrid, en una concentración que muy pronto desbordó la Puerta del Sol y que los populares cifran en un millón de personas. Ahí reside la gran discrepancia, ya que los datos gubernamentales la rebajaron a solo 80.000 manifestantes. Las imágenes aéreas, eso sí, dan cuenta de una de las concentraciones más multitudinarias de las últimas décadas.
En las capitales andaluzas, en Zaragoza o Valencia la movilización fue masiva con decenas de miles de personas en las calles. También en Salamanca, Valladolid, Logroño, Murcia, Palma o Santander. En todos los puntos cardinales del PP había sensación de deber cumplido. «Bestial», «emocionante», «esto solo acaba de empezar», «Impresionante». Cuatro alcaldesas del PP describen así el ambiente en sus ciudades. «Toda España se ha movilizado como nunca se había hecho antes», se trasladaba desde Génova.
La satisfacción en el PP por la asistencia fue total. Y superando las expectativas. La anunciada presencia de Santiago Abascal en la concentración, acompañado de alguno de los principales dirigentes de su partido, había generado inquietud en algunos dirigentes del PP. Lo cierto es que no supuso ningún problema. Ni tampoco se produjo ningún incidente. En el conjunto de España fueron aislados y podrían definirse más como anécdotas. En Valencia el diputado Esteban González Pons animó a unos alborotadores a abandonar la concentración.
Las manifestaciones en toda España discurrieron pues de forma pacífica, cumpliendo el mandato que Alberto Núñez Feijóo transmitió a su partido y que ayer volvió a repetir cuando pidió a los congregados «no caer en las provocaciones sino construir un gran proceso de entendimiento como hicimos en la Transición». A las 11 de la mañana, una hora antes del inicio formal de la concentración, la parte central de la Puerta del Sol estaba ya abarrotada. Se cortaba la parada de metro de Sol para evitar el colapso. Muchos manifestantes se bajaban en Callao. La gente empezaba a desbordar el emplazamiento principal y a llenar los aledaños: Preciados, Carretas, Arenal, Mayor y Alcalá.
Feijóo pide ir a las urnas
Lo cierto es que la base social congregada en la Puerta del Sol trascendía en mucho al espacio del PP, ya diverso de por sí. Muchos cuadros de la diáspora de Ciudadanos. Y muchas personas que no tienen ningún problema con Vox. De hecho las proclamas más coreadas se caracterizaban por un nivel de contundencia que los dirigentes del PP evitan mayoritariamente. «Puigdemont a prisión», «Pedro Sánchez es un traidor». El predominio era de las banderas de Europa, las que repartía la organización, y la española constitucional. «Se Vende España por 7 votos» era uno de los carteles más repetidos.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, encargado de cerrar el acto en Madrid, era muy consciente de esa diversidad. Entre otras cosas porque sabía que Abascal los escuchaba atentamente a un centenar de metros. El PP quiere liderar el rechazo a la amnistía, pero es consciente que es un sentimiento que trasciende las fronteras de su partido: «Sé que no acudís solo por el PP ni acudís solo los votantes del PP. Sé que esto va mucho más allá de partidos. Esto traspasa partidos políticos. Sé que estáis aquí porque tenéis principios y no estáis dispuestos a que os los arrebaten».
Un momento trascendental de su intervención tuvo que ver con el compromiso de mantener la tensión. Saben muy bien en el PP que en la estrategia de los socialistas se contempla un descenso de la movilización y de la protesta conforme pase el tiempo. De ahí que los intereses respecto a la duración de la legislatura sean contrapuestos. «No nos vamos a callar, no nos callaremos hasta hablar en unas elecciones, lo que se está haciendo es lo contrario a lo que hemos votado. ¿Por qué le tienen miedo a las urnas?», clamó Feijóo.
Extramuros de la derecha convencional crece un caldo de cultivo en favor de una huelga general. En el PP son conscientes de que con las centrales sindicales asociadas sin remedio al Gobierno, no hay margen para un parón legal y convencional. Pero la proclama llegó a las concentraciones y Feijóo no quiso descalificarla asegurando que si él estuviese haciendo lo que va a hacer Sánchez no tiene dudas de que le harían una huelga general.
Antes que él hablaron la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. La baronesa del PP jugaba en casa y su discurso casó a la perfección con el ánimo de los congregados. «El proyecto oculto de Pedro Sánchez ha dado por fin la cara. Su proyecto es el totalitarismo. Ha decidido que él no va a perder el poder le cueste lo que le cueste a España», dijo. Su discurso enardeció los gritos contra Sánchez. «Ese presidente es un delincuente», comenzaba a escucharse. La presidenta regional alertó contra la resignación que pretende el Gobierno. Y pronunció una de las frases de la jornada: «Olvidan que aquí también está el PP. Nosotros nos encargaremos de devolver golpe por golpe».
Antes, el alcalde Almeida había pronunciado un encendido discurso que puso a prueba sus cuerdas vocales y en el que recordó a quienes se enfrentaron al golpe separatista de 2017 en Cataluña: «Cuando nos quiera vencer la desesperanza, el enfado o la resignación, recordemos a todos estos héroes. No tenemos derecho ni a rendirnos ni a resignarnos». El alcalde de Madrid animó a las concentraciones «para que no nos roben ni nuestra democracia ni nuestro Estado de derecho». Su intervención era interrumpida por cánticos constantes, que él mismo lideró en algún momento al grito de «España no se rinde», otro de los lemas más repetidos durante la mañana.
Una semana crucial
Las concentraciones del PP son el broche a dos meses de movilización constante en el espacio de la derecha. La dirección nacional decidió este formato al testar entre sus cargos y su militancia muchas ganas de salir a la calle. Tuvo que explicar a sus bases que el formato de protestas ante las sedes del PSOE no eran aprobadas por el partido. Había ánimo de protestar y se tenía que canalizar, por lo que se decidió hacer un paréntesis en el formato itinerante por las capitales de España.
Ya está en el horizonte una nueva concentración el próximo sábado, impulsada por decenas de asociaciones de la sociedad civil que tendrá lugar en Cibeles y a la que tanto Vox como el Partido Popular acudirán con sus líderes, aunque, en esta ocasión, sin encabezar la marcha.
Tras varios episodios de desencuentro y complejos cruzados fruto de la desconfianza mutua, los dos partidos de la derecha empiezan a perder el miedo a compartir movilizaciones. La primera vez fue en Barcelona en la protesta orquestada por Sociedad Civil Catalana. Ayer fue la segunda y el sábado se encontrarán nuevamente. Todo apunta a que no será la última vez. La incomodidad al respecto de algunos dirigentes no casa con el sentir en la base. Santiago Abascal ayer estaba como en casa.
A esa nueva concentración se va a llegar tras una semana muy agitada. Y si nada se tuerce, con Pedro Sánchez ya investido como presidente del Gobierno y con un nuevo Consejo de Ministros en ciernes. Todo apunta a que la proposición de ley de amnistía se registrará hoy en el Congreso de los Diputados y que la sesión de investidura será el miércoles y el jueves. Lo que anticipa una nueva semana de movilizaciones. Y muy sensibles tanto desde el punto de vista político como de la seguridad ya que alguna de esas concentraciones buscan bloquear el Congreso de los Diputados.
Feijóo mantuvo ayer alto el pistón asegurando que «lo que se votará en el Congreso de los Diputados esta semana será lo contrario de lo que hemos votado en las urnas». Y denunció que España va a tener un presidente que «ha comprado su investidura a cambio de la impunidad judicial de sus socios. Incidiendo en que el independentismo tiene menos apoyo que nunca «ha encontrado un atajo: la falta de escrúpulos del candidato socialista».
El PP afronta el nuevo tiempo ya con la certeza de que ocupará la oposición. Y con una estrategia en el centro que pasa por una oposición dura contra el presidente del Gobierno, a quien Feijóo le reclamó su renuncia tras repasar sus principales cesiones a los independentistas: «Quien firma todo esto no tendría que presentar su candidatura. Quien firma esto tendría que presentar su dimisión». Feijóo lleva semanas concienciado de que su historia en Madrid discurrirá de un modo distinto a lo que estaba escrito. El PP se prepara ya para una oposición dura y con mucha calle: «No nos van a intimidar. Esta mayoría de españoles ya no es silenciosa».
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