Moncloa se escuda en el caso Begoña para no normalizar su relación con Feijóo
La causa contra la mujer del presidente y la falta de comunicación en asuntos de Estado, reproches cruzados
Después de quince meses sin reunirse, la desconfianza entre ambos líderes es máxima y no tienen avisos de mejorar
Sánchez esconde su plan sobre defensa y pretende evitar al Congreso

«Yo le agradezco el café». Con esta frase cargada de retranca concluyó el pasado jueves la rueda de prensa de Alberto Núñez Feijóo en el Congreso de los Diputados, justo después de su encuentro en La Moncloa con Pedro Sánchez, el ... primero de la maratoniana jornada de reuniones del presidente del Gobierno con los líderes del arco parlamentario para abordar el aumento del gasto en defensa. Lo hizo para decir que salvo la cordialidad en las formas la reunión no había ido bien, sino todo lo contrario. Unas horas después el propio Sánchez compareció en Moncloa para hacer balance de la jornada, y ante la pregunta de un periodista de si la entrevista había ido tan mal como había afirmado el presidente del Partido Popular (PP), sonrió y dijo: «Bueno, hasta incluso en eso podemos discrepar en la percepción, el jefe de la oposición y yo mismo».
Lo cierto es que ambos llevaban más de un año, quince meses en concreto, sin verse cara a cara. La última vez fue en diciembre de 2023, en una reunión que sirvió para pactar conjuntamente la reforma del artículo 49 de la Constitución, que sustituyó de la Carta Magna el término «disminuidos» por el de «personas con discapacidad». Antes de eso, y desde que en abril de 2022 Feijóo relevó a Pablo Casado al frente del PP, hubo otros cuatro encuentros. El primero de cortesía, otro segundo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que finalmente se logró el año pasado, y otros dos por los respectivos debates de investidura de uno y otro a finales de 2023 tras haber sido designados por el Rey, siendo fallido el de Feijóo y válido el de Sánchez.
Visto de otra manera, en la presente legislatura únicamente se han visto a solas en dos ocasiones. Pero más allá de eso, lo que es innegable es que las vías de comunicación entre Moncloa y Génova son las mínimas e imprescindibles entre un Gobierno democrático de la Unión Europea (UE) y el partido que lidera la oposición, y que además, en este caso, es el mayoritario en las Cortes. Incluso los contactos previos al encuentro entre el jefe del Gabinete de la Presidencia, Diego Rubio, y la jefa de gabinete de Feijóo, Marta Varela, por mensajes de móvil, provocaron un encontronazo, cuando un periódico de Madrid de tirada nacional informó de que Sánchez le había remitido una carta al líder popular, algo que Génova tuvo que desmentir de inmediato, aclarando que simplemente se trataba de un mero mensaje de WhatsApp entre sus citados colaboradores y no de una misiva.
Tetuán y Os Peares
En la 'guerra fría' comunicativa entre Sánchez y Feijóo hay, según las fuentes consultadas de uno y otro lado, razones políticas e incluso generacionales. No escapa a nadie el antagonismo entre un madrileño nacido en el acomodado barrio de Tetuán en 1972, en la zona norte de la capital, hijo de un alto cargo de la administración de Felipe González en los años ochenta del siglo pasado y alumno del Ramiro de Maeztu, con un gallego que vino al mundo una década antes en la aldea de Os Peares (Orense) y que estudió interno con los Maristas en León. La desconexión y desconfianza es total.
Feijóo considera un ninguneo intolerable acudir a un encuentro como el de este jueves sin haber recibido información alguna y dispensándosele el mismo trato protocolario e idéntico tiempo para la entrevista que incluso a los diputados del Grupo Mixto, algunos los únicos diputados de sus respectivas formaciones. Sánchez abordó el encuentro con la certeza de que en una materia tan árida como la de seguridad y defensa su interlocutor no podía aportarle nada, porque su experiencia, piensan los socialistas, se limita a la de haber sido presidente de la Xunta de Galicia. Cuando Feijóo, en la mentada rueda de prensa posterior al encuentro, habló de los «colegas extranjeros» de Sánchez, en referencia a sus homólogos de la UE, en Moncloa se llevaron las manos a la cabeza. Pues consideran que debería haber hablado, incluso en primera persona, de los socios comunitarios de España. El juicio negativo hacia el presidente del PP se centra mucho en lo que creen una preocupante carencia de recursos en materia internacional, e incluso falta de valentía, como el propio Sánchez le reprocha en público, para posicionarse por ejemplo sobre la figura de Donald Trump, quien tiene en el líder de Vox, Santiago Abascal,a su único correligionario en nuestro país. A todo esto no es ajeno el inglés que Sánchez habla con fluidez y que aparece como uno de los puntos débiles de Feijóo.
Feijóo se considera ninguneado por no recibir información sobre asuntos tan sensibles como seguridad y defensa
Pero más allá de estas diferencias, que podrían ser más convencionales, hay una circunstancia sobrevenida el último año que ha terminado por desbaratar la posibilidad de un entendimiento. Y que no es otra que el 'caso Begoña Gómez'. El mes que viene se cumplirán doce meses de la carta de Sánchez en abril de 2024 que puso en vilo a España, y sobre todo a su partido, en la que amagó con dimitir ante el inicio de la investigación a su mujer por presunta corrupción en su actividad comercial durante los años que ha residido en Moncloa. La causa sigue abierta por el juez Juan Carlos Peinado, diana de las críticas del PSOE, que le acusa incluso de prevaricador, y con el aval de la Audiencia Provincial de Madrid, pese a los reiterados augurios de que «terminará en nada, porque nada hay», de ministros y portavoces socialistas.
Gómez y David Sánchez
Mientras las críticas por este asunto, y también por la imputación del hermano del presidente, David Sánchez Pérez-Castejón, por su presunto cargo irregular en la Diputación de Badajoz, gobernada por el PSOE, han venido de portavoces secundarios del PP, ya sea el parlamentario, Miguel Tellado, o el de la dirección nacional, Borja Sémper, entre otros, la indignación en Moncloa no ha subido enteros. Pero sí, y mucho, cuando ha sido el propio Feijóo el que ha elevado el tono de la denuncia, incluido en las sesiones semanales de control parlamentario al Gobierno en el Congreso de los Diputados, donde el líder de la oposición ha preguntado reiteradamente por estos asuntos, y subrayando que se trata del entorno más próximo del presidente. Ese ha sido un camino incluso de no retorno en la percepción de Sánchez sobre Feijóo.
Sánchez desprecia la capacidad del líder de la oposición en asuntos internacionales como los que ahora se dirimen
Por lo demás, y no es ningún secreto como se puede visualizar en público, el diagnóstico de Ferraz es que Feijóo será, como su antecesor, un líder de la oposición efímero. «El todavía líder del PP», afirmó el lunes la reaparecida portavoz de la Ejecutiva Federal socialista, Esther Peña. Incluso esta semana, en los días previos al encuentro del jueves en Moncloa, los socialistas han aireado las supuestas «responsabilidades jurídicas» de Feijóo en la tragedia de la dana de Valencia, con más de doscientos muertos, por haber dicho en su día que el presidente de la Generalitat, el popular Carlos Mazón, le informó «en tiempo real» de lo que estaba sucediendo. El PSOE amaga, incluso, con pedir su citación como testigo en la causa abierta por una juez de Catarroja (Valencia).
A todo esto no es ajeno el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso, a quien Sánchez se refiere con sarcasmo como «la jefa» en sus debates parlamentarios con Feijóo. La hipótesis que manejan los socialistas, favorable a sus intereses electorales, es la de que de la presidenta de la Comunidad de Madrid perderá en 2027, o bien en las elecciones autonómicas de ese año o bien en las generales contra Sánchez. El tiempo pondrá esas cábalas en su sitio.
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