Manuel García del Moral, autor de @secretosdemadrid: «Las verbenas las quise asumir como una fiesta que fuera mía, como los sanfermines»
COLONOS
Osasunista apasionado, ese fervor lo pone en conocer vértices desconocidos de la ciudad
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Manuel García del Moral ha estudiado Madrid, si Madrid fuera una tesis que se pudiera convalidar en el complejo sistema universitario español. Sin embargo, este simpático pamplonica, desde un ya lejano 2012, decidió descubrir Madrid a través de los secretos, mediante los apartes ... de la historia.
Cita en el jardín del Príncipe de Anglona que, en palabras, a un cursi casual, le evoca un oasis de paz en el centro de la ciudad. Allí, desmintiendo al invierno, se despereza al sol, recién salido de un permiso que, con motivo de la publicación de su último libro 'Madrid Manía' (Lunwerg, 2024), le concede en toda lógica la empresa en que trabaja. El subtítulo del libro, de los seis que tiene, es elocuente 'Una guía ilustrada para enamorarte de la ciudad'. Las ilustraciones de Pedrita Parker ayudan en este sentido.
De La Movida, que no vivió, escribe. También del bocadillo de calamares, para que un viaje a Madrid no resulte un desastre, sino todo lo contrario. El libro abulta, en eso no hay discusión, lo que sí se queja Manuel García del Moral es de que lo que falta es tiempo, siempre el tiempo, para conocer la ciudad. Eso, respecto al tiempo cronológico; el meteorológico en sus primeros veranos en la ciudad para él se quedan. La ciudad le fascinó y, ya decía Manuel Alcántara que contra las vocaciones fuertes hay poco que hacer. 'Culpa' a Carlos III de que Madrid esté en listado de la Unesco, pero también a Sabatini y al buen pueblo madrileño, el de aluvión y al 'gato', que hacen la historia de la ciudad. Esa ciudad que en 15 años ha visto cambiar desde sus detalles más desconocidos.
—Estamos en el jardín del Príncipe de Anglona, sitio recoleto, romántico donde los haya. Tiene algo como de 'Romeo y Julieta'.
—Fíjate, yo vivía en Palos de la Frontera, que fue mi primera dirección en Madrid.
—Rezaba la jota 'No te vayas de Navarra', y se fue. O se vino. Hábleme de ese cambio.
—Yo me formé en lo Audiovisual, Pamplona tiene facultad, salimos muchos profesionales con el problema de las pocas ofertas laborales. Me lie el petate y me vine. Me dije que si superaba estos calores, me quedaba en Madrid. La ciudad me cautivó. Y eso que llegaban muchos clichés como los atascos, el ruido.
—Pero...
—Pero fui descubriendo lugares muy interesantes, una ciudad muy diferente. Y me conquistó tanto que monté @secretosdemadrid que funcionó muy bien desde que empezó. Lo fundamental es que hubiera lugares tranquilos, barrios con identidades tan diferentes. Y luego las verbenas, las verbenas las quise asumir como una fiesta que fuera propia, como los sanfermines.
—Vamos, que es el mejor 'cicerone'
—Hay espinitas que tengo clavadas. Hay por ejemplo un pasadizo muy especial que es el del Panecillo, que está cerrado. O que en el metro de Carpetana hay un fósil de un mamut. Yo me marco retos, como subir la Torre de Valencia, y el otro día lo conseguí gracias a un amigo cuya abuela vive allí. Son unas vistas impresionantes.
—Y aun así 'Madrid no se acaba nunca', pese a su encomiable esfuerzo.
—Es que no es solo es el centro de Madrid, tienes un Carabanchel, tienes 21 distritos con mucha historia, con mucho patrimonio.
—Se comenta que Madrid, en puridad, es la única capital de estado fundada por árabes.
—Ya había gente por los alrededores, los carpetanos. Cuando hago referencia a esto siempre hay polémica. El Emir Mohammed I, que sí la funda en la medina, en la zona entre el Palacio Real y la Almudena. Ahí hay un desarrollo de la ciudad como tal.
—Entre un secreto en Pamplona y otro de Madrid, ¿qué diferencias hay?
—Los secretos de Madrid sorprenden más, quizá porque tenemos la sensación de que en Madrid está todo descubierto.
—¿Algún secreto confesable y necesario? Decía un refrán capcioso que si en España se quiere guardar un secreto, que se escriba en un libro. Aparte la digresión, responda a la pregunta.
—No quiero ser redundante con el jardín del Príncipe de Anglona. A tres minutos de la Puerta del Sol, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Es uno de los museos más completos que tenemos en Madrid. Y cuando un secreto se cuelga en redes deja de ser secreto.
—Al turista, o al viajero reincidente en Madrid, por muy culto e informado que esté, ¿qué le falta?
—Tiempo. Aquí viene la gente tres días y tiene que seleccionar.
—Es inevitable. Le tengo que preguntar por estos quince años aquí.
—Hay un turismo de alto poder adquisitivo que ha coincidido con la apertura de un montón de hoteles de lujo. Pero ¿cuántas noches pueden estar? Tres, un musical, una obra de teatro, una visita a un museo...
—Decía Francisco Umbral que «Madrid lo hicieron entre Carlos III, Sabatini y un albañil de Jaén, que era el que se lo curraba.»
—A Carlos III le debemos buena parte de la ciudad que disfrutamos. Entrar en la Unesco es también mérito suyo. Luego está el estrato del arte, el de Sabatini, y, por último, los que se han currado que Madrid lleve recibiendo desde 1561 oleadas y oleadas de inmigrantes, de gente trabajadora, que con su esfuerzo han ido haciendo la capital como la conocemos hoy.
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—Oiga, por último, un osasunista confeso en la capital. ¿Cómo lo lleva?
—Muy bien, muy bien, tengo un amigo que se llama Dani Ramírez que igual lo conoces que lo lleva con orgullo. Se lleva bien, lo que pasa que casi siempre perdemos.
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