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Rodrigo Cortés: «Madrid es ese desagüe al que venimos a morir todos los provincianos»

COLONOS

Al sol otoñal del Retiro, el realizador conversa de una ciudad cinéfila que es la ciudad de Garci

Cortés, solazándose en el lago del Retiro IGNACIO GIL
Jesús Nieto Jurado

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Cuando se entrevista a un genio de varias artes, el estómago se revuelve y la cabeza busca la pregunta, esa pregunta, que haga al entrevistado rascarse la cabeza y sacar un titular. También sucede que el amable sarcasmo puede convertirse en un arma de doble filo para el que responde.

Todo eso, y mucho más, se experimenta cuando se va a conversar con Rodrigo Cortés, que es por méritos propios de su 'Verbolario' un pretendiente a la Docta Casa que exigimos desde aquí. En él la palabra se hizo verbo, y el verso cine, y ha dirigido a Robert De Niro con lo difícil que es, a sus años, cambiarle al bueno De Niro ese gesto del Actor' Studio y esa peca tan característica cuando le da ponerse frente a la cámara con ese gesto que ha perdido galones desde que Ricardo Solans no lo dobla.

Rodrigo Cortés es el niño mimado del cine español, filmes como 'Buried' parecerían impensables en Celtiberia. Y sin embargo ahí está, algo ajeno al mundillo de las alfombras, y más cercano a la alfombra de los Cavia. Idolatra a José Luis Garci, también de la casa, porque la cinefilia es marca de esta empresa. Cita en una heladería, en un día de sol frío de otoño, en El Retiro. «Más feliz que una perdiz» y oteando a un barquero del Lago que se ha descamisado para aprovechar los últimos soles.

Habla de Madrid deprisa y con buena dicción, sin una excesiva pasión por una ciudad de barullo, de ruidos. Y es que a él no le inspiran las ciudades, aunque sabe que Madrid da para el plano secuencia y para las historias fragmentadas. Que con el casticismo, Madrid es más de Wilder que de Hitchcook, aunque a las doce de la noche en la capital puede pasar cualquier cosa y que la urbe se vuelva ciudad del suspense. Tras la entrevista un koala gigante se enfrenta a un coche de la policía como en un duelo de Leone. Y Cortés lo graba con el móvil y le añade música de Sergio Leone.

Fibroso, se diría que es corredor sin parafernalias deportivas, en su Madrid en el que coincide con su Garci. Como la propia ciudad, es consciente de sus contradicciones. Y a fe que las explota.

— Cáspita, un gallego pasado por la académica palanca y ahora en Madrid.

Es que estoy en estas aguas internacionales que es Madrid, que en Madrid van a dar todas las aguas internacionales.

— ¿?.

Porque Madrid no tiene sentido de la propiedad de nada. Le preguntas a un 'gato', por El Retiro y se extraña. Si todos los sitios se definen por algo, Madrid es el lugar de los que huyen.

— ¿En qué año se vino a la Villa y Corte?

Pues no recuerdo el año. El que se acuerda del año es José Luis Garci, que se acuerda hasta de las copas del Madrid. No sé ni siquiera en qué año hice cursé 3° de BUP. Lo que sí recuerdo es que me iba quedando en Madrid por la producción, me establecí aquí, y aquí sigo, contumaz en el error.

— Saca libro. Dice que por las calles le bulle un barullo de voces, de definiciones. Explíqueme eso.

Como todos lo locos, las voces las oigo en la cabeza. Afortunadamente ninguna de esas voces me dicen que queme todo esto (El Retiro). Madrid es barullera, por otra lado.

— ¿Ese barullo tiene algo de hostilidad?

La primera vez, sí, Madrid me pareció una ciudad hostil. No lograba entender por qué la gente quería vivir aquí. Probablemente porque soltar a un crío de ocho años, en Preciados, en mitad de tumulto, no es lo más recomendable para su tranquilidad espiritual. Con el tiempo he llegado a apreciar el carácter incómodo de esta ciudad. Me siento mejor en los lugares en que resulta incómodo acomodarse.

— Pues aquí estamos al sol, en las postrimerías del otoño

Vamos a morir todos.

— ¿Madrid es amable?

Sí, es amable, pero no es hospitalaria. Y por ese carácter mío no me disgusta que las cosas me resulten hostiles. Porque en la vida toca moverse.

— Hemos hablado de palabras que bullen. ¿Le bullen también las musas, así en el cine como en los libros?

Cuando vuelvo después de viajar noto esa vibración en las calles, en el aire, y que cada cosa cambio de sitio. Percibo cierta inestabilidad constante. Y eso es una fuente de inspiración. La tranquilidad y la libertad absoluta no son acicates para la creación.

— ¿Esta ciudad tiene magnetismo?

Podemos preguntárselo a Carlos III, a Velázquez. Madrid es ese desagüe en el que todos los provincianos venimos a morir

— Álvaro Pombo la llamó, en amable, «vertedero de todas las Españas».

Pues se parecen las metáforas. Que yo lo he propuesto en el sentido amable. Que conste.

— Madrid y una película por asociación de ideas.

— De forma inmediata me viene 'El Crack 2'. Es mi favorita de la trilogía. Tanto que es capaz de lleva el cine negro a la Gran Vía y al lago de la Casa de Campo. Y hacerlo funcionar.

— Juguemos con los binomios. ¿Madrid es plano secuencia o historias mínimas y fragmentadas?

En el cine no hay que elegir. Hay momentos para el plano secuencia y para las historias fragmentadas.

—¿Madrid es más Wyler o Hitchcook?

Wyler por lo castizo pudiera ser, pero es que a partir de las doce de la noche en Madrid pasan muchas cosas.

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