Vox crece pero mengua en poder aunque será llave en algunos municipios, y Unidas Podemos se queda fuera

En la Asamblea madrileña, Vox mantuvo una fuerza apreciable: 10 escaños, frente a los 13 que consiguió en 2019. Dos puntos y unos 100.000 votos menos que en la anterior cita con las urnas, para un resultado muy digno que, sin embargo, pierde relevancia por la apabullante victoria de Díaz Ayuso, que con sus 71 diputados no está obligada a negociar nada con otras fuerzas políticas. Se acabaron, por tanto, las conversaciones que se eternizaban entre Vox y PP para los presupuestos.

Y los populares podrán llevar de nuevo a la Asamblea, y aprobar sin problemas, deducciones a las inversiones extranjeras sin temor a que la formación de Monasterio se las tumbe. O derogar la Ley Trans regional, como se comprometió la presidenta, en los términos y con el alcance que el PP considere.

No obstante, la portavoz y cabeza de lista de Vox por la Comunidad, Rocío Monasterio, prefería anoche ver el vaso medio lleno, y en sus primeras declaraciones tras conocerse el resultado del escrutinio, aseguraba que «Vox ha resistido en Madrid». Destacaba, con razón, que sus votos le serían vitales al PP para poder sacar de varios gobiernos municipales a los actuales alcaldes socialistas: Móstoles, Alcalá, Torrelodones y algunos más. Vox consiguió ayer 226 concejales, un número que casi dobla los obtenidos en 2019, y se convirtió en la tercera fuerza municipal en la región.

En la capital, se daba la paradoja de que Vox conseguía un concejal más, 5, pero perdía toda posibilidad de influir sobre el gobierno, al conseguir Martínez-Almeida la mayoría absoluta. Las peleas con Ortega Smith por aprobar los presupuestos o las nuevas normas urbanísticas también aquí pasarán a la historia.

Monasterio sacaba pecho de otra circunstancia que se atribuía como mérito de su partido: «El objetivo de sacar a Podemos de la Asamblea de Madrid, lo hemos logrado; paso a paso vamos sacando a todos estos que tanto daño han hecho estos años». En efecto, la formación morada, que nació en Madrid, desaparece también en esta región, de donde la borraron ayer los electores tanto en la Asamblea como en el ayuntamiento madrileño.

Alejandra Jacinto, cabeza de lista de Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid, y Roberto Sotomayor, número uno por el ayuntamiento de la capital, no lograron por poco alcanzar el 5 por ciento mínimo que necesitaban para conseguir representación. En el caso del atleta, se quedó en un 4,87 por ciento, con 79.885 votos, a apenas 150 de lograr su objetivo. Él, que soñaba con que los madrileños le dieran «una colleja a Martínez-Almeida» ha recibido del grueso de los votantes de Madrid la más absoluta de las indiferencias.

Jacinto, que partía de un grupo parlamentario con 10 diputados, superó los 155.000 votos y se quedó también tocando con las yemas de los dedos el 5 por ciento: en un 4,75 por ciento de sufragios. Ni la campaña agresiva, ni las lonas criticando a los 'cayetanos' o con la cara del hermano de Ayuso les dieron el apoyo que necesitaban. Ellos, que pidieron sin éxito a Más Madrid presentarse en una candidatura conjunta, confiaban en ser llave de un gobierno progresista, y se han quedado fuera de juego.

En el conjunto de la región las cosas no han ido mejor para la formación morada: han conseguido una treintena de concejales, de un total de 2.355 que se eligieron en todos los municipios de la región, apenas un 1,5 por ciento del total.

Como reconocía Jacinto anoche, «estos resultados nos tiene que hacer reflexionar. El bloque progresista no ha logrado el espacio suficiente y es necesario la unidad de los progresistas con el motor de Podemos. A veces avanzamos, a veces retrocedemos pero vamos a seguir empujando», concluyó.