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Oleada de robos rápidos en coches en Arturo Soria: «En 5 minutos abren el maletero y se llevan todo»

Un grupo de jóvenes rompe las lunas traseras y se hace con las pertenencias que estén en el interior

Aumentan los robos de coches en Madrid: «Tan solo había dejado aparcado el vehículo dos horas»

Uno de los coches vandalizados abc
Carlota Barcala

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Llegan, apuntan con una linterna al interior del vehículo, dan un golpe para ver si suena la alarma y, si el resultado es negativo, rompen la luna trasera para llevarse todo lo que esté a su alcance. Y lo hacen, gracias a la práctica, en cuestión de segundos.

Es el 'modus operandi' de un grupo de jóvenes —a tenor de las descripciones aportadas por los afectados— que se dedica a vandalizar vehículos aparcados en el barrio de San Juan Bautista, sobre todo en las inmediaciones del centro comercial Arturo Soria Plaza (distrito de Ciudad Lineal). Las calles de Diego Ayllón y Asura son su zona cero.

«Paré a entregar el currículo en el centro comercial, ir y venir, y ya me habían reventado el cristal trasero», cuenta Sandra (nombre ficticio), una de las damnificadas. Sucedió la tarde del 9 de enero. Había aparcado en Diego Ayllón, corrió hasta el Arturo Soria y volvió, sin entretenerse por el camino. Calcula que tardaría unos quince minutos. «No más», dice.

Al volver al punto en el que estaba su turismo, vio la luna trasera reventada, aunque fue otro detalle el que llamó su atención: la bandeja del maletero estaba fuera de su sitio habitual. «Vi que la habían levantado, abierto desde dentro. Di la vuelta al coche y ya fue cuando vi que habían roto el cristal«, especifica, y así consta en la denuncia que presentó en la comisaría de Policía Nacional del distrito de Hortaleza.

Pero ahí no quedó la cosa. En ese instante, un ladrón que no parece muy hábil, intentó apoderarse del contenido de otro vehículo que estaba en aparcado en la misma vía pública. «Empezó a sonar la alarma. Se bajó un señor del coche y ya nos fijamos en que había un hombre, joven, con carteras en la mano. Conseguimos hacerle una foto pero salió corriendo y, con él, iban corriendo otros dos chicos», revela Sandra. Esa foto ya ha sido aportada a los agentes. En total, según ha podido acreditar ABC, esa tarde-noche del 9 de enero hubo tres intentos de robo en Asura y Diego Ayllón, en cuestión de minutos.

En el caso de Sandra, poco se llevaron. Fue más el susto al ver el cristal de su coche destrozado. «Solo un bolso con apuntes, lo que había en el maletero. Por suerte la cartera y el móvil los llevaba en el bolsillo. ¿En qué momento iba a esperar que abriesen el maletero para llevarse eso?», se pregunta. Pero hay una cosa que la consuela: «Pensar la cara que se le habrá quedado al ver una bolsa de apuntes de dibujo técnico», dice, al tiempo que ríe.

La calle de Asura, una de las afectadas guillermo navarro

La alarma que sonó cuando Sandra se percató de su robo fue la del coche de Héctor, que estaba recogiendo a su hijo en un conservatorio cercano. «Ha sucedido más veces, a mí me tocó ese día», asegura este afectado. Los robos en esas dos calles son 'vox populi'. «Fue cuestión de cinco minutos, lo que tardo en salir del coche, ir a por el niño y volver. Ya estaba el cristal de atrás roto», asevera. Lo mismo que le ocurrió a Sandra. «Había estado con el móvil dentro del coche hasta que dio la hora de ir a por mi hijo... Y catapún, aprovecharon. Seguro que estaban vigilando», continúa. Eran las 19.50 y, por suerte en su caso, solo rompieron la ventanilla trasera, ya que al sonar la alarma alertaron a la gente presente en la calle. «El portabultos estaba cerrado, aunque rompan la ventanilla no podrían acceder a él», dice: «Fue el malestar de momento, el cabreo. Llegó la Policía Municipal y trató de localizarlos, pero nada».

A menos de 500 metros

En otro de los coches que intentaron vandalizar estaba Emilio, esperando también a su hijo, alumno del mismo centro musical. «Me quedo esperando a que salga, me pongo en el asiento del copiloto con el móvil, un poco acostado, por eso no me vieron dentro. Cuando a las 19.30 sentí un golpe en la parte de atrás del coche», así empezó la historia en su caso. Al salir, vio a un chico alumbrando con la linterna de un teléfono. «Salí y le dije: '¿Qué haces? Oye, ¿qué haces? Me dijo que se había golpeado con el coche, pero le dije que no, que estaba robando. Se fue corriendo», explica. A los pocos minutos, saltó la alarma del coche de Héctor: «Tenían que ser varios porque era otro chico el que acababa de romper la ventanilla. Salimos tras ellos pero no los alcanzamos. Los coches estaban a menos de 500 metros», concluye este hombre.

En la zona saben bien que esto es casi una rutina. De hecho, uno de los restaurantes que está en la esquina de las dos calles ha alertado a sus clientes de que tengan cuidado con las pertenencias. «Aquí hace un año entraron a robar dos noches tras el cierre. Arrancaron la caja, que estaba vacía porque nunca dejamos dinero. A los dos días, volvieron a hacerlo. Ahora, llevan aproximadamente nueve robos en coches en solo dos semanas. Les da igual que los veamos», subraya la encargada del local.

Ellos, con las manos atadas, observan cómo actúa el grupo de ladrones inexpertos.

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