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Jacinto-Sotomayor: la carrera de Podemos terminó en desahucio

La formación morada se queda fuera de la Comunidad y el ayuntamiento, en una debacle histórica desde su fundación hace casi una década

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El exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, junto a la candidata a la comunidad, Alejandra Jacinto, y al candidato a la alcaldía, Roberto Sotomayor EFE
Aitor Santos Moya

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Una campaña agresiva no siempre resulta efectiva, y en Podemos estaban avisados. Nadie en la formación morada parece haber aprendido la lección del batacazo de Pablo Iglesias hace solo dos años, cuando, palabra de exlíder, en lugar de «parar a la derecha criminal» se quedaron a 55 escaños del PP y 3 abajo en relación a Vox. Aquel triste resultado provocó la dimisión del hasta entonces secretario general del partido, si bien el volantazo no fue más allá. Se mantuvo el discurso, el espectro ideológico y la confrontación. Una izquierda dura, en contraposición con la izquierda «cuqui» de Más Madrid, que se ha quedado fuera de la Comunidad con Alejandra Jacinto y del ayuntamiento con Roberto Sotomayor. La debacle esta vez ha sido total.

En política, como en la vida, saber de dónde venimos y a dónde vamos es parte esencial del juego, y más aún, cuando no hace tanto los escaños se contaban por decenas (27 en la Asamblea y 20 en el consistorio con Manuela Carmena como alcaldesa, entre 2015 y 2019). Con Isa Serra en la comunidad cayeron a 7 y solo el 5,5 por ciento de los votos, una representación tan exigua como el calado de una candidata que poco antes había abandonado la corriente anticapitalista, en protesta por la decisión de los suyos de no presentar batalla contra la lista unitaria de Errejón diseñada por su 'amigo' Iglesias.

Errejón, sí, el mismo que cuatro meses antes de las elecciones de 2019 se alió con Carmena para compartir reinado en su nueva plataforma. Ello derivó en un casting que, lejos de resultar sencillo, se convirtió en una carrera a la desesperada para encontrar un perfil que aceptara competir contra su tránsfuga más poderoso. Una misión, que tras varias negativas, acabó en manos de Isa Serra. En el campo municipal no se presentaron, pero tampoco escaparon al batacazo: pidieron el voto para la propia Carmena (desbancada por Almeida gracias a los votos de Cs y Vox) y Madrid En Pie (sin representación en el pleno).

Tras ello, comenzó un periplo en el desierto y con la portavoz Isa Serra inhabilitada de la política 19 meses, tras su condena por los altercados durante un desahucio en Lavapiés, llegó el turno de Pablo Iglesias. Que duró, «lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks». Se presentó a los comicios del 2021 como salvador y se despidió de esta guisa: «Cuando uno deja de ser útil, tiene que saber retirarse». Su quinta posición, la última, y apenas un pequeño repunte hasta los 10 escaños (el 7,2 por ciento), avalaban bien su alegato.

Con este escenario, Podemos anunció una portavocía coral con dos diputadas desconocidas hasta la fecha: Carolina Alonso y Alejandra Jacinto. Esta última, abogada y una de las caras más visible en los movimientos sociales por el derecho a la vivienda (llegó a ejercer como como letrada de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca), apenas acababa de dar el salto a la política: entró primero de la mano de Iglesias, luego se afilió, y se terminó por convertir en dirigente nacional del partido y en cabeza de lista para la región madrileña. Su camisa en el debate de Telemadrid con la imagen del hermano de Isabel Díaz Ayuso y el intento de entrega del libro del exconsejero Alberto Reyero la impulsaron en el plano mediático.

No así a su compañero de tique electoral, Roberto Sotomayor, más desdibujado en el otro debate aunque con la misma intención de llevar su figura al extremo. Su polémico cartel en el barrio de Salamanca, en el que se podía leer «Los cayetanos de este barrio han tenido un alcalde con dedicación exclusiva estos 4 años», y sus ataques a la periodista y recién galardonada con la medalla de Honor de Madrid, Ana Rosa Quintana, le sirvieron en parte para hacerse un hueco la campaña. Pero del veto al voto no solo basta con cambiar una vocal: Jacinto y Sotomayor no serán llaves del cambio; es más, ni siquiera tendrán llave para abrir la puerta de las instituciones madrileñas.

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