El comercio de barrio agoniza en Madrid y pierde 6.000 negocios en un año
Los establecimientos desaparecen al mismo tiempo que se erigen más centros comerciales, ocho en dos años
El lujo ahoga al comercio de barrio en el triángulo de oro de Sol y Cortes

Donde había un cine hay un supermercado, en la esquina de la antigua tienda de muebles hay una franquicia de comida rápida, y allí donde abría una floristería hay un bajo reconvertido en apartamento turístico. Hace mucho tiempo que muchos negocios sortean como pueden esta ... época gris del comercio. Este miércoles, la Condeferación de Comercio Especializado de Madrid (Cocem) los convocó a todos —joyeros, pescaderos, floristas, carniceros, negocios de muebles, textil y electrodomésticos— en una sala del Casino de la Gran Vía. Su presidente, Armando Rodríguez, tomó la palabra: «Nuestro modelo de comercio está atravesando unos momentos complicados, más que hace unos años. No se han ido corrigiendo las dificultades, sino que se han ido agravando, y han saltado todas las señales de alarma cuando el INE anuncia la desaparición de 6.000 comercios en un año en la Comunidad de Madrid».
La pandemia fue una bofetada para un comercio de proximidad de capa caída, «el mal llamado a veces pequeño comercio o comercio de barrio», precisa Rodríguez, porque incluye tiendas pequeñas al por menor, pero también establecimientos medianos y hasta franquicias y cadenas minoristas. Las restricciones sanitarias y el vacío turístico amordazaron a los comerciantes madrileños y, en un año, el virus se cobró un millar de negocios. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 operaban 50.853 establecimientos comerciales en la región y, en 2021, esa cifra descendió hasta los 49.888 negocios.
Sin embargo, la era pos-Covid ha resultado peor. En 2022, los comercios al por menor remontaron hasta sumar 50.391 empresas, apenas unos centenares por debajo de los números prepandémicos. Y en 2023 se produjo la caída. El último dato del INE marca 44.388 establecimientos comerciales en la región, 6.003 negocios que se esfumaron en doce meses. Con una contrapartida: los nuevos 270.000 metros cuadrados de ocho centros comerciales que se crearán en solo dos años. «¿Cómo es posible?», cuestionaba este miércoles Rodríguez, «¿cuál es el modelo por el que apostamos, mantener el comercio de proximidad o fomentar esas veinte grandes superficies?».

Evolución de empresas
dedicadas al comercio
al por menor
Total anual (excepto vehículos
a motor y motocicletas)
50.853
50.391
49.888
44.388
40.000
2020
2021
2022
2023
Fuente: INE / ABC

Evolución de empresas dedicadas
al comercio al por menor
Total anual (excepto vehículos a motor y motocicletas)
50.853
50.391
49.888
44.388
40.000
2020
2021
2022
2023
Fuente: INE / ABC
Sin datos, no hay plan
Las estadísticas del INE son las únicas oficiales, pero no componen una fotografía fiel del sector. Esos 44.388 establecimientos incluyen en el mismo saco comercios especializados, grandes superficies, gasolineras, puestos de venta y mercadillos. «Cuando buscas una información segmentada, no existe, no da una visión de la realidad, y cuando no se conoce el sector, lógicamente, no existe un plan», sentencia el presidente de Cocem, que ya ha comparecido en tres ocasiones en la Asamblea de Madrid para compartir con los políticos las demandas de los comerciantes.
La última vez, el pasado 22 de marzo, Rodríguez empezó su discurso con cifras. Dijo que representaba a 37.000 comercios madrileños, que suponían cerca de 300.000 empleos, y añadió: «Pero podría estar mintiendo, porque ustedes no lo saben». Sin ese tipo de información, insiste, no hay diagnóstico ni medidas que tomar, como prohibir grandes superficies o entidades bancarias en determinados ejes comerciales, decisiones que ya han tomado otras ciudades europeas.
Desde 2010 han desaparecido casi la mitad de las pescaderías tradicionales de la Comunidad de Madrid
Aun así, cada especialidad ha recabado sus propios datos. Desde 2010 han desaparecido casi el 50% de las pescaderías tradicionales de la Comunidad, también el 24% de las carnicerías en los últimos cinco años. El sector de los electrodomésticos ha perdido un 14% de sus puntos de venta en dos años, los joyeros, un 20%, y los negocios de prensa hasta un 62%. Durante el desayuno informativo de este miércoles, distintos afectados tomaron el micrófono para exponer su situación. «Cada año van cerrando más fábricas de muebles, en Madrid casi no quedan, porque tienen que cumplir más normativas. Y ahora vienen muebles de importación de China, pero hay que informar al consumidor, que no se fije solo en el precio, que sepa que la calidad baja», señaló la presidenta de la Asociación de Empresarios de Comercios del Hábitat de Madrid, Ana Postigo.
El 5% del PIB
Los comerciantes también desgranaron ayer sus reclamaciones. Además de revertir esa ausencia de información oficial, de la necesidad de tomar una radiografía, Cocem pide al Gobierno madrileño una mejor dotación presupuestaria. La Comunidad destina unos 9 millones de euros (de unas cuentas anuales de 25.000 millones de euros) a la Dirección General de Comercio. «El comercio representa el 13,5% del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestra comunidad, y también de España, y el comercio de proximidad está en torno al 5%. La dotación de esos 9 millones, menos gastos corrientes, deja para la promoción del comercio solo 2 millones de euros para los 40.000 establecimientos de nuestro formato comercial», calcula Rodríguez. También existen unas ayudas de los fondos de recuperación, que se traducen en «20 euros por establecimiento» y que han beneficiado a «281 pymes». Según los comerciantes, es insuficiente.
Otro factor importante: la «presión normativa asfixiante». El presidente de Cocem mencionó los planes de igualdad, los protocolos de prevención de acoso sexual, la factura electrónica, el registro retributivo... Una lista de requisitos estatales que supone un «impacto medio de 6.000 euros» en la caja de cada negocio. «Es el gasto derivado de esas normas, que se editan sin discriminar por tamaño ni sector, que afectan igual a un centro comercial que a la panadería de enfrente», lamentó Rodríguez.
Una joyería, por ejemplo, está obligada a reformar su local con las estrictas medidas de seguridad que dicta el Ministerio del Interior: «Cuesta unos 18.000 euros», asegura el presidente del Gremio de Joyeros, Plateros y Relojeros de Madrid, Adolfo Arroyo, «y si sufres un robo y no has cumplido con esas medidas, también te espera sanción». Hay algunos comercios con sus propias características, como las pescaderías y carnicerías, que piden equipararse a los hosteleros con sus propias escuelas de Formación Profesional para enseñar a las nuevas generaciones. Y lo piden ya. «Ofrecemos más que un trabajo, ofrecemos una profesión», dice la directora general de Carnimad, María Sánchez.
A pesar de las diferencias, los negocios minoristas tienen un denominador común: el relevo escasea. «Mi hijo tiene muy claro que no quiere seguir en esto, que no tiene futuro, que quiere irse fuera. ¿Qué queremos como país? ¿Ser dadores de servicios? ¿Sentarnos en un Starbucks y que no haya tiendas y comprarlo todo en internet», plantea Ana Postigo, de Hábitat Madrid. Pero mantener las tiendas de toda la vida es fundamental. «Si desaparece el comercio tradicional, las ciudades serán clónicas, y creo que algún valor diferencial aporta el comercio», declara Sánchez.
El «pegamento» de la urbe
En pleno auge de las compras online, de paquetes y cartones de Amazon que se acumulan en los contenedores, el comercio de proximidad intenta resistir. «El comerciante de calle también tiene su presencia en redes sociales, su web y su 'marketplace'; creemos en la compatibilidad», asevera Armando Rodríguez. En cualquier caso, hay diferencias, como «el 15% de ventaja fiscal de punto de partida en el costo de sus productos», indica el presidente de Cocem. Y alguna más: «Nosotros estamos sometidos a unas enormes exigencias de transporte, pero luego se invaden ciudades con la entrega a domicilio de un peine», añade la directora de Adepesca, María Luisa Álvarez. Y ellos tienen una función importante en la urbe, además de ser un atractivo turístico.
Diego Casillas, coordinador de Hábitat Madrid, coge el micrófono para recordar una conferencia de hace un par de años de arquitectos brillantes, Tadao Ando, Renzo Piano y Norman Foster, que ensalzaron las virtudes del «urbanismo comercial». «Si el comercio desaparece, o casi, o su calidad disminuye, no es que se nos ampute un dedo, sino un órgano vital. Estos grandes arquitectos hablaban de que es el pegamento que une la ciudad con el individuo», argumenta Casillas. En este sentido, y más allá de las medidas que puedan tomar las administraciones, la concienciación es clave. Conviene cerrar estas líneas con una de las súplicas que se pronunciaron en la reunión: «Por favor, hay vida fuera del súper».
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