LAPISABIEN
La ciudad de Valle (bis)
Los poetas ya no suenan con el paraíso, sino que ya sólo exigen un camastro
Humoradas

Madrid no ha cambiado tanto desde 'Luces de bohemia', sigue siendo la ciudad de las maravillas, pero también la de sus apartes que son aquellos lugares en los que nos vamos sintiendo más nosotros, que no más confortados.
Está aquí la corte de ... los ministros, está Paco («Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad, y un castigo para unos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla. No me estaba permitido irme del mundo, sin haber tocado alguna vez el fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!»); está el poeta ciego que sueña muriendo con el Parnaso.
Salen las noches frías, especialmente por febrero: noches que noches nocheras y que nos hacen aullar a la luna. Hay que pensar en esa obra, y planteárnosla como una guía de la ciudad. Abundan los pícaros, los aprovechados, los jóvenes que se burlan de los antiguos y un décimo de lotería que nunca toca. Que nunca tocará.
En estas se va viendo la ciudad. La que es y la que fue. En ella hace uno, y deshace uno. Válgame Dios que no es una ciudad fácil. Que tiene sus tiempos. Que ahí radica su alma provinciana que a tantos nos asemeja al campo. Yo sigo pensando en 'Luces de bohemia', y que hay que darle una segunda edición vital y escrita, que la primera se la dio Juan Manuel de Prada. La tercera habría que rodarla o reflejarla en crónicas. En eso estamos
Algo ha variado en cierto modo. Los poetas ya no suenan con el Paraíso, sino que ya sólo exigen un camastro. El callejón de las Negras es el Kilómetro 0 de esta ciudad a la que me refiero. Valle dio la tecla por mucho que cambien los tiempos. Cada vez que se representa la obra de Valle en la ciudad faltan entradas, el público jalea el espejo, no tan deformante, de sí mismo. Así la ciudad pasa sus días. Sabiendo o sin saber que la fotografiaron en una obra de teatro. En sus acotaciones.
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