Adiós a las chabolas verticales de Villaverde: «Por fin vemos los frutos de décadas de lucha»
Los vecinos de la Colonia Experimental, que esperan ver los primeros derribos este año, piden regenerar más bloques. Las ayudas cubrirán el 88% del coste de los pisos, por lo que cada uno de los 36 propietarios pagará unos 28.000 euros
Las 408 chabolas verticales de Villaverde, al límite

Adriana está cansada de repintar las paredes de su piso de la calle Escandón, de poco más de 20 metros cuadrados, una y otra vez. Y de tender la ropa en la entrada de su casa, porque dentro la humedad es insoportable. Y de tirar ... la ropa y los peluches de sus hijos, que enseguida cogen moho. Y de cocinar con las ventanas abiertas para que no se formen aún más goteras. Y de tener que dar un portazo para cerrar la puerta, porque el dintel cada vez está más inclinado. Es la pesadilla diaria en la que viven los vecinos de la Colonia Experimental de Villaverde, un barrio que lleva décadas luchando para que las administraciones se hagan cargo de los fallos estructurales de 408 pisos construidos en los años cincuenta cuya situación ha degenerado hasta convertirlos en verdaderas infraviviendas. «A mi hijo (12 años) y a mí nos han salido unas ronchas en la piel y la niña (3 años) tiene bronquitis crónica. Aquí siempre hay humedad, así que siempre estoy limpiando y mi marido pintando», reconoce Adriana. «Con la lluvia nos da miedo que se caiga algo... No sé hasta cuándo vamos a estar así».
Sin embargo, Adriana puede mirar por fin al futuro con cierto optimismo. Tras décadas de incansable lucha vecinal (y victorias en los tribunales) para que las administraciones se hagan responsables de los defectos de construcción de estos edificios, en septiembre del año pasado el Ayuntamiento de Madrid dio luz verde a la renovación integral de este ámbito. «La especial vulnerabilidad de estas zonas y el deficiente estado de construcción de sus edificaciones requieren la demolición y nueva construcción», explicaba entonces la vicealcaldesa, Inma Sanz. La primera fase de actuación de este proyecto contempla la rehabilitación de 36 viviendas, las que forman el edificio de Monterde, 2 y 6 y Escandón, 3.
Gracias a un acuerdo a tres bandas, las administraciones cubrirán el 88% del derribo y la edificación de la nueva promoción, que costará un total de diez millones de euros: cuatro que aportará el consistorio, 3,9 que correrán a cargo del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana y alrededor de un millón que financiará la Comunidad de Madrid. Los particulares costearán el 12% del total, unos 28.000 euros por piso, calcula Ana Alonso, líder de los vecinos y presidenta de Asociación Administrativa de Cooperación de Villaverde, una fórmula única en España que les ha permitido constituir una entidad urbanística que tendrá la última palabra en la rehabilitación de sus hogares.
«Estamos muy contentos con las ayudas. Queremos que se declare zona degradada porque los impuestos de obra nueva son brutales, y estos vecinos no van a tener una vivienda nueva por gusto, sino porque la suya se cae», señala Alonso, que espera que, si nada se tuerce, puedan empezar a desalojar en verano y derribar en septiembre. «El plazo para ver los nuevos pisos en pie desde la demolición es de dos años o dos años y medio».
Pisos dignos
La primera promoción de la nueva Colonia Experimental, diseñada por el arquitecto José Luis López Delgado, contará con 36 pisos de unos 80 metros cuadrados (en lugar de los 20 o 30 metros cuadrados actuales, algo que lograrán agotando toda la edificabilidad de la parcela), con dos o tres dormitorios, trastero, garaje... «Ahora estamos definiendo qué calidades y cerramientos usamos para conseguir una buena certificación ambiental», señala el diseñador de la urbanización, que comenzó a trabajar en ella durante la pandemia. «Aunque los vecinos pagarán alrededor de 28.000 euros; estarán valorados en unos 300.000», estima Alonso.

Las ayudas de la administración incluyen también el realojo de los propietarios e inquilinos (algunos de los cuales están pagando hasta 800 euros por un alquiler en estas infraviviendas de la colonia) hasta que acabe la construcción del nuevo inmueble. Las subvenciones acordadas, señala la líder de la entidad urbanística, contemplan una dotación de 10.000 euros por vivienda y año hasta un máximo de cinco años, es decir, algo más de 800 euros al mes por familia. En todo este proceso, hasta que tengan las llaves de sus nuevos pisos, les ayudará la empresa rehabilitadora Aire Urbano, que actualmente está elaborando un censo para conocer la situación personal y las necesidades de cada uno de los 36 hogares y buscarles la mejor alternativa habitacional. La casuística, reconocen los gestores, es muy variable: «Hay propietarios, inquilinos y hasta un okupa. Y luego su situación también es muy variable: hay quienes necesitan estar cerca del barrio por el colegio de sus hijos o porque no tienen coche... Y el problema que tenemos es que no hay tanta vivienda de alquiler». Todos, reconocen, están contando los días para que se firme el convenio «que regulará los plazos y procedimientos que tendremos que seguir durante toda la rehabilitación», añade Roberto Pedrós, consejero delegado de Aire Urbano. Fuentes de la EMVS Madrid, que lidera el plan, han destacado los avances de los últimos meses, pero aún no pueden poner fecha a la firma de este acuerdo y, por tanto, al inicio de las obras.
Para resolver cada caso de forma individual y atender las dudas que puedan surgir a lo largo de todo este proceso, Arte Urbano y la entidad urbanística han levantado una oficina portátil en el barrio, en la esquina entre la calle Monterde y Calamocha. Ver esta caseta de obra por fin en pie ha animado a muchos a ver que, tras décadas de olvido, la rehabilitación empieza a coger forma. «Nosotros somos los supervivientes. Mucha gente se ha mudado, alguno por prescripción médica. O como le ocurrió a mis padres, han fallecido sin ver los resultados de su lucha», reconoce Rose Rodríguez, otra de las guerreras de la Colonia Experimental. «Ahora por fin vemos los frutos de décadas peleando, y eso que a mi casa no sé cuándo le tocará la rehabilitación. Con Ana y muchos otros hemos perseguido el bien común. Hay que abrir camino, porque si piensas que no lo vas a lograr, nunca empiezas a hacerlo», añade.
Terriente, al límite



De hecho, la entidad urbanística ya está pensando en la segunda fase de la obra. Con las lluvias de los últimos meses, la situación de los bloques de la calle Terriente, ahogados en goteras y humedades, ha empeorado considerablemente. «Están en una situación muy lamentable. Hay filtraciones muy importantes que están dañando la estructura del edificio. De hecho, como técnico tengo dudas sobre comunicar si son inhabitables, pero claro, eso supone que se tendría que ir la gente... Hemos colocado redes para evitar desprendimientos pero son medidas disuasorias, porque estos edificios debían estar demolidos hace tiempo», admite López Delgado. Basta entrar al edificio de Terriente 5, al que se accede por un portal debajo del nivel de calle (algo que ya era inconcebible en el momento en el que se construyeron estas viviendas), para ver los problemas del edificio: desconchones, grietas y unas paredes que se están torciendo tanto que ya impiden cerrar la puerta a algún vecino.
«Convocamos una reunión y hubo prácticamente unanimidad a favor de la renovación», señala satisfecha Ana Alonso, que subraya que esta segunda etapa incluiría 74 viviendas más, hasta un total de 110. «No vamos a esperar a que se inicien las obras de Monterde y Escandón para solicitar que se inicien los trámites administrativos de la segunda fase, que aunque no fue presupuestada sí fue incluida en una adenda y prevista en el Plan Estatal 2022-2025. La situación actual de los edificios de la calle Terriente, junto con Guadalaviar 1 y 3, y Cella nº 2, obliga a las administraciones a actuar con celeridad para que ambas se puedan realizar simultáneamente. Hay una deuda histórica con este barrio», destaca esta activista. No van a parar hasta que no vean completamente levantada la nueva Colonia Experimental.
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