COLONOS
Mohamed El Morabet: «Si el empeño es constante, puedes hacer de Madrid una ciudad amable»
Este escritor tiene a Madrid en las habitaciones últimas de la sangre. Ha vivido el salto de pueblo a ciudad, en primera persona. Lo ha identificado y lo cuenta con distancia cercana si la contradicción es admisible

Mohamed El Morabet, Moha para sus amigos escritores, es el flamante Premio Málaga de novela. Ha sido durante muchos, demasiados años, carne de Lavapiés pero vio cómo aquello de la vida bohemia y 'madridí' que llevaba rumiando desde su Alhucemas natal llegaba a saturar. Fue ... una buena época, pero hay que pasar palabra. Como en todo. Tiene a Madrid en las habitaciones últimas de la sangre , y nos cita en el Paseo de Rosales con todo lo que tiene de paseo marítimo mediterráneo, al sol duro de marzo que ya ha consagrado la primavera, con algún almendro reventón en el Parque del Oeste. Ha vivido el salto de pueblo a ciudad de Madrid, en primera persona. Lo ha identificado y lo cuenta con distancia cercana si la contradicción es admisible. No le gusta que haya cierto victimismo en Madrid . Se escapa de la urbe a Calamocha, Teruel, al cielo estrellado de Aragón, dónde hasta en verano una manta es un lujo. Su literatura, a pesar de iniciarse en Alhucemas, siempre desemboca torrencialmente en Madrid. Ciudad totémica. Se ha hecho a Madrid, que nunca fue ni un solar ni abandonado. Ve la Semana Santa madrileña como una fiesta mediterránea, casi báquica. Y lo dice quién se inspira en las pinturas negras de Goya.
Su novela iniciática se llama 'Un solar abandonado', ¿para usted cómo es Madrid, es un solar, está abandonado?
No creo que sea un solar con el precio actual de la vivienda. Madrid está muy habitada y hay gente de todas partes. Quizá lo fue en los años 50. Ahora está muy bien habitado.
¿Por qué está «bien habitado»?
Porque uno rápidamente se siente parte de la ciudad. Madrid es muy acogedora. Si uno se hace rápido de su círculo, ya se hace de la ciudad.
¿Qué le aporta Madrid como escritor?
Aporta la posibilidad de poder conectar con otras formas de hacer literatura. Creo que lo aportan todas las grandes ciudades; sobre todo las literarias como Barcelona, París, Nueva York, Dublín o Londres. Su diversidad aporta una perspectiva enriquecedora de poder acercarte a lo distinto. Toda la literatura que se hace en España desemboca en Madrid y eso es enriquecedor.
¿Qué hay de Madrid en su literatura?
Tanto en 'Un solar abandonado' como en el 'El invierno de los jilgueros' el grueso de la trama transcurre en Alhucemas, pero siempre hay un personaje secundario pero principal que va de Madrid a Alhucemas. Mi gran aspiración como escritor es cerrar el capítulo de Alhucemas y escribir una novela que transcurra íntegramente en Madrid. Situar los personajes aquí y situarlos más cerca de mí, aunque el momento aún no ha llegado.
Eso antes no era así…
Ahí está el salto de una ciudad provinciana a una ciudad cosmopolita. Así lo identifico.
¿Ha vivido usted ese cambio?
Creo que sí. Diría que cuando llegué aquí en el año 2002 estaba en el tránsito de ciudad provinciana a cosmopolita.
¿Qué tiene Madrid todavía de pueblo?
Los barrios. Como la ciudad es muy grande, Madrid tiene muchos centros. Eso se puede ver en Moratalaz, por ejemplo; o en Hortaleza o Lavapiés. Eso es crear pequeños pueblos dentro de una gran ciudad.
¿Por qué, insisto, Madrid en su vida?
Vine de Alhucemas con la posibilidad de estudiar en Granada: la mayoría de los estudiantes de Marruecos que deciden estudiar en España van a Granada, pero elegí Madrid. Con valentía. No podía sufragarme los estudios y en Madrid podía encontrar un trabajo y estudiar a la vez.
¿Queda algún rasgo de aquella ciudad que fundaron los árabes?
Creo que sólo los puedes encontrar si los buscas.

¿Siendo ribereño, mediterráneo, qué ventajas y desventajas ve en Madrid?
Las desventajas son obvias: la ciudad es muy cara, la vida es muy cara; por lo que hay que trabajar mucho para sufragar la vida. En cambio, la ventaja es la otra cara de la misma moneda. Por ser una ciudad muy grande, si el empeño es constante puedes hacer un hueco y conseguir una vida amable, por decirlo de alguna forma.
¿Qué lugar le inspira de Madrid?
La sala de las 'Pinturas Negras' de Goya en el Prado. La visito asiduamente porque me inspira mucho.
Abunde.
Me da esa perspectiva vanguardista de Goya. Creo que conecto con el salto que hizo Goya con la pintura y con la ciudad.
¿A dónde escapa de Madrid?
Escapo, también, hay un pueblecito muy pequeño de Teruel: Calamocha.
¿Se puede ser feliz en Madrid?
En Madrid o se es feliz o se sufre mucho. No hay término medio. Es como la poesía.
¿Usted ama Madrid?
Sí, la amo.
¿Cómo definiría Madrid en tres palabras?
Madrid es una continuación del Mediterráneo.
¿Por qué?
Porque Madrid se respira una conexión con el Mediterráneo: la luz, el aire… todavía hay una conexión que, aunque sin mar, es evidente. Se debe a la gente, los andaluces que emigraron a Madrid durante todo el siglo XX.
¿Qué no le gusta Madrid?
La hora punta. A mí me que me gusta coger el autobús, en hora punta es difícil. Tampoco la gente que asocia ser víctima con tener razón.
¿Algún lugar que no le guste de Madrid?
Lavapiés, porque me gustó durante un tiempo pero me saturó. Su ritmo de vida no se puede aguantar durante mucho tiempo. Está bien la vida bohemia y nocturna, pero es la boca del lobo. Te atrapa y puede ser un peligro.
¿Por qué merece la pena Madrid?
Porque si uno tiene pequeños planes con el tiempo los puede acabar consiguiendo.
Madrid y lo religioso.
Madrid y España, con el tiempo, han sabido transformar todas las fiestas religiosas en jolgorio. Las celebran porque son momentos de diversión y eso es un gran invento español. Es la idea de la alegría. Una alegría, además, muy mediterránea. Han convertido el calvario de Jesús en una gran fiesta en la que la gente se enamora, se divierte, conoce a sus parejas…
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete