El imán de Ripoll era «afable y correcto» en prisión, donde dirigía rezos de un grupo de presos musulmanes
El Gobierno asegura que el CNI no dispone de más documentos clasificados
Junts y ERC pedirán que el exdirector del Centro Nacional de Inteligencia vuelva al Congreso

Durante su estancia en prisión, el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, considerado cerebro de los atentados de agosto de 2017 en Cataluña y muerto en la explosión del chalé de Alcanar (Tarragona), «tuvo un trato correcto» con los profesionales penitenciarios y estuvo « ... muy integrado» en el grupo de internos de origen marroquí, llegando a participar e incluso a dirigir los rezos del conjunto de reclusos musulmanes.
Así consta en un informe sobre su comportamiento en la prisión de Castellón, donde cumplió condena por tráfico de drogas de enero de 2010 a abril de 2014, remitido a la comisión de investigación que se sigue en el Congreso de los Diputados en relación con los ataques de Barcelona y Cambrils, que tuvieron lugar tres años después de su puesta en libertad.
El documento, firmado por el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, y al que ha tenido acceso ABC, destaca el «carácter afable» de Es Satty, de quien asegura, de acuerdo a su expediente, no tuvo ninguna sanción disciplinaria durante su estancia en prisión. En cuanto a su vida en la cárcel, se incide en que participó en varios programas de tratamiento para presos. En concreto, cursos de «alfabetización para extranjeros, clases de inglés, auxiliar de módulos, encargado de limpieza y actividades ocupacionales de cerámica».
Es Satty fue detenido por un alijo de 136 kilos de hachís que se introdujo a través de la frontera de Ceuta y condenado por ello en 2010 a cuatro años, un mes y 90 días de prisión por un delito contra la salud pública.
El informe especifica que disfrutó de cuatro permisos ordinarios, todos ellos «sin incidencias», que había propuesto la Junta de Tratamiento y que posteriormente contaron con la aprobación del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria correspondiente.
Era la primera vez que ingresaba en prisión pues, a pesar de que su nombre había salido en una investigación de 2006, la operación Chacal, -cuyo objetivo era desmantelar dos células que se dedicaban a enviar combatientes al conflicto de Irak para integrarse en las filas de Al Qaeda- jamás fue detenido ni condenado por este asunto.
Durante este tiempo, según otro paquete de documentación desclasificado por el Gobierno el pasado diciembre y aportado al Congreso de los Diputados en enero, Es Satty estuvo bajo el radar del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cuyos miembros se entrevistaron con él en la cárcel hasta en tres ocasiones. Era 2014 y, según la documentación remitida, fue descartado como informador por su escasa fiabilidad. El análisis psicológico que hicieron entonces basado en su caligrafía, utilizando como base un documento que el imán de Ripoll había escrito de su puño y letra, concluía que Es Satty era una persona «controladora» y «propensa a la insinceridad». «Al tratarse de un individuo con una alta inteligencia y mucha memoria, sería capaz de manipular con facilidad», advirtieron.
Cuando quedó en libertad le dieron un teléfono móvil para que usara en caso de tener que comunicar algo importante. Hizo alguna llamada de forma esporádica, pero, según explicó el entonces director del CNI Félix Sanz Roldán durante su comparecencia ante la comisión de secretos oficiales del Congreso de marzo de 2018 , no aportó ni un solo dato de interés para la lucha contra el terrorismo yihadista.
Operación Chacal
Tras la remisión de este primer paquete de papeles, el pasado febrero, y como pedía Junts, el Congreso de los Diputados solicitó la desclasificación de una segunda tanda de documentación, relativa a la investigación realizada sobre Es Satty durante la mencionada operación Chacal, el registro de llamadas del imán de Ripoll y la transcripción de sus conversaciones con el CNI.
A instancias de Sumar, se reclamaron también informes de Instituciones Penitenciarias sobre su comportamiento mientras estuvo en la cárcel. En este último caso, el Gobierno ha remitido el ya mencionado, firmado por el secretario general de prisiones.
Mientras que sobre el resto de papeles solicitados, asegura el Gobierno en la respuesta con fecha de 4 de abril, que el Consejo de Ministros ya desclasificó toda la información relativa a los atentados, «poniéndola a disposición del Congreso de los Diputados, sin que se tenga constancia de la existencia de más documentación clasificada al respecto en posesión del Ministerio de Defensa o del CNI».
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