Elecciones Galicia 18F
Rueda se centra en el «peligro» del BNG al frente de un multipartito y orilla a Sánchez
El candidato del PP, más fresco e incisivo, insiste en advertir de las consecuencias de que una Ana Pontón con piel de «cordero» implante en la Xunta un modelo basado en la «ideología» y los «extremismos»

Más fresco e incisivo que la víspera, recuperado ya del debate del lunes, Alfonso Rueda afinó sus prestaciones este miércoles en Arteixo (La Coruña), donde dejó a un lado a Pedro Sánchez y se centró en el «peligro real» de un multipartito que gobierne Galicia con el BNG al frente. El candidato del PPdeG rechazó los «sectarismos», los «extremismos» y la «ideología» como «único principio» rector que conllevaría que Ana Pontón presidiese la Xunta. Como dique de contención, expuso Rueda, los populares, con el «sentidiño» como faro y la «unidad» (frente a las luchas intestinas de la izquierda) y la seriedad de sus propuestas, sus «argumentos» y sus «balances» como señas de identidad.
Rueda advirtió de que los gallegos no pueden «permitir» que la Comunidad quede en manos del «independentismo disfrazado de cordero» del BNG, que comandaría otra «filial del gobierno de Pedro Sánchez» (no nombrarlo es casi imposible) para que éste ponga una nueva «banderita», feliz con que se extienda el «modelo» catalán y vasco de que gobiernen los secesionistas y «chantajeen» a un PSOE que dice «amén». «¡No quiero eso para Galicia!», clamó el presidente. «No es ninguna broma», insistió, centrado en «preservar» a la Comunidad, de impedir que ese paradigma se pueda «trasladar» aquí a partir del 18F.
Ante 400 personas que le escuchaban en el auditorio del centro cívico cultural de Arteixo (con otro medio centenar siguiendo el mitin a través de dos pantallas), recordó Rueda que al «multipartito» le vale con que a él le «falte un diputado» para los 38, y «ya está, ¡bingo!», todo dispuesto «para empezar a montarla». Y en el caso del BNG, aplicar todo aquello que tratan de ocultar, pero figura en su programa electoral (independencia, monolingüismo, etc); y empezar a «dividir» a los gallegos entre «buenos» y «malos».
«Nosotros a lo nuestro, no hay nadie que cuide más a Galicia que el PP», contrapuso. Sin promesas «disparatadas», sabiendo que gobernar no es «un juego de niños pequeños ni de gente que acaba de llegar y no sabe nada». O que, como Podemos y Sumar, no son «capaces de compartir despacho» y unos les dejan los muebles en el pasillo del Congreso a los otros; pero aspiran a gobernar juntos cuatro años, ironizó.
Más allá de lo que digan las encuestas (ironizó con que el CIS, que le «da exactamente igual», empezó poniéndoselo «muy difícil», pasó a «imposible» y acabará instalándole a «que nos retiremos»), apeló a no confiarse, pero siendo conscientes de la dificultad de la tarea de repetir la mayoría absoluta. Que, en caso de no darse, advirtió previamente Diego Calvo, número uno por La Coruña, conllevaría después del domingo 18 «una sorpresa que no queremos para Galicia».
Por la mañana, en un desayuno en Lugo, Rueda ya advirtió de que una mayoría absoluta del PP es la única forma de evitar que llegue a Galicia una «copia» implantada por el PSdeG que dice «amén», porque su prioridad es aferrarse al gobierno en Madrid; y un «independentismo», el del BNG, que seguirá el modelo de sus «socios» en Cataluña para «hacer exactamente lo mismo». Aunque «con menos fortuna», auguró, porque «los que mandan no son los de aquí», sino los catalanes «y un poco los vascos». «Tenemos la oportunidad de que esto sea diferente», apostilló.
Cara a cara «en menos de 24 horas»
Con el Bloque empeñado en acusar a Rueda de esconderse y eludir los debates, el candidato popular reiteró desde Pontevedra -a la salida de unos premios, a los que acudió en calidad de presidente de la Xunta- la oferta de celebrar un cara a cara, de nuevo en CRTVG, con el representante que pacte la izquierda, sea Pontón u otro. «Estaría dispuesto a suspender toda mi agenda», el debate se celebraría «inmediatamente, en menos de 24 horas», retó. Un órdago en toda regla, por más que sea envenenado. Porque Rueda es el primero que sabe que nunca se pondrán de acuerdo sus rivales. Pero la pelota está en su tejado.
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