Al punto
La bebé de Castellón y el aborto
«Los gobernantes de una nación como la española, que registra cada año preocupantes descensos del número de nacimientos, deberían sentirse concernidos por el acuciante problema y tratar de hacerle frente»

La policía detuvo el pasado domingo a los padres de la bebé -perdón, a la madre y padre, o si lo prefieren nuestras ministras, progenitores A y B- abandonada en los baños de un supermercado de Castellón. Tras tomarles declaración en sede judicial fueron puestos en libertad al día siguiente, quedando investigados por los presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa y abandono de familia. La jueza ha ordenado también que un psiquiatra forense los examine para decretar «su posible grado de imputabilidad».
Siendo del todo execrable la decisión de esos progenitores, que el forense determinará sus condiciones psíquicas, hay que agradecerles que el abandono de su criatura lo hayan efectuado, como así hicieron, en un lugar que de antemano sabían concurrido, en el que le prestarían auxilio y atenciones de modo inmediato.
Sin punto de comparación, por las nefastas e irreparables consecuencias, es el modo de actuar de quienes meten a su recién nacido, vivo o muerto, en una bolsa que arrojan a un contenedor de basuras cuyos restos acabarán en una incinerada o un vertedero. En este caso, la desgraciada historia de esos bebés no se conocerá nunca, ni aparecerá en ninguna página de sucesos. Y el delito de su madre, sola o acompañada, quedará impune.
Observe el lector la prudencia con la que estoy describiendo los hechos, sin que hasta esta línea haya aparecido un dicterio tan contundente como tildar de asesinos u homicidas a los padres de toda criatura abandonada o muerta apenas nacida. (Las y los abortistas seguramente ya habrán cargado las escopetas contra el arriba firmante). En alguno de los medios que se han hecho eco de lo ocurrido, y que a pie de la noticia acogen comentarios, casi siempre anónimos, con opiniones sensatas, que son bien pocas, y desquiciadas elucubraciones cuando no groseros insultos que son las más, hay quien culpa del suceso de Castellón a la falta de «un derecho al aborto libre y gratuito». Un derecho que la madre de quien así opina no llevó efectuó por evidentes razones. Tanto, que en ese supuesto no habríamos tenido ocasión de conocer la profundidad de su pensamiento ni su fórmula para afrontar el problema, muy en la línea de «muerto el perro se acabó la rabia».
Me cuesta entender que las propuestas a favor del aborto, cada vez más numerosas, no encuentren en nuestra sociedad civil –de los gobernantes no cabe esperar nada nada sensato en ese sentido ni en otros muchos– una contrapropuesta que, ojo, sin violentar la libre decisión y voluntad de la mujer de interrumpir su embarazo, ofrezca alternativas válidas a quienes se ven abocada a ello, de modo que pueda contar con verdaderas, eficaces y solidarias ayudas a su maternidad.
Los gobernantes de una nación como la española, que registra cada año preocupantes descensos del número de nacimientos, deberían sentirse concernidos por el acuciante problema y tratar de hacerle frente. Pero no. Los lobbies feministas, muchos de ellos apoltronados en el macro consejo de ministros, ministras y ministres no están por labor. Antes, al contrario, sus preocupaciones son de lo más abortistas. Y así nos va.
En la web de La Moncloa aparece este texto, de lo más revelador de la verdadera preocupación del Gobierno de Pedro Sánchez: «Sanidad tiene el firme propósito de seguir garantizando el derecho a las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo en la sanidad pública, mejorando el acceso a esta prestación dentro del Sistema Nacional de Salud, haciendo especial mención al trabajo de todos los profesionales dentro y fuera del sistema, a favor de la salud y seguridad de las mujeres».
Espero y deseo para la pareja que dejó a su niña en los baños de un supermercado de Castellón la mayor benevolencia judicial y social. Se podrían haber ahorrado el problema si se hubiesen decidido por abortar como tantas interrupciones de embarazo se hacen a diario en clínicas ad hoc –222 en toda España- en algunas de las cuales, y con la complicidad de médicos sin escrúpulos que prefieren la pela antes que la vida, se practican abortos ignorando los plazos legales y el derecho a vivir de tantos proyectos que son condenados a no lograrlo.
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