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El último liberal

Koldo y Ximo Puig en Waterloo

«En los tiempos actuales, los socialistas se han convertido en auténticos expertos de colocar a los más leales en puestos críticos con la esperanza de que no pase nada»

Imagen de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el expresidente de la Generalitat Ximo Puig y el exministro de Fomento José Luis Ábalos EFE
Fernando Llopis

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En las vísperas de la batalla de Waterloo, Napoleón le dio el mando de parte de sus tropas al general Grouchy. Este no era el mejor de sus generales, pero sí el que iba a ejecutar sus órdenes sin dudar, podríamos llamarlo «noventa por cien lealtad, diez por cien capacidad». Pero como decía el general prusiano Helmuth von Moltke, «Ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo». Así sucedió en Waterloo y lo que hubiese querido Napoleón que Grouchy hubiese hecho durante el transcurso de la batalla, no era lo que originalmente le había pedido. Aunque el rugir cercano de los cañones le pudiese hacer pensar, tal como le indicaban sus oficiales, que Napoleón necesitaba la ayuda de las tropas que él dirigía, Grouchy se ciñó al plan que originalmente le había encomendado Napoleón. El resto es historia y Napoleón acabó en la isla de Santa Elena maldiciendo el día que pensó en Grouchy para algo tan importante.

En los tiempos actuales, los socialistas se han convertido en auténticos expertos de colocar a los más leales en puestos críticos con la esperanza de que no pase nada. Fue curioso cómo colocaron al frente del Ministerio de Sanidad a una persona con ningún conocimiento del tema, Salvador Illa, con el objeto de ponerlo en valor de cara las próximas elecciones catalanas. Posiblemente Pedro Sánchez pensó que, dadas las transferencias de las competencias de sanidad a las comunidades autónomas, daba igual colocar a una persona como Illa en aquel puesto, pero llegó la pandemia de la Covid. La historia es conocida y la gestión de aquellos días críticos fue bastante desastrosa y tuvo un coste de vidas humanas terrible. También pasó en nuestra comunidad, dónde era conocido que para ser el responsable de cualquier hospital primaba mucho la pertenencia a un determinado partido o sindicato. Entre otras decisiones, Ximo Puig pensó en el concejal de fiestas de Elche para gestionar la compleja reversión del hospital de Torrevieja.

No podemos olvidar tampoco a Juan Manuel Serrano, amigo y ex jefe de Gabinete en el PSOE de Pedro Sánchez, que fue nombrado presidente de Correos. El susodicho dejó Correos con un agujero que superaba los 1.000 millones de euros, justo en el momento del boom de las compañías de reparto de envíos.

Pero hay mucho más, tal como apunta este diario, «La Asociación de Diplomáticos (ADE) ha rechazado los recientes nombramientos como embajadores por parte del Gobierno de políticos «sin experiencia» ni trayectoria internacional, después de que el expresidente de la Generalitat valenciana Ximo Puig haya sido designado como el representante permanente de España ante la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).» Esperemos que no haya muchos conflictos en los que sea necesaria la presencia de diplomáticos experimentados.

Ahora se ha destapado el caso Koldo, un exportero de discoteca que fue asesor del Ministerio de Transportes mientras José Luis Ábalos era ministro. Pero no solo eso, también fue nombrado consejero de Renfe sin tener ninguna experiencia en el tema. Parece que este asesor está implicado en una trama de corrupción en la compra de mascarillas en el peor momento de la pandemia. Así, de lo que Pedro Sánchez acusaba sin ningún fundamento a la presidenta Isabel Díaz Ayuso le golpea a él ahora. Algunos empiezan a entender ahora el sorprendente cese del ministro Ábalos hace algunos años, aunque ayer el presidente Sánchez lo negara. Desgraciadamente para él, quedan muy pocos que ya le creen, aunque es posible que queden unos cuantos que a pesar de todo le seguirían votando. Es lo que pasa cuando mientes demasiado.

Parece que la sombra de Koldo es alargada y todavía no se ha cuantificado el efecto de la onda expansiva, pero si en vez de personas preparadas, con experiencia, prestigio y conocimientos, das demasiado poder a personas solo por ser buenos socialistas, ¿qué puede salir mal?

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