Daria Serenko a las puertas de la librería La Mistral (Madrid).

Daria Serenko a las puertas de la librería La Mistral (Madrid). Esteban Palazuelos

Protagonistas

Daria Serenko, la activista rusa encarcelada por plantar cara a Putin: "Ahora soy menos libre que cuando estaba en prisión"

Fue expulsada de Rusia por crear el grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra, al que ya pertenecen miles de mujeres en todo el mundo.

Más información: El drama de ser mujer y refugiada en Ucrania: violencia y trata de personas

Publicada

A sus 27 años, Daria Serenko (Omsk, Siberia) ha vivido lo suficiente para saber que la sangre se seca más rápido al sol, que tras los grilletes de una prisión también puede sentirse la libertad, o que las mujeres de aquel país donde nació sufren una represión de la que es casi imposible de escapar. O al menos ella no lo ha conseguido.

Es la fundadora del grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra, creado para protestar contra la invasión de Ucrania. "Cuando mi país ocupaba un territorio ajeno, se llevaba a las personas que allí habitaban a una especie de campamentos donde las tenían encerradas; y nosotras fingíamos ser trabajadoras para rescatarlas", recuerda de aquella época en la que todavía residía en Rusia.

Pero ya no puede hacerlo. Su lucha activista le costó la cárcel y la expulsión de su país, y también la salida de la nación vecina, Georgia. "Me resulta difícil oír hablar de mí misma como una persona adulta y formada, cuando estoy viviendo mi segunda migración. Tengo constantemente la sensación de que vuelvo a tener seis años", explica.

Daria Serenko y sus dos libros: 'Deseo cenizas para mi casa' y 'Chicas e instituciones'.

Daria Serenko y sus dos libros: 'Deseo cenizas para mi casa' y 'Chicas e instituciones'. Esteban Palazuelos

Ahora lo único que le queda es la poesía y la escritura, y dice "necesitarlas como el respirar". Por ello, ha compartido con el mundo sus vivencias a través de los libros Chicas e instituciones (Errata Naturae, 2023) y Deseo cenizas para mi casa (Errata Naturae, 2025), de los que el equipo de Magas ya se ha empapado. Ahora, charlamos con ella y con su intérprete, Alexandra Rybalko Tokarenko, que también es la traductora de sus obras, en la librería La Mistral.

Una vida sin hogar

Daria creció en Omsk, en plena Siberia, cuando Rusia atravesaba un momento de escasez. "Recuerdo que iba al colegio con tres pantalones por el frío, porque incluso con 35 grados bajo cero teníamos que ir", comenta. Sin embargo, reconoce que la suya "no fue la peor de las infancias", a pesar de haber tenido que huir a Moscú para alejarse de la violencia doméstica, que era habitual en su casa.

La autora a las puertas de la librería La Mistral.

La autora a las puertas de la librería La Mistral. Esteban Palazuelos

Cursó ballet diez años porque su madre soñaba con que se convirtiera en bailarina, aunque dejó de asistir a clases porque lo detestaba. "Yo siempre he querido ser escritora. No sería nada más", comenta. Lo tuvo claro desde pequeña, por lo que fue forjando una relación única e íntima con la literatura.

"Tengo una concepción de la escritura bastante específica, muy concreta. A veces me parece que es un proceso casi fisiológico, como respirar. Y entonces pienso que si la respiración me ha ayudado a sobrevivir, con la escritura me pasa una cosa similar. Si no estoy escribiendo, significa seguramente que me ha sucedido algo. Llevo haciéndolo toda mi vida y es mi manera física de existir", confiesa.

La Resistencia Feminista

Además de sus libros, que son como dos hijos, Daria Serenko siente gran orgullo por la que considera su mayor acción: la creación del grupo Resistencia Feminista contra la Guerra. "Surgimos dos días después de la invasión rusa de Ucrania y hace poco cumplimos tres años, pero no lo celebramos porque nuestro surgimiento está vinculado al inicio de un conflicto", explica.

Este movimiento ha tenido desde sus inicios el estatus de 'agente extranjero' y ha sido denominado como 'organización indeseable' por el Estado ruso. "Estamos prohibidos en el país, lo que significa que, si una persona colabora con nosotras, lo que le espera es la apertura de un caso penal", asegura.

A pesar de ello, cuenta ya con miles de activistas en unas 25 naciones a lo largo del mundo y, dentro de las fronteras rusas, tienen presencia en más de 80 ciudades, aunque allí están forzadas al anonimato y deben ocultar sus rostros para evitar el peligro de ser encarcelados. Precisamente como le ocurrió a ella.

¿Qué te has llevado de la cárcel?

Han resultado ser los últimos recuerdos de mi patria, así que creo que he romantizado un poco esas semanas en prisión. Ha sido una de mis reacciones al trauma.

He llegado a tener esa concepción relativa de lo que es la libertad personal y recuerdo cada detalle de aquellos momentos. Es muy extraño, porque realmente fueron semanas terribles, pero la migración es mucho peor. Ahora mismo me siento menos libre de lo que me sentía en la cárcel.

Daria Serenko lleva más de diez años trabajando en el activismo.

Daria Serenko lleva más de diez años trabajando en el activismo. Esteban Palazuelos

¿Qué tendría que pasar para que pararas de escribir y de luchar por los derechos humanos?

Me tendría que morir. Ya no puedo imaginar mi vida sin esta lucha. Los activistas desarrollamos una especie de relación abusiva, tóxica, con nuestra actividad. No sabemos estar tranquilos, porque las injusticias que vemos nos persiguen y es imposible abstraerse, aunque me gustaría poder hacerlo.

Sentimos una especie de aguja en nuestro interior que pincha constantemente. Es algo que llega a quemarte, y tienes ganas de que lo político y lo personal se pudiera separar. Pero, de momento, me considero incapaz.

¿Cuándo llamó a la puerta tu vena activista?

Durante 22 años tuve un problema de miopía y veía muy mal, pero me operé y, en ese momento, confluyeron la visión física y la visión como metáfora. Recuerdo pasarme horas delante del espejo, observando, analizando y examinándome a mí misma.

Entonces comprendí de qué manera la política entra en contacto con la superficie de tu cuerpo. Y de ahí al feminismo hay solo un paso.

La activista, en conversación con el equipo de Magas.

La activista, en conversación con el equipo de Magas. Esteban Palazuelos

Hablemos del grupo 'Resistencia Feminista contra la Guerra'. ¿Cuál es vuestra principal misión?

Trabajamos en el cruce entre la violencia militar y la de género, porque nos parece que están muy relacionadas. Por ejemplo, ahora en Rusia hay una presión reproductiva muy alta por el gran aumento de la mortalidad a raíz de la guerra.

El poder lo denomina 'movilización demográfica para las mujeres' y ya es una realidad. Siempre decimos que en Rusia hay dos géneros: el que trae vida al mundo para la guerra y el que muere en la guerra.

"En Rusia hay una presión reproductiva muy alta por el gran aumento de la mortalidad a raíz de la guerra. Lo denominan 'movilización demográfica para las mujeres"

Uno de los temas que más preocupa en Rusia es el del aborto. ¿Cómo lo tratáis?

Sí, la interrupción del embarazo de una mujer debe ser aprobada por un médico y un cura, y está prohibida en clínicas privadas en 19 regiones del país. Consecuentemente, hay que gastar el triple de dinero para llevarlo a cabo.

Por una cuestión de herencia soviética, nuestra legislación era bastante liberal y ahora están intentando limitar este derecho. Quieren aprobar una ley sobre la protección de la vida de la criatura antes de su nacimiento, como en Texas o Polonia. Lo que buscan realmente es prohibir los abortos completamente.

¿Y qué otras necesidades de las mujeres abordáis?

Tenemos una línea de emergencia de ayuda psicológica gratuita para todos aquellos que han sido víctimas de la dictadura de Putin, y un periódico antibelicista clandestino que distribuimos en Rusia y Bielorrusia. Ayudamos a las ucranianas en territorios ocupados, a las presas políticas, a las víctimas de violencia doméstica...

También hemos intervenido, con mucho riesgo, para conseguir que hombres rusos huyan del ejército. Recuerdo cuando me encontré por primera vez con esta indefensión masculina... Los sacábamos del país y los distribuíamos en pisos de otros activistas.  Después, que se atrevan los hombres a quejarse o a echarnos en cara algo a las feministas.

¿Cómo se defiende a las mujeres activistas?

Tenemos una línea de seguridad pensada expresamente para protegerlas, que incluye hasta ciberseguridad. No tenemos chats conjuntos, y funcionamos con una red distribuida porque constantemente se intentan infiltrar policías secretos y espías rusos.

En nuestro movimiento nadie se conoce por su verdadero nombre y todas las llamadas se hacen sin vídeo. Además, tenemos un sistema de verificación completo para asegurarnos de que la persona que entra a la organización no es policía.

Además de escritora, también ha fundado el grupo Resistencia Feminista contra la Guerra.

Además de escritora, también ha fundado el grupo Resistencia Feminista contra la Guerra. Esteban Palazuelos

Ante esta situación, ¿qué futuro le auguras a Rusia?

Creo que a mi país le espera un aumento de la dictadura, un recrudecimiento. Putin ya no tiene ningún mecanismo de contención, porque Trump lo ha devuelto a la política mundial.

Me encantaría creer que Europa se unirá y dará una respuesta contundente a estos dos ´vejestorios´, pero no soy idiota. No tengo un pronóstico optimista, el giro conservador de Rusia aumentará durante los próximos diez años. Ahora es el momento idóneo para la lucha y solidaridad internacional, porque la alianza entre Putin y Trump va a influir a todo el mundo.

Además, a las mujeres en Rusia les espera una vuelta a acciones de resistencia clandestina como no han conocido en muchos años. Hasta practicarse un aborto va a ser una operación política clandestina.

Y ya por último, ¿qué esperas de tu vida en los próximos años?

Una visa humanitaria y un permiso de residencia. O un estatus de refugiado porque ahora no tengo pasaporte ni ningún tipo de documento de identidad. Rusia me los quitó. Siento que ya no tengo más hogar que mi lengua. Al parecer, es una de las pocas cosas que no te pueden arrebatar. Después de que te lo hayan quitado todo, observas qué es lo que te queda y eso es tu casa.