Javier Alvariño, con el Goya bajo el brazo, defiende «la persistencia y la constancia» para alcanzar los sueños
Recién galardonado por la Academia de Cine, el exalumno de la Usal mantiene un encuentro con estudiantes en las Escuelas Mayores
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El diseñador de producción Javier Alvariño, recientemente galardonado por la Academia de Cine con el premio a Mejor Dirección de Arte en la ceremonia de los premios Goya por su trabajo en 'La virgen roja', ha defendido este jueves, antes de mantener un encuentro con estudiantes, organizado por Alumni-Usal en las Escuelas Mayores, «la persistencia y la constancia» como claves para alcanzar los sueños. «No conozco ni un caso de alguien que, con verdadera actitud proactiva, no haya acabado dedicándose a lo que sea que le gusta, y en concreto al cine», ha manifestado.
En declaraciones recogidas por Ical ante la fachada histórica de la Universidad de Salamanca, Alvariño, nacido en Bilbao, pero exalumno de la institución académica charra y estrechamente vinculado con la ciudad, ha incidido en la importancia de «no desfallecer a la mínima» y, a partir de ahí, «evidentemente, tener suerte» para, a la postre, lograr un reconocimiento de tanto prestigio. Todo parte, según sus experiencia, de «aprovechar cualquier oportunidad que se presente, por pequeña que sea».
«Básicamente, la gente con la que empiezas a rodar cortometrajes son los cineastas del futuro. Cuando eres joven, esa gente a la que conoces en la escuela, en la facultad, en el ámbito educativo en el que te estés moviendo, de un modo u otro van a ser los futuros directores de cine. Entonces, empezar a trabajar con esa gente es lo que empieza a generar cierta experiencia, cierto músculo, y meterse en ese tipo de líos es la manera. Yo empecé trabajando con amigos míos, que ahora mismo son algunos de los mejores directores que trabajan en España y es gente con la que he compartido piso. Nos hemos visto en calzoncillos», ha comentado ante los medios.
Alvariño, de hecho, ha concitado a más público del previsto en el Aula Salinas de las Escuelas Mayores y ha habido gente que se quedó sin asistir al encuentro por aforo completo. «Es una pasada. Yo le desearía todo esto que me está pasando a todo el mundo porque es una sensación muy guay. Reencontrarte con tanta gente a la que quieres, que has conocido en diferentes fases de tu vida y poder celebrar además este premio, que es un honor absoluto, y notar la alegría de la gente, pues es una gozada, se lo deseo a cualquiera», ha relexionado el galardonado.
Un premio, el Goya a Mejor Dirección de Arte, que aún no ha acabado de digerir. «En el momento en que empiezas a recobrar un poco la normalidad, de repente alguien que se ha esperado por dejarte un poco de tiempo te vuelve a felicitar. Entonces es como que, de un modo u otro ,estás reviviendo todo el rato esa sensación. Y bueno, no me puedo quejar en absoluto. O sea, es una ola que de repente te arrastra y te está llevando. Y que dure, que dure todo lo que pueda», ha deseado.
Media vida de cine
En esencia, el cineasta considera que la Academia de Cine valoró, para otorgarle el reconocimiento, su propia trayectoria. «Son 25 años ya dedicándome a esto. Yo empecé muy joven, mi primera película fue 'Octavia' de Basilio Martín Patino, que rodamos en Salamanca, y fue una experiencia traumática, en el mejor y en el peor de los sentidos. Evidentemente todo lo recuerdo con mucho cariño, pero fue un salto al vacío importante. Empecé tan joven y tan arriba en la jerarquía que 25 años después, es la sensación de toda una vida», ha afirmado.
Alvariño, que cuenta con 45 años, lleva más de la mitad de su vida dedicándose al cine. «Agradezco mucho que no haya pasado antes. Me parece genial que pase ahora, porque es un momento en el que ya tengo totalmente desmitificado todo esto. Y lo que hago, en realidad, es eliminar toda la cuestión un poco superficial del asunto y quedarme con la cosa valiosa, que es el cariño de la gente que te ha votado y de la gente que ha celebrado esto, tanto durante la gala, la gente que estaba presente, como la gente viéndola desde sus casas, en Salamanca, mis amigos, mi familia. Yo todo eso lo noté en el escenario», ha admitido.
Finalmente, Javier Alvariño ha bromeado con su «trilogía» de reconocimientos y el emplazamiento que le ha buscado al Goya. «Realmente fue como una cosa bastante automática, porque yo no tengo muchos premios, un par de ellos, uno es el premio a Mejor Dirección de Arte que me dieron en 2004 por 'The Birthday', que fue la primera 'peli' de Eugenio Mira, mi segunda película. Y al lado tengo un pequeño premio que me dieron en el Festival de Cine de Guijuelo, que es un jamón con unas tijeras y una cinta de celuloide, o sea, es una fantasía de trofeo. Entonces tengo esos dos y el Goya al lado. Me parecía como que era el final de la trilogía», ha concluido.
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