Monseñor Francisco Cerro: «Ahora se busca el poder y el dinero por encima de toda dignidad humana»
El arzobispo de Toledo señala a ABC que hay una «ideologización» tan fuerte que se desprecia a la Iglesia y los valores humanos. «No se cuida a los pobres ni a los migrantes», se lamenta el prelado
Multitudinaria celebración en Toledo del Año Jubilar y de la convocatoria del XXVI Sínodo Diocesano

En plena Semana Santa, tiempo religioso católico por excelencia, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, analiza en ABC la situación actual de la diócesis en todos sus aspectos y problemáticas, su relación con la sociedad así como la situación política del país.
—¿Nos encontramos ya en plena Semana Santa, uno de los momentos culminantes del cristianismo ¿Cómo concibe y considera el arzobispo de Toledo que debe vivirse esta época del calendario religioso?
—La Semana Santa, y dentro de ella el Triduo Pascual, es donde celebramos anualmente el centro de nuestra vida de fe, que es Jesucristo muerto y resucitado. Se inicia el Triduo Pascual con el Jueves Santo en la misa de la cena del Señor y culmina en la Vigilia Pascual, que es «la madre de todas las Vigilias», como decía San Agustín, desde donde nos lanzamos a proclamar que resucitó de veras nuestro amor y nuestra esperanza.
—¿Aparte de cómo se celebra en la diócesis toledana en general, ¿en una ciudad del atractivo turístico como es Toledo está reñido el significado religioso de estas fechas con el espectáculo grandioso de gran atractivo popular que suponen las procesiones y otros actos de la Semana Santa?
—Realmente la Semana Santa de Toledo es una de las más bellas del mundo. El marco histórico y monumental con las procesiones, que son una auténtica catequesis visual en las calles, hace que, unido a las celebraciones litúrgicas dentro de los templos, sea una cita obligatoria para aquellos que quieran vivir este tiempo profundamente religioso, en silencio y en profunda vivencia espiritual en un marco incomparable.
—¿Tras cinco años al frente de la diócesis y tras las visitas pastorales realizadas a varias zonas y comarcas de la misma ¿Cuál es la valoración del estado de salud de la Iglesia católica en la sociedad toledana?
—El diagnóstico es que la archidiócesis de Toledo goza de buena salud. Con sacerdotes muy bien preparados y celo pastoral, con una vida consagrada desde los monasterios o desde la vida activa realizando una labor magnífica y más que nunca necesaria. Tenemos también un laicado muy comprometido y que busca hacer presente el Evangelio, en una sociedad y un mundo lleno de conflictos, de guerras, de pobrezas de todo tipo. Las parroquias, tanto del mundo rural como en los núcleos más urbanos, son comunidades vivas y activas.
—Uno de los objetivos más importantes en la archidiócesis es la celebración de un nuevo Sínodo diocesano ¿Qué valoración hace y en qué momento nos encontramos?
—Desde que llegué a la archidiócesis de Toledo y con la pandemia de fondo tuve la corazonada de un Sínodo diocesano. El último hacía más de treinta años que fue convocado por el cardenal González Martín. Venía de la experiencia de la diócesis de Coria-Cáceres, donde había realizado un Sínodo con mucho fruto. El Papa Francisco nos invita a vivir en una Iglesia sinodal, caminando juntos con Cristo. Un Sínodo es siempre pastoral, nunca debe cuestionar temas de la fe o de la moral que no nos corresponde a nosotros.
—Desde el punto de vista fiscal de la sociedad nos encontramos en la fase de una nueva declaración de la renta ¿Cómo valora y cuantifica la aportación de los fieles de la diócesis toledana? ¿Cree que se superarán aportaciones anteriores?
—Los fieles de la archidiócesis de Toledo son muy generosos. Nuestra Comunidad de Castilla la Mancha es la región con mayor porcentaje de aportaciones, y nos sentimos agradecidos con todas las personas que confían en el trabajo de nuestra Iglesia. Trabajamos para que los ciudadanos sigan colaborando con nuestra diócesis. Toledo es una diócesis tan rica de sacerdotes, seminarios, instituciones, delegaciones, parroquias; y esto hace necesaria la colaboración en nuestra tarea evangelizadora y de servicio a los más pobres, que es la única misión que tiene la Iglesia, evangelizar, es decir, anunciar a Jesús buena noticia para los que sufren.
—Además de esta aportación, ¿Cuál es la situación financiera actual de la diócesis teniendo en cuenta todas las vías de ingreso y sus gastos?
—Toledo, desde hace años, comunica sus cuentas en el portal de transparencia y son auditadas anualmente. El trabajo de todas las parroquias y desde la archidiócesis ha hecho posible recuperarnos tras lo vivido en la pandemia. Hemos experimentado la generosidad de nuestras comunidades cristianas. Considero que afrontamos la situación actual con esperanza. En este momento la archidiócesis está realizando varias intervenciones en parroquias, casas parroquiales, edificios históricos. En en nuestro caso se hace realidad aquello que tantas veces se dice: muchos pocos hacen mucho. Siempre damos gracias por la generosidad e implicación de todo el pueblo de Dios en el sostenimiento de la Iglesia.
—Uno de los objetivos también destacable es la reforma y recuperación del patrimonio religioso ¿Hay algún proyecto ya en marcha o inminente que sea especialmente destacable?
—Son muchos los objetivos de reforma y recuperación del patrimonio religioso. Estamos esperanzados en la Catedral con grandes proyectos con motivo del octavo centenario. Toledo, tanto en la ciudad como en los pueblos, realiza desde hace años inversiones importantes en la rehabilitación y recuperación de nuestros edificios históricos. Quizá el que más ha sonado en los últimos meses ha sido la parroquia de Yepes, pero constantemente estoy inaugurando obras de rehabilitación en iglesias, ermitas que la diócesis conserva. El VIII centenario de la Catedral será la ocasión para poner en valor las muchas obras de arte que la archidiócesis tiene. Estamos trabajando en la creación de un taller diocesano de restauración, posiblemente en la Iglesia de la Magdalena
—¿Cómo se desarrolla la iniciativa de hacerse con la propiedad y gestión de las ermitas de la diócesis?
—La mayoría de las ermitas son propiedad de la Diócesis, entendiendo por tal las parroquias, algunas hermandades, el arzobispado. Nuestro trabajo consiste en ayudar y apoyar a sus titulares para que puedan realizar una gestión adecuada de las mismas, de forma que puedan seguir cumpliendo con su misión y servicio a la piedad popular de los fieles, y en la medida que sea posible se puedan autogestionar. Nuestro trabajo no quiere generar conflictos, al contrario, queremos aportar soluciones para seguir cuidando y potenciando lo que ya existe.
—Al margen de la divulgación de la fe y principios cristianos, sin duda la labor social y de ayuda a los más necesitados supone otras de las funciones de la Iglesia ¿Qué valoración hace de esta importante faceta a través de las diversas organizaciones y movimientos que impulsa la diócesis?
—La Iglesia que camina en Toledo ha sido siempre un referente de caridad a través de los siglos, la catedral, las instituciones, la vida consagrada con sus hospitales, centros, colegios. Es importante la labor de Cáritas en 60 años de su nacimiento y que fue una de las primeras de España. Hay tantos servicios a los pobres, Hogar 2000, albergues, Cáritas parroquiales, acogida a migrantes, casas de acogida, Proyecto mater, Rompe tu silencio... El trabajo de Cáritas y sus efectos en nuestra sociedad es una forma de recordar que somos Iglesia de Jesús llevando la buena noticia a los pobres y a los excluidos de nuestra sociedad.
—Para consolidar en la sociedad la religión cristiana es fundamental tener una base sólida de divulgación de sus principios a través de las vocaciones ¿cuenta la diócesis de Toledo con un semillero suficiente de futuros sacerdotes en sus seminarios?
—Las cifras de alumnos de nuestros seminarios mayor y menor gozan de buena salud. El mayor ochenta y el menor cuarenta y tres. Existen otros centros de formación de vida consagrada cuyos alumnos se preparan en Toledo para ser sacerdotes. Siempre deseamos más porque los sacerdotes son necesarios para la vida de la Iglesia.
—¿Y cómo valora la situación y futuro de otros centros religiosos como son los conventos? ¿puede haber novedades al respecto?
—Nuestros conventos en la archidiócesis tienen una situación en general buena. Algunos por falta de vocaciones se tienen que cerrar, pero la mayoría mantienen el tipo. Hace años surgió la Asociación de los amigos de los conventos, que son casi 300 socios. Ayudan, unidos a la Vicaria de la Vida Consagrada, a rentabilizar y colaborar con oraciones y medios económicos a que sigan existiendo, cumpliendo su misión para la que surgieron.
—Defínanos la situación actual y el calendario más inmediato de una importante efeméride religiosa de la diócesis toledana como es el VIII Centenario de la catedral primada.
—Un acontecimiento eclesial de una magnitud única, porque la historia de nuestra catedral está unida a las raíces cristianas de nuestra sociedad. Queremos que el centenario sirva para una revitalización desde la fe. La Catedral Rica, como se la conoce a la Catedral de Toledo, es rica por su patrimonio, por su historia, pero sobre todo por su vida, que de alguna manera ha forjado la identidad de nuestra ciudad, nuestra archidiócesis y de toda España por ser la Sede Primada. La memoria sana de nuestra historia nos servirá para lanzar nuevos retos y proyectos evangelizadores de futuro, como está siendo ya la experiencia de Lumina, una forma de conocer nuestra historia a través de la luz y el sonido en nuestra Catedral.
—Personalmente ¿Cómo está viviendo la actual crisis de salud del Papa Francisco? ¿Cree que la situación de este momento conduce a algún cambio más o menos inmediato en la curia vaticana?
—Lo vivo con preocupación y esperanza. Desde el inicio de su hospitalización, en Toledo, que tanto quiere al Papa Francisco, hemos rezado por su salud. Será él quien tendría que, viendo su salud, y sus fuerzas, decidir lo que sería mejor para él y para la Iglesia. Pido que se recupere para poder seguir cumpliendo como sucesor de Pedro lo que el Señor le ha encomendado.
—Es evidente que en muchos aspectos no se puede disociar la religión y la política. Desde su puesto de arzobispo de Toledo ¿Cómo definiría la actual y complicada situación política de España, sin acuerdos en aspectos fundamentales entre las fuerzas políticas más representativas de la sociedad española? ¿Cree que corren peligro algunos principios de un sistema democrático?
—Es una situación crítica en España, agravada por la situación mundial de guerras económicas, aranceles, de guerras reales y de una grandísima búsqueda del poder y de lo económico por encima de toda dignidad humana. No se cuida la vida desde el nacimiento hasta el final. No se cuidan a los pobres, a los migrantes. Existe una ideologización tan fuerte, que se sitúa por encima de la fe de los creyentes, prevaleciendo, cuando no se está de acuerdo con ellos, un desprecio a la Iglesia y a los valores humanos que no se tienen en cuenta, cuando lo que prevalece es el poder y el dinero. Veo también aspectos positivos; por ejemplo que ante una amenaza de tercera guerra mundial nuestra gente busca no repetir historias de totalitarismos, que lo único que supieron hacer fue crear campos de concentración. Hace unos días que he estado en Jerusalén, en Belén, y percibo junto con la mayoría de nuestra gente un deseo siempre de paz, de reconciliación y de saber lo que estamos viviendo es tan grave que o acabamos con ello o termina con nosotros.
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