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El Cristo Redentor, luz tenue la noche del Miércoles Santo en Toledo
Es una auténtica manifestación de austeridad, severidad, sentido penitencial y profundo silencio, sólo quebrado por el redoble del tambor y el sonido de una campana
La procesión en forma de Vía Crucis del Cristo Redentor, que salió por la noche de la iglesia conventual del monasterio de las religiosas dominicas de Santo Domingo el Real, comenzó a romper el silencio por las calles toledanas el 2 de abril de 1947, organizada por su Capitulo de Caballeros Penitentes.
Desde entonces, constituye una auténtica manifestación de austeridad, severidad, sentido penitencial y profundo silencio. Sólo está quebrado por el redoble del tambor que toca un penitente. Avisa de la llegada del acto penitencial y el canto del Miserere, por el coro del Capítulo, en las distintas paradas a toque de campana. La portan por jóvenes aspirantes a hermanos en un varal de madera tallado con adornos mudéjares, diseño de Juan Jiménez Peñalosa, hermano del Capítulo. La campana se incorporó al cortejo penitencial en los años ochenta del siglo pasado y es el símbolo de las religiosas dominicas en la procesión.
La imagen, que fue donada a la comunidad dominica por el canónigo primado Antonio López, es portada en andas por 12 penitentes en diferentes turnos. A lo largo de la historia, el recorrido se ha ido alargando como consecuencia del aumento del número de penitentes. En los últimos años han desfilado más de 300 y ha aumentado el numero de espectadores que la presencian.
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