Bronca, insultos, desaires y una agresión: la semana caliente del PSOE
Desde la intervención de Puente hasta las bofetadas de Viondi, los socialistas viven cinco días de alto voltaje
El acoso a Óscar Puente y el doble rasero de la izquierda con los escraches

Un bronco discurso en un debate de investidura de un diputado raso que hasta el mismísimo Pablo Iglesias define de «macarra»; salidas de tono en el solemne escritorio del Congreso de los Diputados del portavoz parlamentario, desaforados ataques personales de un miembro de ... la Ejecutiva Federal a la presidenta de la Comunidad de Madrid y, 'last but not least', una agresión despectiva al alcalde de la capital de España en un pleno municipal por parte de un veterano concejal socialista. Es en síntesis, y omitiendo los nombres propios, el resumen de la semana caliente que ha vivido el PSOE.
Todo como colofón de un mes de septiembre en el que ha tenido lugar el enfrentamiento con dos símbolos de la formación como Felipe González y Alfonso Guerra, los dirigentes más importantes -con permiso del fundador Pablo Iglesias- de la centenaria historia del partido, a los que el actual secretario de Organización, Santos Cerdán, tachó de «desleales» por su oposición a la amnistía que se negocia con los independentistas catalanes, destacadamente Carles Puigdemont. El mismo Cerdán que acometió este mismo mes la expulsión de militancia de Nicolás Redondo, exlíder del PSE en los tiempos de ETA e hijo del histórico líder de la UGT.
Son episodios distintos que reflejan un importante nivel de tensión en el ejercicio de unos cuadros dirigentes que este año han vivido dos citas electorales con suertes claramente dispares. El 28 de mayo, en las municipales y autonómicas, los socialistas perdían gran parte de su poder territorial, y el 23 de julio y contra todo pronóstico evitaron un Gobierno de la derecha, a la espera de que Sánchez concrete ahora su investidura.



En el primero de los episodios está la mano del secretario general, que eligió al exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, a sabiendas de su bronco carácter, para darle la réplica a Alberto Núñez Feijóo. Puente acusó en su discurso a José María Aznar de haber «instigado» el 11-M, repartió dardos velados a González, acusó al líder del PP de «cobarde» por haber padecido una lumbalgia (causa de baja médica reconocida) y, cómo no, ensalzó la figura de Sánchez como la del líder «histórico» que devolvió el partido «al pueblo». Nada menos.
Al día siguiente Patxi López volvió a protagonizar una respuesta airada en rueda de prensa, y con esas cajas destempladas evitó más preguntas. Días antes el miembro de la Ejecutiva, Manuel G. Salgado, calificó en las redes sociales a Isabel Díaz Ayuso de «unineuronal» y «genocida de abuelos».
El último y más grave de estos episodios fue el jueves la agresión del concejal Daniel Viondi a José Luis Martínez-Almeida. Tras la tímida reacción de su jefa de filas y exministra, Reyes Maroto, el líder del PSM, Juan Lobato, le obligó a dejar su acta y anunció medidas. Una lección de contundencia y reflejos, la del senador y líder de los socialistas madrileños, que parece no cundir en Ferraz.
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