Tren de Borrascas
Los vecinos del río Guadalquivir, ante las lluvias constantes en Córdoba: «Vivimos con miedo»
Los residentes de Guadalvalle se han convertido en expertos en embalses y crecidas: se juegan su modo de vida
El caudal del río Guadalquivir baja del nivel naranja al amarillo ante la tregua de la lluvia
La lluvia persiste en Córdoba el fin de semana: estas serán las horas más intensas
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«Ha crecido, por la mañana había menos agua». Estas palabras parten de una de las patrullas de la 'Línea Verde' de la Policía Local de Córdoba. Los agentes forman parte de un operativo atento al caudal del Guadalquivir al paso por zonas habitadas especialmente problemáticas, como Guadalvalle, la que más peligro corre en caso de desbordamiento, como ya demostraron las inundaciones sucedidas años atrás en este área situada junto al aeropuerto.
Los agentes señalan el río en la zona más sensible, donde el precinto de viviendas hace lustros no ha desembocado ni mucho menos en que estén deshabitadas. Un buen puñado de ellas se encuentran enganchadas a la luz y en estados cercanos a la infravivienda o el chabolismo, lo que contrasta con casas de todo tipo, desde las más modestas a las equiparables a chalés. Es la idiosincrasia variopinta que muestra ese fenómeno conocido en Córdoba como parcelismo ilegal.
Botas katiuskas
Francisco, jubilado y antiguo trabajador de Dragados en diversas partes del mundo, camina por la zona de calles más llenas de agua con katiuskas, algo que ya ni llevan los niños, pues no se les permite jugar en los charcos. Estas botas siguen siendo sin embargo un elemento utilísimo aquí. En las inundaciones de 2010 perdió su casa: «me pilló sin seguro, así que poquito a poco... otra vez para arriba».
Después de vivir aquella situación afirma que se toma con total tranquilidad estas lluvias y posibles alarmas o desalojos. Eso sí, desconfía de lo que se va publicando: «esta noche y esta mañana ha llovido, pero no para como viene el río, lo que pasa es que están soltando agua aunque digan que no».
«Estamos muy atentas a todo porque el río Guadajoz hace como un empuje de agua y sube aquí»
Elena
Vecina de una parcela del río
Otro vecino en katiuskas, también Francisco, en concreto Francisco López, vive en la zona desde que se empezó a construir. Ha vivido dos riadas importantes. Su casa se llenó de agua en la de 2010 hasta la ventana, pues estaba algo más arriba que en el primer caso. «No tuve que hacer reforma, pero sí quitar todo el barro, blanquear y comprar trastos nuevos». En su caso observa con preocupación la crecida pero «para que llegue a mi casa necesita subir todavía cinco o seis metros más».
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ABC comprueba durante el reportaje que los vecinos de Guadalvalle se han convertido en auténticos expertos en embalses, meteorología y crecidas, algo que reconocen con gran sentido del humor. Pero detrás de todo ello subyace algo puramente realista: se juegan su modo de vida en estas situaciones de peligro.
En su establo que mira al río, el caballo Narcejo se ha convertido en la mejor alarma de la calle Ciprés, donde existen diversas viviendas pertenecientes a la familia Balsera. El equino avisa de cualquier cambio drástico en el entorno cuando pasa a un estado nervioso. Además de la casa principal, diversas hermanas se han ido independizando y adquiriendo inmuebles en la zona. Sonia y Elena Balsera acompañan al equipo de ABC por varios lugares ya embarrados. Ambas recuerdan perfectamente vivencias en la riada anterior, cuando volvieron a la casa familiar y se encontraron con metro y medio de agua.
En el momento en que se produzcan desembalses de agua, los agentes avisarán de inmediato a los vecinos por megafonía
En su jardín encontraron desde carpas a serpientes, tal cual. Sonia tenía entonces ocho años y estaba a punto de hacer la comunión: «tuvimos que reformar un poquito la casa, y tirar los muebles». Ambas están pendientes de si desembalsan o no, y si finalmente se tienen que ir.
Del metro y medio que recuerda Sonia, se pasó a los dos metros de agua donde vive Elena, pues un pequeño recorrido de más en estas tierras supone que la inundación dañe tu casa o directamente la destroce. Sonia recuerda que el año pasado en Semana Santa ya mostraba el río un nivel parecido.
«Estamos muy atentas a todo porque el río Guadajoz hace como un empuje de agua y sube aquí». En cualquier caso reconoce que están bien en comparación con la primera zona comentada, la de las katiuskas: «aquello da miedo». En otra vivienda cercana, una tercera hermana, Marta, que vive en el lugar desde el 2017, declara: «Vivimos con miedo, a ver qué pasa».
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En la zona de entrada de las parcelaciones ya hay calles encharcadas y caminos totalmente embarrados. Como comentábamos anteriormente, bastan distancias aparentemente insignificantes para que el hogar de una familia corra un verdadero riesgo de desaparición o solamente de algunos desperfectos subsanables.
Pedro José Acosta y Manuel Molero pasan el rato en una de las peñas de la zona, puesta en marcha para que los vecinos puedan departir con unas cervezas, evitando los controles de alcoholemia tan frecuentes en la carretera del aeropuerto. Así se evitan disgustos y accidentes. Llevan en Guadalvalle 24 años y rememoran cómo en el 2010 llegó poca agua a la parte en la que se encuentran en comparación con la de más abajo, «una cuartilla o cosa así», indica Acosta.
«Estamos tranquilos, porque ya sabemos cómo es el río», afirma Molero. Ambos reconocen que ahora está mejor organizada la vigilancia, en la que colaboran la Conferencia Hidrográfica del Guadalquivir y el Ayuntamiento. Creen que la riada anterior se debió a la inoperancia del gobierno autonómico de entonces.
Sistemas tecnológicos
Además de los distintos sistemas tecnológicos que controlan los embalses y caudales, por Guadalvalle pasan constantemente patrullas de la policía local. La pareja de agentes, masculino y femenino, que certificaban al principio la subida del caudal, explican que «ahora mismo no hay ninguna estaca ni ningún poste, sencillamente estamos observando los niveles a ojo, queda mucho para que se desborde».
Bien lo sabe el agente, que estuvo en las inundaciones de 2010 y recuerda todo lleno de agua: «La gente cogía lo que podía de sus casas y la íbamos pasando con el coche al otro lado». En el momento en que se produzcan desembalses de agua, estos agentes avisarán de inmediato a los vecinos por megafonía. Todo dependerá de los siguientes días de lluvia. Los habitantes del barrio seguirán mirando al cielo... y a las aplicaciones meteorológicas y de embalses, como verdaderos expertos en la materia.
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