el quinto en discordia
Otra oportunidad perdida
La economía ha tenido un muy buen desempeño a pesar de las arbitrariedades que son la seña de identidad del Gobierno en materia económica
Mentir con todo lujo de detalles
Escuchar a la ministra de Hacienda vanagloriarse de que el déficit público ha vuelto por debajo del 3% provoca estupor. Su irresponsabilidad es insondable y contrastada. Y, además, no conoce límites. Este Gobierno y en concreto su responsable de Hacienda no ha hecho nada ... para embridar el déficit. El gasto público que es lo que depende realmente de ellos, está en máximos históricos y muy por encima de los niveles de 2018 que es con la cifra que tiene sentido compararlo. Si el déficit se ha ido por debajo del 3% es por la extraordinaria subida de los ingresos. Es verdad que ellos son los responsables finales de no haber deflactado los impuestos estos últimos años de precios disparados -lo que equivale a una subida sustancial y encubierta de los mismos-, pero lo que verdaderamente ha salvado las cuentas ha sido el fuerte crecimiento económico de estos últimos años. Y desde luego que en que las cosas hayan ido bien no han tenido nada que ver. Todo lo contrario.
La economía ha tenido un muy buen desempeño a pesar de las arbitrariedades que son la seña de identidad del Gobierno en materia económica. La oportunidad que han desaprovechado para reducir lo que en el argot se conoce como déficit primario es colosa. No han hecho el menor esfuerzo por reconducir un gasto disparado. Era el momento de hacerlo sin que impactara en el crecimiento.
El mejor ejemplo de esa oportunidad perdida es lo que ha pasado en Portugal. Con un punto de partida peor que el nuestro, han aprovechado estos años de viento de cola para reconducir las cuentas públicas y hoy no es que se hayan ido por debajo del objetivo de déficit que nos exige Bruselas, sino que han conseguido darle la vuelta por completo. Por primera vez en mucho tiempo tienen superávit de la balanza fiscal. Ingresan más de lo que gastan. Algo que intuitivamente suena bien. Han sabido reducir el gasto sin que esa reducción haya lastrado su crecimiento. No han desaprovechado la oportunidad.
Sin embargo, el nuestro es un Gobierno negligente. También en materia fiscal. Están sin rumbo. Y sus omisiones no son inocuas. El que venga después tendrán que enderezar lo que probablemente hubiera sido mucho más fácil de reconducir en las circunstancias actuales.
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