¿Qué pasó con... José Luis Ontiveros?

Participó y lideró al mejor Monte Ciencias de la historia, cuando el club científico tocó la gloria en los noventa con un estilo de juego innovador que desató la fiebre por el rugby en Sevilla

Ontiveros, celebrando títulos con el inolvidable Monte Ciencias de los noventa ABC

Capitán e histórico referente del mejor Ciencias de siempre, el de los títulos, lo vivió todo en ese club. Su club. Desde antes de su retirada ya ejercía su profesión este arquitecto técnico y jefe de obras que sigue soñando con el rugby. Una pasión ... imperecedera.

¿Recuerda sus inicios?

Empecé jugando en el colegio, en 1975. Una tarde se presentaron unos señores del Ciencias. A los tres años de fundarse empezaron a hacer proselitismo en los colegios, como en el Alfonso X El Sabio, que fue mi caso. Yo hice halterofilia y remo, pero en ese momento jugaba a balonmano.

¿Sólo jugó en el Ciencias?

Lo hice de cadete y juvenil. Y un año en el que no teníamos suficientes jugadores para acabar la temporada, me fichó el Sevilla, que tenía sección de rugby, para jugar con ellos la fase final del Campeonato de España. A la temporada siguiente volví al Ciencias porque era mi equipo. Me atraía el Sevilla porque era el equipo poderoso entonces, pero fiel a mis principios me gustaba lo que vi cuando conocí a la gente del Ciencias y ese espíritu fue el que me llamó.

¿De qué jugaba?

Empecé como talonador y después pasé a ser pilar. Y ya jugué toda la vida de número uno, en la melé.

Marcaron una época.

Eso fue consecuencia de una gestión muy bien dirigida y de muchos años de esfuerzo y sacrificio. El rugby es una forma de vivir. Cuando empezamos, éramos un equipo de barrio. El primer o segundo partido que jugué perdimos 100-0 ó 100-3. Eso desanimaría a cualquiera. Sufres, te dan golpes, te llenas de barro, te meten cien y, sin embargo, te vas a tu casa y vuelves al día siguiente. Yo empecé a jugar en el sénior en el 76. Hay más de quince años de trabajo hasta el primer título, en el 92.

Y entrenando a mediodía y con viajes interminables.

Lo que nos ha movido siempre es la pasión por el juego. Hasta llegar a División de Honor hacíamos viajes terribles con unos medios muy escasos. Nos íbamos un sábado por la mañana a Gijón por carretera, llegabas rendido, jugabas y, lleno de moratones, llegabas a Sevilla a las seis de la mañana del lunes. Te dabas una ducha y salías para trabajar o estudiar. La mezcla de veteranos y noveles nos permitió desarrollar un equipo que fue capaz de competir y ganar.

Ese equipo ponía la grada de la Cartuja hasta arriba.

Entonces la ciudad no destacaba en muchos deportes. Coincidió con la Expo y la gente se apunta a lo ganador. El día que ganamos la primera liga, había siete u ocho mil personas en Cartuja. Nunca habíamos visto eso. Era sobrecogedor. De pelos de punta. No hubiera sido posible sin un patrocinio como el del Monte.

Y todo ello lo hicieron con un estilo de rugby distinto.

Tenía la impronta de Juan Arenas. Es un magnífico entrenador. Nos enseñó todo. Él también fue evolucionando. En el norte se jugaba un deporte distinto. Nos enfrentábamos a melés de 800 kilos. No podíamos emplear las mismas armas. La delantera conseguía bastantes balones con movimientos muy rápidos para que jugara a la mano la tres cuartos, cuyos componentes llegaron a ser todos internacionales. Ése fue el salto cualitativo.

¿Añora el juego?

Si dijera que no, mentiría. No puedo jugar porque las lesiones pasan factura. No me gusta ver muchos partidos en los que mi equipo se juega algo. Me pongo nervioso, siento como si tuviera que tomar la decisión en ese momento. Lo llevo tan dentro que lo paso mal. Lo echo muchísimo de menos. Sueño o he soñado con que todavía estaba jugando un partido. No se puede explicar. Es algo mucho más profundo.

En suma, que usted es muy del Ciencias.

Ante todo, soy muy del rugby, pero evidentemente también muy del Ciencias. Soy de la primera hornada del club. El Ciencias tiene una filosofía particular que se resume en su lema: a la cumbre se sube con gran trabajo. El rugby te enseña integridad, pasión, solidaridad, trabajo en equipo, disciplina, respeto. En mi trabajo he pasado por distintos puestos, he tenido la ocasión de fichar a mucha gente y me he basado en los valores del rugby. Son valores para la vida.

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