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La desconexión de los cuatro fantásticos: Mbappé, Vinicius, Rodrygo y Bellingham se quedan sin química
Tras correr y marcar la diferencia ante el City como nunca antes en la temporada, los cuatro atacantes blancos han pegado un bajonazo y han dejado de mezclar como lo estaban haciendo
El Madrid se pone colíder entre silbidos

No es lo mismo ver un partido por televisión que hacerlo en el estadio. Aunque hoy en día hay mil cámaras en un campo de fútbol y, prácticamente, no queda nada sin ver, revisar ni polemizar, todavía pasan cosas que las retransmisiones no llegan a ... captar y que solo se ven en el propio estadio. Algunas de ellas pasaron en el Madrid-Rayo del domingo.
La primera fue bien prontito. Antes de que Mbappé y Vinicius pusieran al Madrid en ventaja, el brasileño y el francés tuvieron una doble ocasión con un disparo al palo del '7' blanco y un segundo lanzamiento de Kylian, tras la parada de Batalla al chut de Vini, que echó por línea de fondo Mbappé. Una oportunidad que antes de que se produjera, provocó un pequeño enfado en el delantero galo. Antes de que Vinicius disparara, Mbappé le estaba pidiendo el pase ya que entendía que estaba en mejor situación que su compañero. No lo hizo y el galo le puso carita.
Lo mismo que sucedió con Rodrygo en la segunda mitad. Esta vez la carita se la llevó Mbappé, que decidió tirar, en un lanzamiento que salió cerca del palo corto de Batalla, cuando a su derecha tenía línea de pase con el '11' y, seguramente, un gol cantado.
«No hay individualismo»
Son solo dos ejemplos de varias acciones con este desenlace en las que, a diferencia de lo que habíamos visto en la mayor parte de la temporada, la decisión se tomaba más en base a lo colectivo que a lo personal. De hecho, a Ancelotti se le cuestionó tras la sufrida victoria ante el Rayo si había detectado en la últimas semanas un mayor individualismo entre los cuatro fantásticos, pero el italiano negó la mayor: «No he visto individualismo porque el primer gol ha sido un pase de Vinicius a Mbappé y el segundo una jugada de Vini. Han intentado combinar como siempre. El miércoles estarán a tope porque la motivación es muy grande para todos».
Carletto no quiere líos. Él es el primero que sabe que clasificarse en el Metropolitano pasa por ver la mejor versión, o una de las mejores, de sus cuatro atacantes, pero el lenguaje gestual de todos ellos desde que mostraran su lado más solidario y diferencial en la eliminatoria ante el City es el de cuatro jugadores algo desquiciados. Cada uno por las razones que sea.
El caso más llamativo es el de Mbappé, que celebró el 1-0 contra el Rayo con una rabia desconocida en él. Ni siquiera hizo su típico, y patentado gesto, de cruzar los brazos tras dar un saltito. Soltó varios gritos por su boca que, de momento, nadie ha conseguido descifrar y lanzó su brazo izquierdo hacia adelante. Si alguno pensaba que las críticas que le cayeron tras su irreconocible encuentro ante el Atlético le entraban por una oreja y le salían por la otra, se equivocaba. Mbappé ya sabe que el Bernabéu no hace prisioneros y, si no lo sabía, debía de haber echado un vistazo a YouTube.
Zidane, Ronaldo Nazario, Kaká, Cristiano, Bale, Butragueño, Míchel, Hierro, Ramos… La gran mayoría de leyendas del Real Madrid han sido pitadas en el coliseo blanco. Kylian no iba a ser una excepción. El listón de la afición del Madrid va en consecuencia con la altura del jugador y, además, lo que no soporta el hincha merengue es la desidia y la falta de compromiso. Y de ambas cosas se puede dudar de Mbappé en la ida de Champions contra el Atlético, pero eso no le da carta blanca para hacer la guerra por su cuenta, como sucedió en algunas acciones ante el Rayo.
La mezcla de los cuatro fantásticos no puede ser siempre ejemplar. Todos ellos, incluso hasta Rodrygo, que no suele hacer ruido, tienen su ego y su orgullo y las acciones egoístas las ha habido y las va a haber, pero la sensación es que han aumentado más de lo que deberían hacerlo en este tramo de Liga en el que el Madrid solo ha sido capaz de sacar dos victorias en los últimos seis partidos.
Una desconexión a la que tampoco ha ayudado la ausencia de Bellingham. Los dos partidos de sanción que le cayeron tras su 'fuck off' de El Sadar, más su baja en la ida de Champions han provocado que el inglés haya perdido algo la forma. Contra el Rayo, ni se asoció ni corrió lo que él suele correr. Rendimiento muy por debajo de su nivel y sin 'feeling' con sus tres compañeros de ataque. No solo no generó peligro en el último tercio de campo, sino que tampoco se le vio demasiado activo cuando tocaba ir hacia atrás.
Un panorama que no tiene por qué repetirse mañana en el Metropolitano. El rival y lo que hay en juego es caza mayor y lo normal es que haya un cambio absoluto de chip, pero no deja de ser llamativo que ya cerca de mediados de marzo, con los títulos entrando en su fase decisiva, los cuatro fantásticos hayan encontrado sus primeras grietas.
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