Fútbol
Qatar, un año después del Mundial
Tras un periodo de «duelo nacional» al finalizar la Copa del Mundo, el país sigue apostando por acoger grandes eventos deportivos y mantiene el aperturismo iniciado tras convertirse en país organizador
El pulso árabe por el fútbol

Una fastuosa ceremonia en el estadio Al Bayt ante 60.000 personas inauguró hace justo un año el Mundial de Qatar, el primero en jugarse en Oriente Medio y el más controvertido de la historia. Al menos, el que generó un mayor volumen de ... noticias no estrictamente relacionadas con el fútbol. La forma en la que se otorgó el torneo -cientos de millones de dólares mediante-, su escasa implicación con los derechos humanos, la persecución de la comunidad LGTBI o el papel de las mujeres en el país se mezclaron con las denuncias por las condiciones laborales de los trabajadores. Se llegó a acusar a las autoridades del encubrir 6.500 muertes, lo que daría una media semanal de doce operarios muertos desde que comenzaron los preparativos de la Copa del Mundo.
Un mes más tarde, Leo Messi levantó la Copa del Mundo en el icónico estadio de Lusail después de una final memorable, en la que Argentina derrotó a Francia en los penaltis. El Mundial, que había reunido a aficionados de 32 selecciones en un radio de apenas sesenta kilómetros, terminó sin un solo incidente y con un elogio casi unánime a su organización. Esmerada en quedar bien ante el mundo, Qatar no reparó en gastos y adaptó sus costumbres y su cultura al barullo que se le vino encima.
El día después de esa final, el 19 de diciembre de 2022, comenzó la resaca. El país se tuvo que acostumbrar a vivir sin esa expectativa en el horizonte. Y se hizo a la idea de que los focos se apagaban. No resultó fácil. «Fue un vacío absoluto. Nos quedó una sensación extraña, de decir: ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde se ha ido la fiesta?». Habla Nerea Agúndez, la presidenta del Consejo de Residentes Españoles en Qatar, un órgano adscrito a la Embajada de España en Doha que sirve de nexo de unión para todos los expatriados nacionales. «Había sido un mes de muchísima ilusión. Muchos llevábamos años trabajando en las infraestructuras del Mundial y nos alegró ver que estuvieran listas para el evento y que todo funcionara tan bien. Costó recuperar la normalidad».
«Hubo una especie de duelo nacional. Tuvieron que pasar como dos o tres meses para que se pasara la depresión», confirma Álvaro Mera, profesor de idiomas en un colegio internacional de Doha desde 2018. «Incluso los qataríes echaban de menos a los extranjeros, sobre todo a los mexicanos y a los argentinos».
Más permisividad
Ha pasado un año, y los que se quedaron, los residentes españoles que vivieron esa realidad, perciben que el Mundial, en cierto modo ha transformado al país. O, mejor escrito, ha acelerado el cambio que se había iniciado con vistas a su celebración. «En los centros comerciales antes no eran tan permisivos como ahora. Si alguien iba con camiseta sin mangas lo miraban mal. El hecho de recibir a tanta gente ha hecho que se acostumbren a ciertas cosas que antes eran impensables. El metro, en cambio, ha vuelto a ser como antes. Con vagones separados por clases», prosigue Mera.
El cambio también se ha notado en el turismo. La cifra de visitantes de 2023 ya es mayor a la de todo el año pasado (2,8 millones hasta septiembre frente a los 2,5 millones de todo 2022). «Ahora no paran de llegar cruceros. Antes todos los que pasaban por el Golfo Pérsico iban a Dubai o Abu Dabi y se saltaban Qatar», sostiene Sergi Angulo, entrenador asistente del Al Shamal, equipo de la liga qatarí de fútbol. «Ha habido un cambio grande, y creo que es algo buscado por parte del jeque. Ha hecho ver a su gente que es un cambio bueno. Según las zonas por las que te muevas ya es completamente igual a cualquier país europeo. No tienes ninguna restricción. Ahora hay restaurantes que venden alcohol, cuando antes solo lo encontrabas en hoteles. Y han proliferado las playas privadas, donde no hay restricciones en la vestimenta».
La sensación de vacío se incrementó cuando comenzaron a marcharse también los miles de trabajadores del sector servicios que habían acudido a Doha para trabajar durante la cita mundialista. Ese éxodo, sin embargo, no afectó a la colonia española. «Somos un grupo bastante estable. Incluso hemos crecido», cuenta Agúndez. «Hemos pasado de los 1.977 españoles registrados en la Embajada en octubre de 2022 a los 2.118 de agosto de este año. De ellos, 600 son menores de 18 años (300 nacidos en Qatar), y solicitantes de una escuela Alce». La presidenta del Consejo de Residentes incide también en el aumento del periodo de permanencia de los expatriados, lo que en su opinión dice mucho cómo ha evolucionado el país: «Normalmente veníamos expatriados por ofertas de trabajo de entre dos y cinco años máximo, pero ahora te encuentras con gente que lleva diez o más años. Ya hay generaciones de niños que han nacido aquí y que han terminado sus estudios hasta llegar a la Universidad».
La apuesta de Qatar por el deporte no se frenó con la finalización del Mundial. Doha acogerá el Mundial de Natación del próximo año (entre el 2 y el 18 de febrero de 2024). En esas fechas se disputará también la Copa de Asia de fútbol (del 12 de enero al 10 de febrero), que reunirá en la capital qatarí a 24 selecciones. A más largo plazo se han garantizado también la organización del Mundial de baloncesto de 2027. Y cada año siguen recibiendo la Fórmula 1, MotoGP, torneos de tenis, el World Padel Tour... «Es una de las prioridades del Gobierno, van a seguir por ese camino», señala Mera. «Ya se está especulando con que van a traer un partido de la NBA. Y estoy seguro de que la próxima edición del Mundial de clubes será aquí», confirma Angulo, quien admite haber pasado momentos de incertidumbre tras acabar el Mundial: «El fracaso de la selección qatarí provocó muchas dudas. Hubo un parón muy largo y cuando acabó la temporada nadie sabía qué iba a pasar con nosotros. Si se iba a poner más dinero en el fútbol o se lo llevarían a otros deportes. Al final han invertido más. Han venido jugadores como Verratti, Coutinho o Draxler y el nivel de la Liga ha aumentado. También ha influido la rivalidad con Arabia Saudí».
La próxima Copa de Asia tiene en 'stand by' lo que ocurrirá con los estadios. De momento, el único que está parcialmente desmontado es el 974, el estadio hecho con contenedores. «Son de los mejores estadios del mundo, pero la liga qatarí, siendo sinceros, no tiene mucha afluencia de público», revela Angulo. «Lusail, donde Messi levantó la Copa del Mundo, se va a convertir en un centro comercial. No se ha vuelto a utilizar desde entonces. El resto los repartieron entre los equipos que jugamos la Liga, pero la idea es reducir su aforo, quitar el último anillo de gradas».
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, anunció el año pasado la creación de un fondo para el legado del Mundial que, entre otras cosas, debía servir para la fundación de un centro de excelencia laboral en asociación con la Organización Internacional del Trabajo (OIT). «Los programas perseguirán el objetivo de compartir prácticas recomendables en cuestiones laborales y fomentar la adhesión a los principios rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos».
Un año más tarde, Amnistía Internacional denuncia que las mejoras se han estancado. «Cientos de miles de personas trabajadoras migrantes perdieron su dinero, su salud e incluso su vida mientras la FIFA y Qatar intentaban desviar y negar su responsabilidad», lamentaba esta semana Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de la ONG.
«No es un país perfecto, pero tampoco tanto como dicen», concuerdan los tres residentes españoles. «Demostró que podía albergar el Mundial, como cualquier otro. Que era un país hospitalario y de acogida», resume Agúndez. «Solo hay que respetar su cultura. Lo normal en cualquier lugar al que vayas. Pero no te obligan absolutamente a nada», sostiene Angulo. «Es como Marina D'Or, pero con algunas reglas. Para mí, un paraíso», concluye Mera.
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