Es fútbol y es femenino
El insólito salario galáctico de las árbitras
«Con pitar 20 partidos, cifra razonable que pueden asumir por temporada las colegiadas, podrían embolsarse 137.500 euros, a lo que habría que sumar desplazamientos, dietas y cotización a la seguridad social»
Una ambulancia como retrato crudo de la Liga F

En un reciente desayuno organizado por Nueva Economía Fórum, al presidente de LaLiga, Javier Tebas, le preguntaron cómo veía la evolución del fútbol femenino. Su respuesta, con la que yo estoy completamente de acuerdo, fue contundente: «Hay que crecer con estrategia, no artificialmente». Pues ... bien, basta con ver el convenio de colaboración que el pasado mes de julio firmaron la Liga F y la RFEF para comprobar que si algo ha crecido artificialmente es la retribución de las árbitras. Y nuevamente coincido con los dirigentes de La Liga F: es histórica.
Nadie de los que hemos vivido el desarrollo del fútbol femenino en los últimos años podría imaginar hasta dónde llegarían los emolumentos económicos que percibirían la árbitras las próximas temporadas. El convenio estipula que el importe total de los costes salariales para árbitras y asistentes asciende a 1.600.000 euros, aportados de la siguiente manera: los clubes participantes en la competición aportaran 1.250.000 euros; la RFEF distribuirá directamente 350.000 euros. Los costes correspondientes a la Seguridad Social serán aportados al 50% por la RFEF en las cotizaciones de las trabajadoras (árbitras y asistentes) y otro 50% por la Liga F. Además, se cuantifican en 1.402.000 euros los gastos de desplazamiento, estancias y demás costes que no son salariales. Estos son subvencionados por el CSD, llegando al acuerdo la RFEF y La Liga F de que en caso de que dicha subvención no se renovara, cada parte abonaría el 50%.
Como en el convenio no se refleja qué parte de ese montante corresponde a las árbitras y cuál corresponde al Comité Técnico de Árbitros, nos encontramos en la tesitura de que posiblemente las árbitras sean las profesionales mejor pagadas de todas las que forman la cadena del fútbol femenino profesional en España.
La Liga F disputa 240 partidos por temporada, por lo que cada uno de los encuentros, y sólo en concepto de retribución, excluyendo la parte de seguros sociales, tendría un coste de 6.875 euros exclusivamente para los cuerpos arbitrales. La presidenta de la Liga F afirmaba en el mes abril, en una entrevista a Relevo, que el salario medio de las futbolistas era de 40.000 euros,una cifra muy alejada de lo que ganarán las árbitras. Los sueldos de entrenadoras, entrenadores y resto de cuerpo técnico están también a años luz de esas astronómicas cantidades.
Pongamos un ejemplo. En tan sólo 20 partidos, cifra razonable que pueden asumir por temporada las colegiadas, podrían embolsarse 137.500 euros, a lo que habría que sumar desplazamientos, dietas y cotización a la seguridad social. La mayoría de ejecutivas y ejecutivos que gestionan los clubes, ni siquiera están en esos rangos económicos.
¿Por qué estos salarios no injustos pero si desproporcionados en comparación con el resto de la cadena? Al inicio de la temporada 2022-2023, las árbitras llevaron a cabo una huelga. Pero no contra su patronal, el Comité Técnico de Árbitros, como cabría esperar, sino contra el inicio de la Liga F. Las reivindicaciones eran sencillas y entendibles: que se regularizara su situación laboral –no tienen contrato– , y que aumentara su retribución salarial. «No es concebible que el estamento arbitral sea el único que quede al margen de un crecimiento que consideramos tan justo como necesario», decían.
En aquel momento una árbitra principal cobraba 300 euros por partido. Las asistentes, apenas 168 euros. Apoyando que estas trabajadoras tengan unas condiciones dignas de trabajo y una remuneración acorde a lo que el sector es capaz de generar, volvemos a lo de siempre. Si por ahora el fútbol femenino no genera lo que consume, estamos ante un crecimiento económico ficticio. Todo es dinero que ni se crea ni se genera. Y prueba de ello son los altos sueldos de las árbitras, que forman parte del engranaje del fútbol femenino.
Por ahora, semana tras semana, lo único que generan es polémicas, acumulando errores que hacen poner el grito en el cielo a todos los aficionados. El crecimiento real, de momento, brilla por su ausencia y todo lo que se percibe es cada vez más artificial, lo que resta credibilidad partido a partido. Pero que no tenga nadie duda: esas decisiones tienen fecha de caducidad.
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