Luis Rubiales antes del beso
Torero frustrado de niño, jugador tenaz de calidad discutible, sindicalista agresivo y hábil negociador en los despachos: el retrato más personal del suspendido presidente de la RFEF antes de asaltar la poltrona del fútbol español
El Gobierno pide al TAD la suspensión de Rubiales por dañar la imagen de España

A Luis Rubiales le interesó el fútbol casi desde que empezó a andar. Cuando tenía tres años, pidió a sus padres que le compraran unas botas. Su madre le dijo que esperara un poco, y el niño se pasó tres días llorando; no paró hasta que se las compraron. Después quiso ser torero, pero esa vocación fue en cambio pasajera: su padre (que es su gran referente) lo acompañó un día a una corrida en Motril y llevó consigo un capote. Cuando llegaron, Luis padre le prometió que lo dejaría saltar a la arena en cuanto apareciese el toro. La maniobra disuasoria tuvo éxito: cuando asomó el morlaco sobre la arena, el niño se hizo pis encima.
La tenacidad es una virtud que reconocen hasta los máximos enemigos del hombre que protagoniza la mayor autoinmolación registrada en la historia del deporte español (o mundial). Por algo lo llamaban 'Pundonor' Rubiales en los campos de fútbol, donde nunca destacó por su calidad, pero sí por la testosterona y el liderazgo (no es casual que terminase siendo capitán en el Levante). Ya entonces tenía fama de ligón. Pero volvamos al principio.

Rubiales fue alumbrado en Las Palmas por circunstancias laborales de su padre, pero su ciudad 'natal' es Motril (Granada), de la que acabaría siendo su vecino más célebre. Su padre, el mayor de once hermanos, es un clásico socialista 'guerrista' de la década de 1990. Fue alcalde de Motril y terminó procesado en el caso de los ERE. Su madre, Ángeles Béjar, peluquera de profesión, ha aparecido esta semana en los periódicos de todo el mundo.
Luis no era un estudiante distinguido, pero sí rápido para aprender. Cuando terminó la secundaria, inició estudios de Enfermería. Luego empezó Derecho en Elche y mostró interés por asuntos políticos y legales. Nunca fue un intelectual, ni tampoco muy culto, pero sí un hombre con calle, voluntad y mucha facilidad para el trato corto. Cuando ya era presidente del sindicato de futbolistas AFE se licenció en Derecho por la Universidad CEU. Luego se formó como director deportivo en la Camilo José Cela.
Antes de todo eso, había desarrollado una digna carrera como futbolista profesional. Siendo adolescente, debutó en la liga regional andaluza. Tuvo la oportunidad de ingresar en la cantera del Real Madrid bajo los auspicios de Vicente del Bosque, pero se formó como defensa (polivalente: central y lateral) en la cantera del Valencia FC. Desde allí dio el salto al Amorós; luego pasó al filial del Mallorca. Y, ya como profesional, integró las plantillas del Lleida y el Xerez. Una carrera interrumpida por lesiones de rodilla que tuvo su cénit en el Levante, donde consiguió el ascenso a Primera en 2004. Tras fichar por el Alicante y jugar muy bien cuatro partidos en la liga escocesa en 2009, se retiró de los campos a los 32 años.

Su carrera como representante sindical nace precisamente de las apreturas vividas como futbolista: Rubiales sufrió impagos no sólo en el Levante, sino también en el Xerez y el Alicante. En 2008 el club 'granota' entró en concurso de acreedores, siendo Rubiales uno de los capitanes del equipo, y allí exhibió la cultura reivindicativa que había heredado de su padre. Liderada por él, la plantilla levantinista entabló una negociación con la directiva que incluyó una amenaza de huelga; llegaron a poner en jaque a la Liga.
Su valentía obtuvo premio: cuando estaba en Escocia lo llamaron para encabezar una candidatura para renovar la AFE, que había sido dirigida por Gerardo González Movilla durante 22 años. (Movilla ni siquiera se presentó a las elecciones). Era 2010. Fue en ese momento cuando la valentía se tornó en soberbia, según un testigo directo: «Pasó en un día de jugador a presidente, sin haber tenido experiencia profesional ni jefes…». Al comienzo de la temporada 2011-2012, Rubiales convocó la primera huelga de futbolistas profesionales en 27 años, para forzar un convenio colectivo que garantizase el pago de los sueldos de los jugadores. La huelga, apoyada por estrellas como Xavi y Casillas, llegó a retrasar el comienzo de la competición. En 2012 ingresó en la UEFA y en 2014 fue elegido vicepresidente del sindicato internacional FIFPro. «Empezó a ser realmente ambicioso», según la misma fuente.
El ascenso
Ángel María Villar, entonces presidente de la RFEF (y fundador de AFE), lo había incluido en la junta directiva de la institución. (Algunos llegaron a hablar de 'delfín'). Cuando el bilbaíno cayó en desgracia, Rubiales lo traicionó: fue uno de los impulsores de la moción de censura que terminó con su larga presidencia. Habiendo tejido ya una red de relaciones con los 'barones' territoriales del fútbol español, venció en las elecciones de 2018. En su toma de posesión prometió «humildad», «respeto» y «valores» (quizá su palabra predilecta). Su primera decisión importante como presidente fue destituir a Julen Lopetegui como seleccionador nacional dos días antes del primer partido del Mundial de Rusia por firmar un contrato con el Real Madrid para irse a Chamartín después del campeonato.
A su tío Juan, su mano derecha durante los dos primeros años, le dijo al poco de llegar: «Tío, a partir de hoy ya no soy Luis… Llámame por favor 'presidente'»
Varios exempleados de la Federación describen a Rubiales con el dicho según el cual a un españolito le pones una gorra y ya se cree alguien importante. De hecho, en el grupo de trabajo más íntimo empezaron a llamarlo 'Kennedy'. Los presidentes territoriales se referían a él en privado, proféticamente, como el 'Sin Freno'. Se mostraba francamente extrovertido, pasional y rencoroso, simpático e irascible, con tendencia al autoritarismo. Acusadamente narcisista. A su tío Juan, su mano derecha durante los dos primeros años, le dijo al poco de llegar: «Tío, a partir de hoy ya no soy Luis… Llámame por favor 'presidente'». Una característica principal de su mandato ha sido la amenaza o interposición de querellas: clubes discrepantes, la Liga, periodistas… Incluso a Wikipedia. Alfil agresivo en la batalla eterna que divide al fútbol español, su enfrentamiento constante con Tebas le granjeó el apoyo táctico del Real Madrid y del Comité Olímpico Español.

La enorme repercusión de su escándalo oculta comportamientos pasados que pudieron merecer quizá la censura del Consejo Superior de Deportes: el hecho inédito de ponerse comisiones por cada patrocinio, la decisión de trasladar la Supercopa de España a Arabia Saudí durante una década (con jugosas ganancias para él y Gerard Piqué), el caso Salobreña y las presuntas prostitutas de 18 años, el enfrentamiento con las jugadoras de la selección o sus intentos de boicotear la Liga Profesional Femenina para no perder cuota de negocio. «Luis trataba la Federación como una multinacional; aún no sé por qué», afirma un conocido expresidente territorial con décadas de experiencia.
Hábil en la pelea cuerpo a cuerpo, 'el presi' comenzó a grabar las conversaciones con altos cargos en un bolígrafo-micrófono; el contenido de esas grabaciones es una hipótesis que manejan muchos dirigentes para explicar la paciencia que mostró siempre el Gobierno de Sánchez con él. Cuando estalló el caso de la Supercopa y sus 'whatsapps' con Piqué, Rubiales habló de «operación mafiosa para dañar» su imagen y dijo temer que un día alguien le metiera una bolsa de cocaína en el coche.
La relación con mujeres
Ya se ha dicho que tuvo siempre fama de mujeriego: resulta bastante simbólico que su vida se haya truncado por dar un beso a una mujer y agarrarse los testículos en público a dos metros de la Reina Letizia. Los apuntes que hacen sus conocidos sobre este tema no rezuman corrección política: ha sido acusado de machista muchas veces. Un exempleado de la Federación relata a ABC que su tío Juan -su mano derecha cuando accedió a la presidencia, hoy enemigo irreconciliable- llegó a recomendarle que fuese a un psicólogo para tratar su adicción al sexo. Por lo que se sabe, no le hizo caso.
Se había casado bastante joven con la abogada Manuela Delicado Vega, hoy su exmujer, que ha mantenido un silencio respetuoso durante este carnaval mediático. El matrimonio tuvo como fruto tres hijas, a las que arrastró a aquella Asamblea del 25 de agosto que precipitó definitivamente su caída al infierno. Rubiales había ya mencionado varias veces a sus hijas en público, aludiendo a su amor por ellas y su compromiso con la igualdad. Lo cierto es que cuando llegó al cargo colocó a varias mujeres en direcciones relevantes de la Federación. Tres años después, sin embargo, ya no quedaba ni una. Las referencias 'sotto voce' a su actitud intimidatoria han sido frecuentes desde entonces; por ejemplo, las jugadoras de la selección, que se vieron absolutamente desbordadas por la crisis de 'las 15' y jamás explicaron a la sociedad por qué pedían cambios. (El comportamiento de Rubiales en Australia parece, un año después, suficiente demostración de que no eran quejas caprichosas).
Algunas de sus amantes o novias recientes han causado cierta polémica pública: en 2017, por ejemplo, se le acusó de colocar a su pareja, una modelo llamada Brigit Tenorio, como secretaria de un alto puesto en la AFE (que aún presidía el propio Rubiales). En 2020 hizo un viaje a Nueva York con la pintora mexicana Roberta Lobeira pagado por la RFEF, y que investiga la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
También ha sido tradicionalmente Rubiales un hombre de muchos amigos (o «hermanos», como suele decirse en algunos círculos) y enemigos. Situó, de hecho, a personas de máxima confianza a su alrededor: su tío Juan, ya mencionado, como jefe de gabinete; su excompañero en el Levante Felix Ettien como chófer oficial; el exfutbolista Jesule lo acompañó a la AFE; otro excompañero, Vicente Blanco, 'Tito', coordina las categorías inferiores de la selección; José Francisco Molina fue durante años director deportivo de la selección masculina. Con algunos de ellos no terminó bien; con otros, directamente, cortó para siempre. «Luis consume todo -dice uno de esos examigos- por su ambición ilimitada. Consume amigos, tías, conocimiento… Y lo va tirando por el camino. Ha dejado atrás a mucha gente. Gente que hizo campaña con él».
Autodefinido como de izquierdas en lo político, Rubiales es también llamado «pijo» por gente que lo conoce de cerca. En 2021 se compró un ático de dos millones de euros, cinco años después de que Hacienda le embargase una propiedad por una deuda. Solía decir que necesitaba un salón de 60 metros para recibir a ministros. En ese momento, y gracias a su novedoso sistema de comisiones, cobraba en la Federación cuatro veces más que Villar cuatro años antes. Algunos patrocinadores se retiraron discretamente de la Federación: una cosa era subvencionar el fútbol y otra subvencionar al presidente.
Como se recordará, la primera reacción de Rubiales cuando se bajó del avión y escuchó que el beso a Jenni Hermoso estaba siendo calificado de abuso fue llamar «tontos del culo» y «pringaos» a los críticos en la cadena COPE. El resto (y lo que aún queda) será ya historia contemporánea de España. Todas las fuentes que han tratado con él coinciden en una cosa: va a ir hasta el final. Da igual que haya manifestaciones contra él y que haya sido desamparado por la FIFA o algunos barones territoriales: «Luis morirá matando». Quizá por ello sólo hablan con la prensa bajo condición de anonimato.
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