CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA
Miguel Pardeza, el 'quinto' lírico
Memorialista que leía a Camus cuando se descalzaba las botas
Luis, método y carácter

Miguel Pardeza Pichardo es un aragonés de Huelva. Un 'huelvano' del Ebro, y él, el díscolo por sus aficiones de la Quinta del Buitre, esa denominación tan exacta que Julio César Iglesias aportó a la lírica del fútbol, quizá sea lo más ... sentimental y reconocible, junto a Raúl, que ha dado Chamartín en años.
Pardeza, lo tengo escrito en algún suelto, parecía un sueco con tallaje hispano. Mi recuerdo más fiel no es de la Liga, no, sino del abrazo que le dio a Víctor Fernández en el Campo de los Príncipes cuando Nayim nos dijo que nada es imposible desde el centro (sic) en aquella Recopa del 94.
Su historia, contada por él, excelso memorialista, es la del tímido andaluz que destaca en el fútbol y lee a Camus cuando descansan las botas. Como los cantaores, se vino a Madrid a triunfar, en el Castilla, en el absoluto, y viviendo en una pensión con Chendo en aquel Madrid que veían de reojo y con miedo.
Pardeza era un pundonor pensante, y aunque haya tenido cargos en el Madrid, en el Zaragoza, su poesía no se ha frenado y su biblioteca es apabullante. Se doctoró con una tesis sobre el demonizado y envidiado César González-Ruano, porque antes, cuando las concentraciones, se quitaba la presión del estadio con lecturas de los malditos.
Después de ser un icono en el Zaragoza, se fue a México, al Puebla, y el estar tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de Dios, le hizo, aún más, hijo adoptivo y apócrifo de una Zaragoza donde lo tienen como uno de los suyos. Ayuso le dio a la 'Quinta del Buitre' un reconocimiento institucional, y fue Pardeza quien, en un desayuno en su despacho con galletas nacionales, me presentó a Butragueño en un repente. No supe qué decir. Uno era un poetastro frente a una institución.
Pardeza tiene libros, bastantes, en el mercado, y goza ya de una obra literaria considerable y bien reseñada. Se fue de Chamartín, de La Romareda, en busca las musas. El mal de altura le afectaba al juego, pero no le impedía fotografiar la vida de un tímido, Un literato brotado del césped.
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