Fútbol
El golpe en la mesa del capitán Morata
Selección Española
El delantero asumió su rol de capitán en la crisis y lideró en el campo con un triplete
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Rascarse la cabeza, tocarse la nuca o cruzar los brazos. Lenguaje corporal que denota nerviosismo, gestos de incomodidad que Álvaro Morata repetía a cada momento el pasado martes, cuando en la concentración de la selección española en Las Rozas fue el primero en salir a las carpas donde los futbolistas atienden de forma individual a los medios de comunicación. Él tenía dos entrevistas pactadas.
El día antes le había tocado, por antigüedad, la responsabilidad de leer el comunicado de condena «al señor Rubiales» con el que los jugadores pensaban quitarse de encima el asunto. En esa lectura, el capitán de la selección tampoco pudo ocultar su desgana. Fue un momento muy desagradable para alguien con pocas ganas de meterse en polémicas, un hombre cuya experiencia vital le aconseja tranquilidad.
Entre las paredes de la concentración de Las Rozas tenían claro que no podían obviar el asunto que tenía en shock a toda la sociedad española. Sabían que debían enfrentarlo. Pero, de igual modo, se conjuraron para que esa vorágine no perjudicara la preparación de los partidos internacionales de esta ventana. Después de la goleada en Georgia, a la vista está que lo consiguieron. Buena parte de la culpa la tiene la gestión del asunto que realizaron tanto el cuerpo técnico como los jugadores más veteranos, entre ellos Morata, muy metido en su papel de capitán.
Ese liderazgo fue el preludio de su mejor actuación con la camiseta de la selección española. En el terreno de juego también asumió el mando para que el fútbol se abriese paso entre tanto ruido y exposición.
Sus tres goles en el Dinamo Arena fueron un catálogo de todas sus virtudes: buen cabeceador, rápido al contragolpe y persistente en la búsqueda de espacios. Pasada la treintena se refuerza como el delantero de referencia del equipo nacional, donde ya acumula nueve años de experiencia y en el que se ha mantenido, más o menos de forma estable, bajo el mando de seleccionadores de todo pelaje.
Tras lograr su primer triplete suma ya 33 tantos con España (65 partidos), y tiene a tiro la cuarta plaza de David Silva (35) en el ranking de máximos realizadores de la selección. Por delante le quedarían aún David Villa (59), Raúl González (44) y Fernando Torres (38).
En Tiflis se entendió a la perfección tanto con Marco Asensio como con Dani Olmo, los encargados de surtirle balones desde las bandas. Y se asoció como nunca con Fabián, el otro jugador que más salió reforzado de la goleada en tierras georgianas.
Nunca ha sido un goleador al uso. Sus cifras siempre han estado lejos de las de los grandes arietes de Europa. Y, sin embargo, no hay entrenador que no se sienta tranquilo con su presencia en el campo. Aporta esos intangibles tan necesarios en cualquier equipo.
Su verano ha vuelto a ser movido, con rumores incesantes acerca de su salida del Atlético. Sigue teniendo un cartel impresionante tanto en Italia como en Inglaterra, y a esas opciones se sumó esta vez la de Arabia.
Al final sigue en el Atlético, donde parece que la competencia con Memphis será dura. Pero él sigue respondiendo a Simeone, y ha empezado el curso con tres goles en los tres primeros partidos ligueros.
Sus compañeros le firmaron el balón del partido ya dentro del avión de regreso a España. «Lo pondré en una vitrina en la habitación de los niños, que siempre me piden estas cosas», reveló ayer, pleno de felicidad.
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