Esquinas Torres: «Si me tocase ahora lo de Eto'o, nos metemos todos en el vestuario y no salimos más»
El árbitro que logró frenar al delantero camerunés cuando quiso abandonar un Zaragoza-Barcelona en 2006 por gritos racistas, ya no haría lo mismo
14 denuncias, cero condenas: el fracaso del fútbol español contra el racismo

«Lo de Mestalla y Vinicius fue la tormenta perfecta», dice Víctor Esquinas Torres (Peñarroya, Córdoba, 1960), excolegiado de Primera División e internacional, hoy director de formación de RENFE, que regresa a los medios de comunicación por un recordado lance de su carrera ... arbitral: el 25 de febrero de 2006, en el estadio de La Romareda (Zaragoza), frenó a Samuel Eto'o, la estrella del FC Barcelona, cuando amenazó con marcharse del campo harto de los cánticos racistas que escuchaba. «Fue un caso distinto», sostiene en conversación con este periódico. «Se trataba de una situación flagrante: había entre 500 y 1.000 personas gritando, una zona de la Romareda al unísono. En Valencia el domingo fueron dos o tres personas».
Esos quinientos o mil premios Nobel hacían la onomatopeya del mono («hu, hu, hu») cada vez que el delantero camerunés tocaba la pelota. «Los gritos atronaban en el estadio», rememora Esquinas. «Eto'o fue muy valiente, en mi opinión. Era la primera vez que un jugador decidía abandonar un terreno de juego». Corría el minuto 76 de partido. Esquinas intentó (y logró) persuadir al 'Pichichi' de esa Liga junto al entonces entrenador azulgrana, Frank Rijkaard.
«Logramos convencerle, le dijimos que este problema se iba a tomar muy seriamente, que se había firmado un protocolo entre todos los agentes: la Liga, la Federación, incluso el sindicato de futbolistas (AFE)… Pero en realidad el protocolo, como ha demostrado el tiempo, era un poco paripé. Se había firmado en 2005, y un año después, con el caso de Eto'o, se evidenció el fracaso. Diecisiete años después seguimos haciendo el ridículo a nivel europeo».
El excolegiado recuerda que hay un único caso en España de partido que se haya suspendido por acoso a un jugador: el Rayo Vallecano-Albacete de diciembre de 2019, después de que un sector de la afición local llamara «nazi» al futbolista ucraniano Roman Zozulya. «Y estuvo bien parado», aclara. «¿Pero entonces por qué no suspendemos un partido por insultos racistas, aunque sean muchos los que lo hacen? Pues no sucede… Entre otras cosas, porque el protocolo es un rollo, está mal diseñado. El otro día sólo se activó la primera medida, la suspensión temporal. Si me tocase a mí ahora vivir algo así, nos metemos todos dentro del vestuario y no salimos más. Me sancionarán, que hagan lo que quieran… Pero esto es una vergüenza que no se puede tolerar más».
«Imaginemos que un domingo 500 espectadores de un partido de fútbol femenino se ponen a gritar una barbaridad machista», prosigue Esquinas. «¿No sería un ridículo mundial? Pero claro… Sucede que al primer árbitro que haga algo así le pueden sancionar, y puede verse en el paro con 40 años. Hay que crear una herramienta potente para resolver esto. El grito de una sola persona en el campo no se oye. Si sucede algo más grave, se para el partido. Todos a casa. Y que LaLiga y la Federación decidan qué se hace con ese partido: repetirlo, repetirlo a puerta cerrada, decretar pérdida de puntos… Lo que quieran. Hasta que no hagamos eso, va a seguir ocurriendo. Y la culpa, quiero dejarlo muy claro, no es de los árbitros».
¿Por qué en Mestalla se vivió una 'tormenta perfecta'? «El compañero del VAR hizo mala praxis y sólo le mostró al colegiado el final de la película. ¿Cómo se puede quedar Hugo Duro en el campo después de que estrangule a Vinicius durante cuatro o cinco segundos? ¿No le ponen esas imágenes al colegiado? ¡Muéstrame la tangana completa! Nos ha faltado inteligencia emocional... Los árbitros y el VAR se comunican con el pinganillo. A Primera División se llega porque tienes inteligencia emocional. Hay que tener toda la información. El VAR es una herramienta muy potente que hay que saber utilizar».
La polémica no acabará
¿Debe renovarse la dirección del estamento ante la crisis actual? «No pensemos que por cambiar a los dirigentes arbitrales se va a acabar la polémica arbitral», responde Esquinas. «Los actuales están preparados y merecen un respeto tremendo. (Y que conste que no formo parte de la directiva, yo tengo mi empleo). Son compañeros de mi época y los conozco. Que nadie se engañe: aunque cambie la cúpula, la polémica va a continuar toda la vida. En España hay árbitros buenísimos. No existe un arbitraje que deje contentos a todos».
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