FÚTBOL / MUNDIAL FEMENINO
La corona individual de Aitana Bonmatí
La estrella de la selección, elegida mejor jugadora del Mundial y ganadora de la Champions, acaricia el Balón de Oro
Jorge Vilda suelta el aire
Mordió la medalla para confirmar que era real. Lo era. Como ha sido su superioridad en este Mundial en el que se puso el equipo a la espalda en más de una ocasión y no solo por juego, sino también por ánimo. Fue la de los aplausos cuando el 4-0 ante Japón, la que derribó con sus goles ese muro psicológico que fueron los octavos de final, la de recoger el balón de la portería y empujar a Países Bajos para que dejara de celebrar porque había que meter otro gol. Ayer fue la de inventar huecos donde no existían, desesperar a sus marcadoras y posibilitar a sus compañeras el mejor hueco para amenazar a Earps.
El planeta fútbol se ha rendido a los encantos de Aitana Bonmatí, Balón de Oro de este Mundial. Sin embargo, apenas levanta la vista cuando le preguntan, poco expresiva como confesaba ella: «Me cuesta, me cuesta. Con palabras lo sé decir todo y expresarme, pero a nivel emocional, yo lo llevo dentro. Pero que estoy muy contenta, ¿eh?».
Cuando se pone nota siempre es colectivo. «Sé lo duro que trabajo, lo que me exijo para llegar a estos momentos. Pero ha sido un mundial muy completo de todo el equipo. Salvo el día de Japón, pero creo que ese día fue necesario para levantar la Copa ahora».
Ha tenido un año magnífico, Champions y Mundial. También unos meses complicados porque firmó la carta para protestar por las condiciones de la selección y se retractó después, tras charlas con Jorge Vilda y motivación para este Mundial. Decisiones que repite no tiene por qué justificar ante nadie.
Ya de pasada se le habla del otro Balón de Oro, pero levanta la mano como para apartar una mosca que le estorba. Ella quiere ser la líder en el campo, la primera que llega al entrenamiento, la última que sale, la que busca alternativas para mejorar en cada uno de sus movimientos, la que marca goles con la izquierda sin ser zurda, la que invita a otras compañeras a ganar otras cualidades, como a Salma Paralluelo, a la que le pica para que aprenda a chutar con la derecha. La que sabe que esto no es solo fútbol. «Espero que esto ayude a ser conscientes del talento que hay en España y que rememos todas en la misma dirección. Que las futuras generaciones y la nuestra también podamos tener las mejores condiciones en todo, también en la Liga. Por eso, hay que aprender de otras ligas, como la inglesa, de cómo trata a sus futbolistas, de los campos que tiene. Es brutal».
Se sonroja cuando se le dice que Pep Guardiola ha dicho de ella que está enamorado de su juego. Que es una versión femenina de Iniesta y que ha creado un gran impacto en el fútbol femenino. De ella hablan maravillas sus compañeras, y Eva Navarro se queda por cómo pelea cada balón y su garra. Viene de sus orígenes, de cuando tenía que jugar con chicos por falta de equipos femeninos, y de esa apuesta de sus padres por, según ella dice, 'cambiar el mundo'. El apellido Bonmatí es el de su madre, conquista que consiguió su familia antes de que se hiciera posible por ley.
Espera llegar a casa y celebrarlo después de que no se permitiera ni un lujo en este Mundial e incluso pidiera precaución a sus compañeras en los festejos antes de la final. «Ahora necesito un tiempo, primero disfrutar de esto, celebrarlo, y después unos días vacaciones. Y no quiero sabe nada de fútbol hasta dentro de unos días. Necesito una pausa mental». Se va a casa con unos 250.000 euros por ser campeona del mundo, los halagos de todo el planeta y la satisfacción individual.
También Salma Paralluelo se va con la maleta carga de todo eso, y de haber recibido el trofeo a Mejor Jugadora del Partido otra vez ayer.
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