Fútbol
La selección femenina de Chile sigue a España y también grita «Se acabó»
Las futbolistas, que denuncian presiones, cargan contra su federación tras perder la final del Panamericano ante México (0-1) teniendo que jugar con la delantera Urrutia como guardameta
Solo podía ser Jenni Hermoso

Lo visto en la final de los Juegos Panamericanos, disputada la noche del viernes en Santiago de Chile, casi sobrepasa los límites de la realidad. Se impuso México a las anfitrionas (0-1) gracias a un gran gol de falta directa de Rebeca Bernal, que permitió a las mexicanas conseguir la primera medalla de oro de su historia en el torneo. Felicidad puesta en entredicho porque las chilenas jugaron el partido más importante del año sin ninguna portera en la convocatoria y con solo 13 deportistas disponibles debido a las lesiones y a la vuelta de algunas de sus jugadoras a sus respectivos clubes (el Panamericano, al no ser un torneo FIFA, no obliga a los equipos a ceder a sus futbolistas).
La anómala situación obedeció a que la federación chilena aceptó que sus dos mejores guardametas, Christiane Endler (Olympique de Lyon) y Antonia Canales (Valencia), acudiesen a la cita a sabiendas de que el 31 de noviembre ambas deberían cruzar el charco para incorporarse a la dinámica de sus clubes europeos. Le pareció razonable al organismo porque, se entiende, no contaban con llegar tan lejos en el torneo.
Pero la sorpresa llegó el pasado martes cuando vencieron a Estados Unidos en las semifinales. Endler se iría con total seguridad, pero Canales tuvo que seguir el camino de su compañera al lesionarse la portera del Valencia Enith Salón, lo que provocó que el club español recuperase a su jugadora para que compitiese este fin de semana en la Liga F contra el Sporting de Huelva.
Ante semejante drama, al entrenador chileno, Luís Mena, no le quedó más remedio que alinear a la delantera María José Urrutia como portera, aunque con el dorsal nueve a la espalda. Cumplió, pero poco pudo hacer ante el golpeo de Bernal.
Duro comunicado
Chile rozó el ridículo, pues su desorganizada imagen como anfitriona llevó a sus jugadoras a sentarse durante el primer minuto de la final a sobre el césped a modo de protesta. Pero, sin embargo, el auténtico terremoto estaba por llegar. Tras el partido, las jugadoras chilenas emitieron un duro comunicado contra su federación asegurando que habían presionado a sus porteras para que se quedasen pese a que eran «absolutamente conscientes» de sus casos particulares. También aseguraban que esto no era «un hecho aislado» y que «demandaban cambios estructurales», la misma frase que utilizó la selección española tras el caso Rubiales. Chile también grita «Se acabó».
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