El arte de pilotar sobre las dunas del Rally Dakar

La clase comenzó en Bisha, lugar en el que se disputó la etapa prólogo y la maratoniana de 48 horas. Si acoplarse al asiento del todoterreno adaptado, con sus mandos preparados y las tablets y mapas instalados en el puesto del copiloto ya impresionaba, ver a tu lado a Thierry Delli-Zotti te metía de lleno en la aventura. A sus 60 años, Delli-Zotti acumula una gran experiencia en rallies y fue copiloto de José María Serviá en 1999, con el que logró tres victorias de etapa con Schlesser-Renault.

El copiloto francés inicia su masterclass con las explicaciones sobre la configuración del vehículo, las prestaciones del todoterreno y cómo actuar en un terreno tan novedoso para nosotros como la arena. El sabor metálico que genera todo temor ante una aventura nueva se entremezcla en el paladar con la seguridad de tener al lado a un experimentado compañero de viaje. Al girar la llave de arranque ya no hay vuelta atrás. El desierto, infinito, se abre ante nuestros ojos con el objetivo de llegar a una meta ficticia emulando a Al-Attiyah, Loeb o Cristina Gutiérrez, fiándonos del copiloto, que nos indicará por dónde transitar sin saber qué hay más allá.

Admiración hacia Edouard Boulanger, Fabian Lurquin y Pablo Moreno, los tres copilotos del equipo Dacia, al ir escuchando las indicaciones de Thierry Delli-Zotti. Gracias al galo uno comprende que el piloto da gas y maneja el volante como si estuviera jugando a la gallinita ciega, dejándose guiar por el desierto. Aunque, eso sí, debe saber maniobrar para que el vehículo no vuelque o impedir que se quede varado en la arena, algo que vivimos en nuestras propias carnes.

«El reglamento indica que hay una velocidad límite que no se podrá sobrepasar en ninguno de los casos durante la disputa de una carrera. Para mantener bajo control la seguridad, la FIA impone un máximo de 170 km/h para los coches Ultimate y Stock, antiguos T1 y T2, mientras que en los Challenger, T3, es de 135 km/h y en SSV, T4, el límite está en 125 km/h», explica Delli-Zotti. Pero ni por asomo nosotros alcanzaremos esa velocidad. Parece fácil viendo a Carlos Sainz o Laia Sanz circular a todo trapo por el desierto, pero la seguridad es una de las prioridades de este redactor cuando el coche derrapa a la mínima que se pisa el acelerador.

«Acelera, acelera», grita Delle-Zotti al encarar una duna. Los alaridos en el asiento trasero se entremezclan con la adrenalina. Markel De Zabaleta, jefe de prensa de Dacia España, y el periodista Miguel Ángel del Pozo son mis compañeros de aventura. La prudencia (y cierto temor) actúa, obliga a levantar el pie del acelerador y el coche se hunde en la arena. Primera lección aprendida tras tener que bajar, desenterrar y empujar el coche hacia atrás para acometer la duna de nuevo: nunca hay que aminorar el ritmo al ascender por un montículo de arena.

La osadía y el exceso de confianza nos enseña la segunda lección cuando embestimos una duna cortada a excesiva velocidad y, tras superar el borde y asomarnos a la cornisa, el coche a punto está de volcar al quedar prácticamente perpendicular de morro con el suelo en la cara de deslizamiento. Hasta Delli-Zotti se apoya en el salpicadero mientras exclama: «¡Frein, frein!» (¡frena, frena!, en francés). La peripecia tiene final feliz aunque De Zabaleta me asegura haber visto a las tres Parcas con la guadaña mientras Del Pozo suelta una risa nerviosa.

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